Laura y yo habíamos decidido cerrar la cafetería y tomarnos el día libre para irnos de compras. Aunque yo no quería hacerlo por las pérdidas que podían suponer cerrar un día entero, Laura decidió que era buena idea darnos un día para nosotras y pasar un día de amigas.
Y cuando a esta chica se le mete algo en la cabeza, no hay quien la convenza.
Sobre todo, cuando Laura se escudó en la excusa de que yo llevaba usando la misma ropa desde hacía años y necesitaba renovar mi armario. No le faltaba razón, pero como todavía me iba la ropa pues no le daba tanta importancia. Aunque, de todas maneras, Laura tuvo que arrastrarme prácticamente hacia el centro comercial para pasar el día juntas.
Pese a todas sus insistencias, apenas compré algo de ropa en comparación a todas las bolsas que llevaba Laura. No quería gastarme el poco dinero que había ahorrado durante años para gastos personales en un solo día, por mucho que la cantidad de dinero había aumentado desde que había hecho el trato con Axel, así que compré lo que más me gustó y que realmente necesitaba.
Unas horas después, decidimos ir a un bar a tomarnos un refresco mientras descansábamos después de haber estado paseando de tienda en tienda. Y esa era la oportunidad perfecta para Laura para preguntarme cosas de mi vida privada:
—Y dime, ¿cómo te va con Axel? —preguntó Laura, haciendo que arqueara una ceja— Ya no me cuentas cosas, como tu mejor amiga me siento insultada. Venga, dame detalles jugosos, Evelyn.
—No hay mucho que contar —le dije, dándole un sorbo a mi refresco—. Nos va bien y estamos saliendo.
—¡Evelyn, sabes de lo que te estoy hablando! —exclamó Laura bastante frustrada— Me refiero a detalles más personales.
Por supuesto que lo sabía, pero eso no quería decir que tuviera la intención de alimentar la mente pervertida y cotilla de mi mejor amiga con esos detalles.
—Sé qué me estás preguntando, pero no te voy a responder a eso —le dije—. Mi vida sexual con Axel no es asunto tuyo.
—Mientras exista... ¿Existe?
Volví a darle un sorbo a mi refresco.
—No —mentí aunque estaba segura de que mis mejillas me delataban.
Desde la noche en la que me vino el período y todo lo que había ocurrido en el coche, no habíamos vuelto a tener ningún acercamiento sexual de ese tipo. Aunque habíamos llegado a renegociar las normas de nuestro trato desde que éramos conscientes de que teníamos ciertos sentimientos por el otro: ahora estaba permitido dormir juntos si se daba la ocasión, al igual que los besos cuando estábamos a solas, pero yo seguía siendo firme en cuanto al tema de hacer algo más que un momento feliz.
Era consciente de que entre nosotros existía cierta tensión sexual insatisfecha desde aquella noche en su coche, pero seguía sin olvidar el hecho de que Axel estaba emparentado con la familia real y que no había tenido la intención de contármelo hasta que no hubiera sido necesario.
A pesar de que ya había pasado un mes desde ese día, sentía que todavía no le había perdonado por completo. Especialmente cuando descubrí que, con solo haber buscado en internet a su padre o al propio Axel, me podía haber dado cuenta de la verdad por mi cuenta.
—¿Me estás diciendo que llevas un mes saliendo con Axel, y casi otro mes de citas, ¡y no te has acostado con él!? —me preguntó Laura, llamando la atención de varias personas— ¿¡Pero a ti qué te pasa!?
Sí, este es exactamente el motivo por el que no hablo con Laura de estos temas.
—Oye, que lo más importante no es el sexo —le dije, mientras sentía las miradas de varias personas del bar mirándome como si me hubieran visto en alguna parte—. Y menos con ese idiota, ¿no te has dado cuenta de quién es?

ESTÁS LEYENDO
Un amor por casualidad
RomanceÉl es la persona más despreocupada del mundo. Ella la que tiene demasiadas responsabilidades. ¿Qué pasaría si te dijeran que a veces las personas más diferentes entre sí también son las más compatibles entre ellas? Como hasta el más estúpido de los...