Evelyn

66 13 11
                                    

—¡No me puedo creer que esto esté pasando realmente! —exclamó Laura en mi apartamento— ¡Te vas a mudar con tu novio millonario! Tengo envidia sana, te lo juro.

Después de aceptar vivir con Axel en su nuevo apartamento y que me confesara sus sentimientos, los cuales no dudé en aceptar y admitir que sentía lo mismo que él, decidimos intentar una relación real. No tardé en llamar a Laura a la mañana siguiente para contarle que me había pedido que viviéramos juntos en cuanto me dejó en casa.

Claro que, después de eso, tuve que darle ciertas explicaciones a Laura como quién era Axel en realidad y reconocerle que habíamos coincidido en el hospital el mismo día que le acepté nuestra primera cita. Laura simplemente dio un grito al cielo, antes de abrir una botella de vino y que mi mudanza quedara en segundo plano por mucho que fuera el motivo por el que la había llamado.

—¿Por qué solo te quedas con la parte de que es millonario y no parte de la familia real? —le pregunté mientras negaba con la cabeza— ¡Eso fue lo que más hizo que perdiera los nervios!

—¡Yo sabía que me sonaba de algo, pero de ahí que fuera ese Axel Soto Rivera no me lo esperaba! —exclamó Laura— Igualmente, no dudo en que hacéis muy buena pareja. ¡Oh, por Dios, su familia!

—¡No me lo recuerdes! —exclamé, poniéndome roja de la vergüenza. Mejor no mencionaba que ya había conocido a la abuela de Axel, ya era demasiada información para mi mejor amiga.

—Vale, vale... ¿Puedo decir que me seguís recordando a canciones de Taylor Swift o sería muy raro decir eso de un miembro de la realeza?

—Teniendo en cuenta que sigo llamándole idiota e intenso, además de "whiskey doble"... No, no sería raro.

—Ya, pero tú te lo tiras —quiso aclarar Laura, a lo que Evelyn rodó los ojos—. Por cierto, ¿cómo es en la cama?

No pude evitar sonrojarme e, indirectamente, aquello le dio una idea a Laura de la respuesta. Lo supo cuándo empezó a mirarme con una mezcla de envidia y orgullo, además de con una sonrisa pícara.

—¿¡Has venido a cotillear o a ayudarme con la mudanza!? —le pregunté bastante avergonzada.

—Ambas cosas, después de todo soy tu mejor amiga. Pero si me voy a comer la mudanza, por lo menos que haya cotilleos en el proceso.

Iba a decirle por dónde se podía meter los cotilleos cuando escuchamos el timbre y nos quedábamos bastante extrañadas porque no esperábamos a nadie más.

—Salvada por la campana, Laura. Como sea mi casero, me mato...

Sin embargo, cuando abrí la puerta, me quedé completamente muda al encontrarme a mi exnovio con un ramo de flores y unos bombones frente a mí. Lo cual hizo que Laura casi escupiera el vino que estaba bebiendo sobre el sofá de mi apartamento y que mi buen humor por la ilusión de irme a vivir con Axel desapareciera casi al instante.

—¿Qué estás haciendo aquí, Fran? —pregunté cruzándome de brazos y que el chico quisiera darme el ramo de flores, el cual rechacé— No las quiero, igual que los bombones, te puedes ir por donde has venido.

—Quiero que hagamos las paces, en serio —dijo Fran, antes de mirar dentro del apartamento—. Hola, Laura, ¿y todas esas cajas? ¿Ha muerto tu hermana?

—No —dije siendo realmente tajante e intentando no matarle—. Mi hermana sigue como siempre, imbécil. Estoy de mudanza.

—¡Se muda con su novio! —gritó Laura, a lo que cerré los ojos con fuerza.

Tenía que haber visto venir que no se iba a quedarse callada, por no hablar de que no tenía intención de decírselo a Fran en ningún momento.

—¿Novio? —preguntó Fran mientras asentía. Ya no podía negarlo, después de todo— ¿El chico desconocido de la otra vez?

Un amor por casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora