🐈‍⬛ Capítulo 23 🐈‍⬛

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Cada vez que cerraba los ojos, miles de imágenes aparecían ante mí. A veces sentía que seguía encerrada en esa habitación fría, bajo el poder de Marcelo y Mortimer. No he podido dormir, las pesadillas me consumen y, aunque Alaia está intentando consolarme, mi cuerpo y mi mente no entienden de razones.

Mi corazón estaba inquieto, cada latido era más rápido que el anterior, apenas podía respirar sin ahogarme con el mismo aire. Abrace mi cuerpo como si eso fuera suficiente protección contra lo destruida que está mi cabeza, pero cómo detengo algo que es intangible.

—Melanie, respira conmigo.

Sus manos sobre mi rostro me obligaron a hacerle caso. Su voz estaba en calma, pero en sus ojos había preocupación. Intenté imitar sus acciones, tomó una bocanada de aire y la retuvo por varios segundos hasta que la soltó lentamente. Lo repetimos una y otra vez hasta que se aseguró de que pudo tranquilizarme.

De mi boca ni siquiera pueden salir palabras de agradecimiento; en cambio, lloré porque ya no me reconozco. Alaia trató de limpiar mis lágrimas, pero al ver que no paran, desistió de su labor. Empujó mi cabeza hacia su pecho, escuché cómo late su corazón y esperé que el ritmo de cada latido pudiera traerme paz, pero mi cuerpo ahora estaba lleno de adrenalina que no sé cómo sacar.

Lo único que iluminaba mi habitación era aquella lámpara de la mesa de noche y era lo que me permitía ver cómo Alaia tomaba mi mano para entrelazar nuestros dedos.

Estuvimos varios minutos en silencio, hasta que mi mirada empezó a seguir un pequeño rastro de manchas rojas sobre la blusa de Alaia. Al final del recorrido era evidente de dónde provenía la sangre. Levanté la tela con temor porque, aunque sé lo que puede significar, me niego a creer que fui capaz de lastimarla físicamente.

Su abdomen tenía enrojecimiento y marcas de garras, las heridas eran superficiales, pero todo indicaba que en estas condiciones era un peligro para ella. Alaia intentó bajar la blusa, pero ya era tarde, ya lo había visto.

—Estoy bien, Melanie. Esto no es nada en comparación con mis secciones con Aaron.

Nada estaba bien, pero alejé ese pensamiento para ir por el ungüento que tenía en mi habitación para cuando a Sebastián se le olvidaba el suyo. En cuanto abrí el frasco, el horrible olor invadió de inmediato el lugar. Tomé un poco y lo coloqué sobre su piel.

—Perdóname —le dije cuando la vi directamente a los ojos—. No quería que todo esto pasará.

—Lo importante es que tú y yo estamos aquí. Poco a poco irán sanando estas heridas con ayuda y ten por seguro que te acompañaré en ese camino. 

Colocó su mano sobre mi mejilla dejando unas caricias. En su rostro había esperanza y no me atrevía a decirle que todo lo que ella creía sobre el futuro no era posible.

—Además, yo tengo parte de la culpa —dijo Alaia con arrepentimiento—. Tal vez si no hubiera sido tan imprudente, tendríamos más tiempo. Lo lamento tanto, Mel.

—Esto era una bomba en la que Marcelo tenía la decisión de cuando explotarla, fuiste una pieza más en su tonto juego contra mí.

Se quedó en silencio, movió ligeramente su cabeza en afirmación como si estuviera procesando el significado de mis palabras.

—Quiero saber lo que conlleva ser una cazadora y sobre Mortimer.

Había duda en su voz, pero entendía que estaba curiosa sobre lo que ahora era y sobre lo que Amelia le dijo. Me levanté de la cama, estaba segura de que no íbamos a poder dormir. La ayudé a levantarse y coloqué sobre sus hombros un abrigo que la cubriera del frío.

🐈‍⬛ Oscura maldición 🐈‍⬛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora