La alarma sonó a las siete de la mañana, tal y como había predicho, y la apagué lo más rápido que pude para que Axel no se despertara. Sin embargo, él estaba abrazándome mientras dormía y no pude evitar sonreír a la vez que intentaba zafarme del abrazo.
Varios gruñidos por parte de Axel después, logré hacerlo y me levanté de la cama para ponerme unos pantalones largos y una sudadera blanca, antes de coger mi móvil y salir de la habitación haciendo el menor ruido posible. Tras entrecerrar la puerta en silencio, me dirigí al baño para hacerme un recogido, lavarme la cara y tapar las bolsas que se habían formado debajo de mis ojos por lo poco que había dormido.
Preparé algo de café, le puse agua y pienso a Niebla en sus cuencos y empecé a mirar las noticias en mi móvil por no encender la televisión. Tenía bastante sueño, así que tenía que luchar por no cerrar los ojos mientras desayunaba. Y, como no tenía tiempo para poder despejarme y estar en mis cinco sentidos para conducir, llamé a un taxi para poder ir a trabajar.
—¿Evelyn? —escuché que Axel me llamaba, caminando hacia la cocina.
Tenía el pelo despeinado, bostezando por el sueño que tenía y caminaba hacia mí tal y como había dormido: completamente desnudo, pero con la diferencia de que se había despertado con una erección. Sonreí ladinamente mientras le daba un sorbo al café, admirando las vistas como había hecho anoche.
— ¿Dónde vas? —me preguntó confundido Axel.
—Al colegio, por supuesto. A diferencia de ti, yo trabajo hasta las tres —le dije, dándole un beso en la mejilla—. Sigue durmiendo, todavía es temprano, y ponte ropa interior.
Axel miró confundido hacia abajo, antes de soltar una risa ronca al ver que estaba completamente desnudo y apoyarse en mi hombro.
—Eres cruel por irte de mi lado. Y más por dejarme con una erección.
—Dijo el que estuvo trabajando dos días enteros —susurré, dándole otro beso en la mejilla—. Tengo que irme, seguramente mi taxi casi está abajo. ¿Me vienes a buscar a mi trabajo y comemos fuera?
—Suena a plan, luego iremos a la comisaría, como te prometí. Aunque, si quieres, después de eso podemos ir al cine. Hace mucho que no vamos —dijo Axel, a lo que asentí mientras él me abrazaba y se colocaba a milímetros de mis labios. Provocándome como siempre, pero no podía caer en la tentación porque no tenía tiempo.
—Suena a plan. Pero para que eso ocurra —susurré mientras sonreía al ver las intenciones de mi novio—... Tienes que dormir un poco más, whiskey doble —le di un beso en los labios que hizo que suspirara satisfecho—. Te veo en unas horas, te quiero.
Y dicho esto, salí del apartamento después de coger mis llaves y esperé en el portal del edificio hasta que llegó el taxi. Le di la dirección del colegio al taxista y, veinte minutos después, ya había llegado al centro justo a tiempo de que sonara la alarma que indicaba el inicio de las clases. Por suerte, para cuando llegué al aula de clases, no había llegado ninguno de mis alumnos.
Preparé la pizarra con varias actividades, con el objetivo de enseñarles a leer o mejorar su velocidad de lectura, mientras entraban junto con una profesora en prácticas que tenía durante aquel trimestre.
—Buenos días, chicos. ¿Listos para un nuevo día de diversión? —les pregunté con una sonrisa, a lo que gritaron que sí.
Aunque me sentía aliviada de tener la ayuda de la profesora en prácticas, a quien la dejaba hacer varias actividades bastante fáciles, seguía siendo la responsable de la educación de veinticinco niños de cinco años que, no solo les encantaba divertirse, sino que eran realmente curiosos. Y también sabía de primera mano que, a esa edad, son plenamente conscientes de lo que ocurre a su alrededor y no tienen ningún problema en preguntar cualquier cosa, por muy fuera de lugar que pueda estar.
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Un amor por casualidad
RomanceÉl es la persona más despreocupada del mundo. Ella la que tiene demasiadas responsabilidades. ¿Qué pasaría si te dijeran que a veces las personas más diferentes entre sí también son las más compatibles entre ellas? Como hasta el más estúpido de los...