Axel

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Poco después de que Evelyn se despertara, Amelie entró en la habitación y no tardó en avisar a mi padre para informarle que estaba despierta. Terminando con la burbuja de amor que nos rodeaba (aunque Evelyn estaba muy drogada por la anestesia) y que Evelyn se sonrojara al ver a mi prima, incluso diciendo que "si ella también podía ser su novia". Algo que hizo que casi la echara de la habitación por los celos.

Mi padre le hizo varias pruebas a Evelyn, para poder comprobar que la operación había sido todo un éxito y que no hubiera ningún daño colateral en su cerebro. Y después nos informó que se quedaría un par de días en observación, pero que no la trasladarían de habitación.

Mientras que Amelie tuvo que volver a su casa después de informar a su padre de que todo estaba bien con Evelyn, yo decidí no volver a casa hasta que le dieran el alta a Evelyn. Al menos, hasta que a Evelyn se le pasó el efecto de la anestesia en medio de la noche y me obligó a irme a casa a dormir con su seriedad de siempre.

Los dos días pasaron bastante rápido, llevándole flores todos los días tanto para Evelyn como para Sophie (lo cual le extrañó mucho) y quedándome con ella todo el día hasta la hora de dormir. Ahora mi padre estaba haciéndole la última revisión, la cual podría determinar si tenía que quedarse unos días más en el hospital o ya podía volver a casa.

—Bueno, Evelyn, parece que todo está en orden —dijo mi padre con una sonrisa, mientras Evelyn no dejaba de mirarme de forma seria y yo no dejaba de sonreír al lado de mi padre—. Firmaré el alta a última hora y ya podrás irte a casa. Te daremos tu ropa y podrás irte. Eso sí, necesito que estés en reposo absoluto durante un tiempo, nada de situaciones estresantes.

—Significa que nada de trabajar en la cafetería por un tiempo, Evelyn, ya he llamado a Laura para informarle que estarás de baja —le dije, a lo que Evelyn arqueó una ceja—. Y está bastante enfadada contigo por no avisarla antes de lo que te ha pasado, pero ya me encargaré de ella.

—Esto va para ti también, Axel: nada de sobreprotegerla demasiado y hacer que esté en cama todo el día —dijo mi padre, a lo que Evelyn cruzó los brazos—. Puede hacer vida normal, como dar paseos o hacer todo tipo de planes, pero solo tiene que limitar cosas como conducir o lugares de emociones fuertes.

—¿No tengo voz en este asunto? —preguntó Evelyn de forma seria, antes de que la miráramos confundidos— ¿Qué tengo que hacer si tengo más migrañas? ¿Venir al hospital?

—No, no, sé que las migrañas son consecuencia de todo el estrés en tu vida, pero también por tu depresión. Las migrañas no desaparecerán, pero sí tendrías que venir si son realmente fuertes como ha pasado esta vez. Para descartar ataques cerebrovasculares.

—De acuerdo... Gracias.

—Volveré para darte el alta, ahora descansa —sonrió mi padre—. Os dejaré solos...

Y dicho esto, se fue dejándonos en la habitación.

Evelyn siguió mirándome de manera seria, igual que los dos días que llevaba tumbada en esa cama de hospital, mientras me sentaba a su lado y se quedaba totalmente en silencio. Ninguno de los dos sabía qué decir o por dónde empezar, así que nos quedamos de esa manera pese a lo incómodos que estábamos. Por lo menos, yo.

Evelyn miró el reloj de la habitación cuando pensaba que ya habían pasado unas pocas horas, cuando solo habían pasado diez minutos. Ella suspiró antes de romper el silencio:

—Amelie me lo ha contado todo —dijo Evelyn, llamando mi atención—. Lo de que venías aquí todos los días a ver a mi hermana.

—Será bocazas —susurré, antes de mirar a Evelyn—... Lo siento...

Un amor por casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora