Entramos en un restaurante en el que cualquier persona vería la necesidad de tener que hacer una reserva días antes para poder comer. Pero varios miembros de mi familia son clientes habituales, yo incluido, y no tardaron en darnos una mesa bastante apartada de las puertas y ventanas del restaurante.
Evelyn no dejaba de mirar a nuestro alrededor bastante sorprendida, admirando la decoración y podía ver que le echaba un vistazo a la carta casi con la misma expresión. Estaba seguro de que, si no le insistía que la invitaba yo, ella habría sido capaz de pedir solamente un vaso de agua.
Solo pedimos un plato cada uno y ella casi que me lo agradecía con la mirada por lo incómoda que estaba. Así que enseguida cambié de tema para que dejara de pensar en el dinero.
—Los muebles que has elegido son perfectos —le dije mientras nos traían la comida—. Ya tengo ganas de verla amueblada.
—¿En serio tienen que montarnos los muebles? Podemos hacerlo nosotros, suena más divertido y también barato...
Misión fallida.
—No pienses en eso ya, ¿vale? —sonreí, mientras le daba la mano a mi novia— Mira, a partir de ahora, ya vamos a compartir gastos e intentaré controlarme a la hora de gastar grandes cantidades de dinero. Realmente te incomoda que lo haga, ¿verdad?
Ella suspiró.
—Bastante. Me recuerda mucho a lo diferentes que somos y, aunque eso en el fondo me gusta, tampoco quiero sentirme como si fuera una mantenida.
—No eres una mantenida, pulguita, yo creo que eres todo lo contrario a una. Después de todo, quieres mantener tus dos trabajos aunque sepas que, a partir de ahora, no te van a hacer falta. Los dos trabajos, me refiero.
—Laura ya ha dejado caer que me piense lo de seguir trabajando como camarera. Después de todo, mi sueño siempre ha sido ser maestra, pero me gusta mucho trabajar en "Claveles estrellados". No creía que me vería en esta situación...
—Decidas lo que decidas, yo te apoyo —le dije con una sonrisa, lo que hizo que Evelyn sonriera un poco más relajada—. Pero solo si realmente quieres hacerlo, nada más.
—¿Y tú? —me preguntó Evelyn, a lo que la miré confundido— ¿Ya has decidido el tema de la residencia?
Vale, eso no me lo esperaba.
Le había hablado muy pocas veces del tema de mi residencia, por lo que me preguntara acerca de eso era algo que no creía que entrara en la conversación. Ella parecía esperar mi respuesta mientras probaba por primera vez el contenido de su plato y sonreía.
Pero, ahora que ella lo había mencionado, se me había olvidado por completo de que tenía que tomar una decisión acerca de mi futuro desde que la conocí. Y ya estábamos en abril, tenía que darle a mi padre una respuesta pronto acerca de si hacía o no la residencia.
—No... No sabía que te interesaba.
—¿Por qué no iba a hacerlo? —preguntó Evelyn confundida con su tono serio de siempre— Tú siempre estás preguntándome por mis trabajos o por el estado de mi hermana cuando no me acompañas al hospital, es mi turno de preguntar. Venga, cuéntame.
Vale, tiene un punto.
—Pues... Sinceramente, estaba tan relajado y pasándomelo bien contigo que no he pensado en ello realmente —confesé, llamando su atención—. Me gusta mucho la medicina, ya soy oficialmente un médico, pero no sé realmente si hacer la residencia.
—Y, si no la haces, ¿qué tienes pensado hacer? —preguntó Evelyn realmente curiosa sin dejar de comer— ¿Cuál sería tu plan B?
—Montar mi propia consulta —Evelyn se quedó atónita—. Montaría mi consulta pública para poder tratar a cualquiera que lo necesite, de todas las edades: niños, adultos, ancianos... Es algo que mi madre habría hecho, si hubiera tenido idea de medicina...
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Un amor por casualidad
Roman d'amourÉl es la persona más despreocupada del mundo. Ella la que tiene demasiadas responsabilidades. ¿Qué pasaría si te dijeran que a veces las personas más diferentes entre sí también son las más compatibles entre ellas? Como hasta el más estúpido de los...