Capítulo 29

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Mei Yoshida

Observo a Dima a través de la mirilla por poco sintiendo la caricia de su mirada cuando observa por unos segundos el edificio donde me encuentro, pero luego camino hacia su auto y se sube a él. Demora solo dos minutos en acelerar y desaparecer de mi vista.

Guardo el rifle y me apresuro a salir del edificio con cuidado de que nadie me vea. Con el mismo cuidado me subo a mi motocicleta y acelero, alejándome lo más posible de la escena del crimen. Había estado vigilando y siguiendo a Tanaka de cerca desde que descubrí que Dima no había regresado de inmediato a Rusia luego de que lo dieran de alta. No sé como, pero sabía que iría detrás de él. Ahora, luego de saber que se han reunido, sé que Dima sospecha de mi. Y estaba segura de que en alguna parte de él ya sabía que era yo.

El plan inicial era avisarle a la agencia que Tanaka había compartido información confidencial con Dima, pero cuando lo vi salir de ese bar me asusté. No sabía cuanto le había dicho y el recuerdo de aquella mirada que me dedicó en el hospital me atormentó por unos segundos antes de que apretara el gatillo. Si no se lo dijo, no iba a correr el riesgo de que se reunieran de nuevo. Después de todo, tuve que matar a Tanaka luego de que me hiciera entrar en la mansión de Shinoda.

Nunca debí dejar cabos sueltos.

***

En cuanto llego a casa sé que algo no va bien.

Antes de venir a aquí dejé el rifle en un apartamento que mis padres no sabían que tenía, era a donde iba cuando necesitaba un descansado de esta vida.

Soy recibida por un inquietante silencio cuando entro a la casa, con la mano encima en el arma en mi cadera, recorro cada rincón de la casa hasta llegar a la cocina, donde mis padres se encuentran de pie con expresión seria.

Suspiro de alivio al ver que son ellos y no algún ladrón.

—No nos dijiste que saldrías. —son las primeras palabras que mamá deja salir.

Frunzo el ceño.

—¿Por qué debería haberlo hecho? Dejé de decirles a donde voy después de que cumplí dieciocho.

—Acabas de regresar de una misión en cubierta, no puedes andar por las calles como si nada. Alguien podría reconocerte.

Evito poner los ojos en blanco.

—No es la primera vez que voy de encubierta, ¿recuerdan? Sé cuidarme sola.

Quería decir palabras mucho peores que esa, pero me las guardo por mi propio bien.

—Ese chico Voronin sigue aquí. Si te ve podrías estar en problemas. —Casi me rio ante las palabras de mi padre. El único problema que habría si vuelvo a ver a Dima es que yo no le salte encima y viceversa. Bueno, ese sería el caso si aún no sabe quién soy en realidad, y si fuera así, lo único que quedaría por hacer sería ponerme de rodillas y pedirle perdón por haber contado el secreto que me confió—. ¿A dónde fuiste de todas formas?

—A dar un paseo. —respondo encogiéndome de hombros, decido que no estoy de humor para continuar con este interrogatorio cuando mi teléfono comienza a vibrar. Lo saco del bolsillo trasero de mis pantalones y contesto al ver el nombre en el identificador—. ¿Sí, Himari?

No necesitaba ser una agente entrenada para saber por qué me llamaba.

—Encontraron a Tanaka muerto frente a un bar en Sanya. Están intentando rastrear la bala, pero parece que el arma por la que fue disparada no está registrada.

Ninguna de mis armas en el apartamento lo estaban.

—Demonios. ¿Nadie pudo ver quién fue?

Mis padres me observan en silencio mientras tomo asiento en una de las sillas de la encimera.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora