🐈‍⬛ Capítulo 22 🐈‍⬛

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⚠️Advertencia en este capítulo hay contenido sensible como tortura, si no es de tu agrado te recomiendo que leas hasta que aparezca un 🐈‍⬛ y vuelvas a leer cuando aparezca otro 🐈‍⬛. No se recomienda que los actos que se me muestran sean replicados en el mundo real por ningún motivo⚠️

Melanie Dupont

En cuanto recobré la conciencia, moví mis manos por instinto. Al no tener nada que me detuviera, abrí mis ojos y de inmediato intenté salir corriendo, pero en el proceso caí directamente en el piso.

—Estás en casa, Mel —dijo Sebastián con una voz calmada.

Tomé un momento para verificar lo que mi amigo decía. Estaba en mi habitación, la luz del sol pasaba a través del ventanal que dividía el balcón del interior, la brisa movía ligeramente las cortinas y había una serenidad que disfruté.

Me levanté con ayuda de Sebastián, me senté en la cama, pasé mis dedos por la suave tela, la cual me brindó confort. Miré mis manos con detenimiento, en ellas ya no había ningún indicio de heridas. Subí la blusa de manga larga que traía hasta el inicio de mi abdomen, palmé con suavidad sobre la piel, provocando que sintiera una pequeña punzada.

Por inercia sonreí, era capaz de sentir dolor y eso significaba una cosa, estaba viva. Levanté mi cabeza encontrándome con Sebastián, quien me miraba expectante a lo que estaba haciendo. Tenía un mejor color, pero algo había cambiado y repentinamente me golpeó todo lo que tuvimos que soportar por culpa de Marcelo.

Mis sentimientos estaban en una constante pelea, pero el que más destacaba era el enojo, el cual poco a poco se convirtió en una búsqueda por venganza. En cuanto comprobé que podía dar un paso sin caer, me dirigí hacia el sótano y Sebastián me siguió en silencio.

Caminé hacia la última puerta que había en el pasillo, no dejé de verla hasta que la abrí. A través de mis pies descalzos pude percibir el frío del concreto, bajé cada uno de los escalones sola; al parecer, Sebastián había decidido quedarse atrás.

La luz cálida que había en el lugar teñía todo de un singular naranja, pero lo que más se llevó mi atención fue aquel chico que estaba prisionero en el centro de la sala. Las cadenas del techo que aprisionaban sus manos impedían que sus pies tocaran el piso y más cadenas retenían sus dos extremidades inferiores.

Pasé mis dedos por aquellas mesas que tenían un sin fin de herramientas: cuchillos, mazos, hachas, todo lo que necesitaba para causarle el mismo dolor que Marcelo causó en mí.

Llevé mi mano hacia su cabello para levantar su cabeza con brusquedad y agradecí que me mirara con odio porque no iba a tener compasión con él. Una vez lo hice y me arrepiento tanto.

—Me había preguntado cuánto tardarías en venir, por un momento creí que la siempre correcta Melanie nunca tomaría justicia con sus propias manos.

—Eso ya forma parte del pasado, Marcelo. —Sonreí mientras sujetaba con fuerza la empuñadura de un cuchillo—. Me has quitado lo que más me importaba, por algo que ni siquiera quería en un principio.

—Lástima que no pueda ver cuando te quiten de los recuerdos de Alaia, hubiera sido divertido mirar cómo te destruye.

🐈‍⬛

—No te preocupes por eso —dije con calma. Negué con mi cabeza y de mi boca salió una melodía alegre, la cual finalizó cuando escuché gritar a Marcelo por el cuchillo que había clavado en su abdomen—. Tendremos suficiente diversión aquí abajo.

🐈‍⬛ Oscura maldición 🐈‍⬛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora