Ya eran las dos de la tarde cuando me despedí de mis alumnos, a los cuales vinieron a recogerles sus padres, mientras les recordaba los deberes para la semana siguiente. Aunque tenían cuatro años y lo único que tenían que hacer era pintar un arcoíris, era consciente de que muchos de ellos simplemente pensaban en jugar todo el fin de semana.
En cuanto se fue el último de mis alumnos, volví al aula de clase a recoger los juguetes que habían quedado por el suelo y ordenar mis cosas para poder irme a trabajar a la cafetería. Tenía un par de horas para llegar al apartamento, dejar las cosas del colegio, ponerme algo más cómodo, comer algo rápido (si me daba tiempo) e irme a la cafetería.
Aunque, mientras estaba recogiendo, escuché que alguien llamaba a la puerta de mi clase y no tardé en mirar en esa dirección para saber quién llamaba a la puerta.
Me extrañó un poco al ver a la directora del centro en la puerta. No sabía si eso era bueno o malo, pero intenté que no se notara que me había puesto un poco nerviosa.
—Hola, Evelyn —me dijo con una sonrisa, mientras seguía recogiendo—. ¿Te pillo en mal momento?
—No, en absoluto —le dije, mirando el reloj—. Solo me iba a casa a comer antes de ir a trabajar en la cafetería, ¿pasa algo?
—No, tranquila. Es solo que hay un chico preguntando por ti —dijo la directora, lo cual me extrañó. ¿Un chico?—. Y es muy guapo, en mi opinión. Se llama Axel Soto, ¿le conoces?
Suspiré bastante aliviada al ver que no era nada malo acerca del trabajo o algo, antes de procesar lo que había dicho la directora y que mi alivio se transformara en un poco de frustración.
Había olvidado por completo que le dije a Axel dónde trabajaba por las mañanas, cuando comíamos hamburguesas en aquel pequeño apartamento de la residencia de estudiantes.
Pero, cuando se lo dije, tampoco me esperaba que se fuera a presentar sin avisar en el colegio.
—Eh... Sí, sí le conozco —dije, intentando no sonar muy nerviosa con la situación—. Es mi... Mi... Es un conocido.
Sí, lo de que era mi novio falso no le importaba a la directora.
—Entiendo... Bueno, si le conoces, no tengo ningún problema. Sé que eres una chica muy responsable, no tengo que preocuparme por nada.
Sonreí al saber que la directora tenía esa confianza en mí, ya que era la única del centro que sabía de mi doble empleo y de mi situación familiar. Al ver que no decía nada, la directora no tardó en continuar hablando:
—Le he dicho que espere en el aparcamiento, ya que muchas profesoras estaban mirándole mucho. Y será mejor que no lo hagas esperar, parecía que ya llevaba esperando un rato.
—Sí, sí, ya me voy —le dije mientras me aseguraba que lo llevaba todo—. Hasta el lunes.
—Buen fin de semana, Evelyn —sonrió la directora, mientras salía del aula y me alejaba por el pasillo.
No dejaba de negar con la cabeza mientras me dirigía a la salida del edificio y accedía al aparcamiento privado del colegio, intentando pensar en las diferentes razones que podía tener ese idiota para presentarse en el colegio en el que trabajo. No habían pasado ni cien horas desde que hicimos aquel trato y ya tenía claro que esta relación falsa iba a ser todo, menos una "relación" discreta.
Y lo supe sobre todo cuando vi a cinco profesoras mirando por la ventana, la cual estaba al lado de la puerta, y haciendo fotos con el móvil. No pude evitar mirar detrás de ellas porque me mataba la curiosidad.
En cuanto me asomé, lo vi.
Ahí estaba Axel, con un traje bastante similar al que se puso la primera vez que nos conocimos, aquella noche de viernes, salvo por el detalle de que también llevaba una bufanda que le cubría gran parte de la cara; mirando el móvil bastante concentrado e ignorante de las miradas que habían sobre él por parte de mis compañeras de trabajo.
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Un amor por casualidad
Roman d'amourÉl es la persona más despreocupada del mundo. Ella la que tiene demasiadas responsabilidades. ¿Qué pasaría si te dijeran que a veces las personas más diferentes entre sí también son las más compatibles entre ellas? Como hasta el más estúpido de los...