🐈‍⬛ Capítulo 29 🐈‍⬛

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Mi cuerpo dolía y mi mente se sentía cansada por todos los acontecimientos que habían pasado, pero eso no evitó que pudiera reconocer algunas voces que estaban a mi alrededor. Poco a poco fui abriendo los ojos y un silencio llenó mi habitación.

Mis tíos y abuela me miraban expectantes, Alaia y Sebastián estaban asustados; el único que mostraba una sonrisa cálida era Aaron. Ante el recordatorio de la ceremonia, miré mi mano izquierda y ahí estaba el anillo con una intensa tonalidad roja. Con temor hice a un lado la blusa que debía cubrir el sello, pero en mi piel ya no había prueba de su existencia.

—¿Cómo? 

—No lo sabemos —respondió Aaron—, he pensado sobre la magia antigua que estaba en él y tal vez solo estaba buscando que el sello se debilitara para romperlo. La ceremonia fue un muy buen momento. Era la magia de tres propietarios peleando por subsistir, al final dos ganaron, la naturaleza de la ceremonia y quien sea que quiso ayudarte.

Guardé silencio intentando procesar lo que dijo Aaron, pero esos minutos los aprovechó mi abuela para darme un abrazo y un beso en mi mejilla. Todos mis planes de no herirla al final no sirvieron, sé que no tenía la culpa, pero aún existía esa voz que estaba dentro de mí y que provenía de Abraham que me decía que era la responsable. Respiré profundamente para alejar esos pensamientos; no será fácil, pero daré pequeños pasos en la dirección correcta, y este será uno de ellos.

Después de cerciorarse de que no corría ningún peligro, algunos miembros de la familia decidieron retirarse, dejándome a solas con Alaia y Sebastián. El ambiente se volvió tenso al solo estar los tres. Mi mejor amigo intentó hacerme señas para que notara que ella no estaba del todo bien. 

—No fue una buena noche para ella —me dijo al oído cuando se acercó a despedirse.

Solo pude asentir mientras veía cómo se iba. Cerró la puerta con cuidado, y después, todo fue silencio. Me levanté, di unos cuantos pasos para estar cerca de Alaia; ella estaba observando a través de la ventana lo que la propiedad Dupont tenía para mostrarle. Tenía el entrecejo fruncido y frotaba sus dedos entre sí, perdida dentro de sus pensamientos.

La abracé por detrás, junté nuestras manos, sintiendo una calma gratificante. No había forma de que me alejaran de ella, y si moría, yo también lo haría. La idea hizo eco en mi cabeza, logrando que sonriera porque le entregaría mi vida sin dudarlo, así como ella lo hizo conmigo.

—Moriste o al menos eso pensé —susurró, su inquietud se reflejó en su voz y aún tenía la mirada perdida—. Por unos minutos, tu corazón se detuvo.

Me quedé en completo silencio al ver que tenía más cosas que decir. Después de que me desmayé, para mí se sintió como un sueño, un parpadeo que terminó en segundos, pero solo pensar en lo que pudo sentir Alaia al presenciar cómo sufría sin poder hacer nada, me quitaba el aliento.

—Siento enojo porque me mentiste, tristeza por perderte, no sé si alegría, pero todo me está abrumando.

—Es normal, no pasa nada con que te sientas así —le dije, pero ella no se veía satisfecha con mi respuesta.

Para mí era normal, porque había vivido casi dieciocho años con la maldición, pero ahora ella tiene que aprender a regular sus emociones, las cuales están disparadas incluso si llevaba la pulsera como protección, además yo no era un buen ejemplo, había perdido el control de Nova un par de veces y por eso la entendía.

Soltó un suspiro, se giró entre mis brazos, y dejó su cabeza sobre mi hombro. Aproveché ese momento para apreciar su embriagador olor a fresa y me dejé llevar por su cercanía.

—Lo que tú ves normal me parece tan extraño y a la vez todo se siente tan agotador.

—Es tu primer día como una Dupont, poco a poco te irás acostumbrando.

🐈‍⬛ Oscura maldición 🐈‍⬛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora