🐈‍⬛ Capítulo 36 🐈‍⬛

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Tiempo después

Aun sosteniendo la mano de Alaia, seguía nerviosa. Cada vez que me sentaba en esta sala era lo mismo, trataba de enlistar lo que hablaría con Lilian, pero había ocasiones en donde mis sentimientos se desbordaban y lo que tenía planeado se derrumbaba con sólo unos minutos con ella.

Mientras miraba la pequeña libreta de tonalidad oscura, recordé lo que pasó en la semana. Después de tanto tiempo visité las tumbas de mis padres.

Para estar a finales del verano, ese día llovió con intensidad. Las olas golpeaban las rocas sin piedad en la isla donde todos los Guardí y Dupont guardaban reposo después de su muerte.

Sebastián también estuvo acompañándome, aunque por un tiempo nos dejó a solas para ir a conversar con Álvaro y dejarle algunas flores.

Cuando nosotros íbamos llegando, Aaron estaba abandonando el lugar junto con Isabel. Cada día, desde que perdió a Amelia, la ha visitado. Sus ojos rojos y su tenue sonrisa me hicieron notar que él no dejaba de culparse, pero entendía por qué lo hizo. Si su hermana siguiera viva, posiblemente le hubieran quitado su magia. Eso la habría matado en vida y estaba segura de que él no podría vivir sabiendo que ella lo odiaría.

Mi familia siempre había sido importante para mí, pero después de tanta culpa y vergüenza por tal vez no ser lo que mis padres querían de mí, no tuve el valor de ir a donde sus cenizas fueron colocadas.

Alaia fue la fuerza que necesitaba en ese momento y, aunque apenas habló, su compañía era lo único que ayudó para poder alejar los malos recuerdos y abrazar lo bueno que había opacado con tristeza.

Al principio, no podía ni siquiera dedicarles unas palabras, había un nudo en mi garganta, mi piel se erizaba y había una presión en mi pecho que apenas me dejaba respirar. Después de un tiempo pude expresar lo que sentía, les pedí perdón por no visitarlos, les presenté a Alaia y les conté sobre lo que había pasado conmigo en estos años, evitando mencionar a Abraham.

Aunque habían pasado días, aún recordaba la suavidad y frialdad del mármol donde sus nombres habían sido grabados. El constante golpeteo de las gotas de lluvia contra las pequeñas ventanas superiores del mausoleo, hicieron que el ambiente fuera más melancólico, el frío rozaba mi piel como si la propia muerte me estuviera dando la bienvenida.

—Melanie, es tu turno —dijo Lilian invitándome a pasar a su despacho.

Me levanté y Alaia me siguió, dejó un casto beso en mis labios para despedirse, ella tenía que ir con Elías para practicar su fuerza y agilidad.

—Te veo más tarde, amor.

—Si salgo antes vendré por ti, pero sino ya sabes dónde encontrarme —comentó Alaia antes de empezar a caminar de espaldas para no dejar de verme—. Te amo.

—También te amo.

La perdí de vista cuando dio vuelta en un pasillo, suspiré y me animé a entrar. Saludé a Lilian con solo un movimiento de cabeza y me senté en el sofá que había estado presenciando cada una de mis secciones.

—¿Cómo definirías tu semana, Melanie? —preguntó Lilian como cada vez que me ve, era su forma de iniciar nuestras conversaciones.

—Caótica, melancólica, tal vez liberadora.

—¿Cuál es la razón por la que haya sido caótica?

—Después de ir por mi sección con el psiquiatra, visité a Mortimer otra vez.

Mientras soltaba lentamente mi respiración, recordé a Adrián sentado frente a una ventana en el área recreativa. Él estaba en calma acomodando las piezas de ajedrez hasta que me acerqué para jugar con él como en cada visita que le hacía.

🐈‍⬛ Oscura maldición 🐈‍⬛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora