Erin Hubbard
Había perdido la cuenta de cuántas veces mi hermana y yo nos hemos mudado, hemos viajado por todo Rojack, y siempre había algo que hacía que no permaneciéramos en un mismo lugar por tanto tiempo. Llegamos a pasar muchos meses, incluso años, visitando pueblo tras pueblo solo para encontrar un lugar en donde nos sintiéramos seguras.
Mientras mi hermana buscaba dentro del bosque un sitio donde pudiéramos construir una cabaña, yo recorría el pueblo de Lambert. Siempre esa era la rutina; ella al ser menos sociable, me tocaba buscar los puntos buenos y malos de los lugares que visitábamos.
Hasta el momento, los pobladores me habían tratado con amabilidad y cortesía. Los niños salían corriendo y jugaban por todos lados, las calles estaban atiborradas de personas, carretas y caballos que iban de un lugar a otro. El aire era limpio en comparación con otros pueblos, y eso ya era una ventaja.
En mi primer día en Lambert conocí a un joven caballeroso que se presentó ante mí. Se llamaba Vincent Dupont, tenía unos ojos cafés claro que me hipnotizaba, su sonrisa era encantadora y su voz grave me hacía sentir apreciada con cada frase que salía de sus labios. Era la primera vez que alguien así hacía que me pusiera nerviosa.
Los días fueron pasando hasta que se convirtieron en meses, y Vincent se volvió el hombre perfecto para mí. Me escuchaba, me regalaba flores, sus dulces palabras fueron capaces de enamorarme.
Todo se sentía como un sueño, pero habían personas que susurraban a mis espaldas que era un juego para él. No les quise creer, Vincent me había dicho que era gente resentida con su familia por tener un buen estatus dentro de Lambert.
Cada vez que tocaba el tema, me callaba a besos y no me pude resistir ante sus encantos, pero él cambió después de que le di lo que tanto atesoraban las jovencitas de mi edad. Me entregué a él, en cuerpo y alma.
Lo busqué en los lugares que frecuentaba, pero él no estaba ahí, hasta que lo encontré en un burdel. Vincent estaba borracho y tenía a dos mujeres a cada lado. Me rompió verlo con una sonrisa de ganador, mientras yo le lloraba.
Lo esperé hasta que salió de ese lugar, lo encaré para que me dijera que era todo esto, pero solo recibí una risa burlona y palabras que, aunque ya había escuchado de otras personas, solo pude creerlas cuando salieron de él.
"Entiéndelo, solo eras un juego para mí. No eres importante".
Mi hermana estaba furiosa, pero ella quería alejarse todo lo posible de Lambert para que ya no siguiera siendo la burla, solo que yo quería otra cosa. No quería que mi corazón roto se quedara impune, tenía el poder y los medios para destrozar su vida. Sabía su punto débil y no iba a tener piedad en usarlo contra él.
En una noche de luna llena realicé un hechizo antiguo. Lo maldije con lo que más odiaba, lo convertí en un gato, el ser que tanto despreciaba y lo vincule a mí para que, sin importar dónde estuviera, sabría que él seguía con vida.
Tenía tanto odio en mi corazón que no me limite a solo lanzar la maldición sobre Vincent, también lo hice sobre su familia, porque ellos, los Dupont, lo criaron de esa forma, ellos eran responsables de no pararlo e indirectamente tenían la culpa de mi dolor.
Había llorado tanto por él que hubo un momento en que ya no me sentía persona. Era la bruja de un antiguo linaje donde solo quedaban dos integrantes, pero aun con tanto poder nada tenía sentido.
Mi hermana se enojó conmigo por haber oscurecido mi alma con un acto tan atroz. Después de que muera, mi alma pagará su condena en el limbo hasta que la naturaleza decida que ha sido suficiente mi castigo, pero estaba cegada y, en ese momento, no me importaba que me pasara.
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🐈⬛ Oscura maldición 🐈⬛
RomancePor años, la familia Dupont ha resguardado su secreto a base de lágrimas, sangre y sudor. Cada integrante se ha encargado de tener el control de Lambert, la ciudad en donde sus antepasados decidieron quedarse y donde su maldición dio inicio. Al ser...