Capítulo 30

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Dima Voronin Smirnov

Miro la pantalla de mi teléfono por lo que parece ser la millonésima vez en los últimos tres días. No obtuve respuesta de mi mensaje de voz, por lo que tomaría su silencio como una respuesta dubitativa.

Resoplando, tomo mi ordenador y busco el video que ha tenido mi absoluta atención desde que Alicia lo encontró. Siguiendo la sugerencia de Tanaka antes de que lo mataran, le pedí a mi hermana que revisara todas las grabaciones del hospital donde me atendieron en cuanto regresé ese día a la mansión de Shinoda. Encontró varias tomas donde salía mi pequeña mentirosa, pero ninguna revelaba nada importante. Fue así hasta que llegó a la grabación del día del secuestro.

Miré la grabación mil veces como para saber que es lo que sucede cuando las enfermeras y médicos me ingresan al hospital sin signos vitales. Nunca me dijo que tanto la había afectado el que me hirieran, pero viendo como le grita a Shinoda y lo amenaza sé con certeza de que no fui un trabajo más. Le importaba.

Luego de terminar con Shinoda se dirige a una cabina telefónica, las cámaras del hospital no cubrían ese plano, pero Alicia la siguió con las cámaras de los alrededores. No podía escuchar la grabación, ya que la cámara que la grabó se encontraba demasiado lejos, así que Alicia buscó entre las grabaciones de esa línea telefónica hasta que dio con la conversación.

Abriendo el cajón de la mesa de la mesa de noche de mi habitación en casa de mis padres, saco el portafolio que mi hermana había armado para mi con todo lo que tenía que saber. Ella la encontró muchos antes de que le pidiera que buscara en esas grabaciones, pero dijo y cito: No me correspondía decírtelo. Tenías que descubrirlo por tu cuenta.

Acaricio la fotografía, su fotografía, en el expediente de la Interpol, sede Japón. Era Mei Yoshida, la agente que habían mencionado en aquella conversación.

Servía a esta fuerza desde que tenía diecisiete, pero recibió entrenamiento desde los diez años. Sus padres eran agentes muy importantes y respetados, por lo que esperaban mucho de ella.

A los diecisiete años, ella y otras hijas de agentes, fueron enviadas a una misión de encubierto en México... Cierro por un minuto los ojos al saber lo que viene, había memorizado cada palabra en estas páginas. Alguien en la Interpol los delató, por lo que cuando llegaron a México las estaban esperando. El reporte, que era información de clasificación uno, narraba que dos de las cinco chicas fueron encontradas muertas luego de haber sido abusadas incontables veces. Las otras tres, incluyendo a mi Mei, estaban en un crítico estado de desnutrición cuando las hallaron. No fueron abusadas, pero fueron golpeadas brutalmente.

Se defendieron, dijo Mei en una parte del reporte, no dejaron que las vieran como presas débiles, pero las otras chicas no soportaron la presión. Dijo que intentaron protegerlas, pero eran demasiados contra ellas. Me dolía el corazón cada vez que recordaba que ella y sus compañeras tuvieron que ver como abusaban de esas dos chicas y como luego las mataban, pero se hacía pedazos una y otra vez cuando leía las palabras «No quiero que mis padres lo sepan». Me es fácil imaginar a una Mei de diecisiete años luchando con este tipo de trauma completamente sola y me dolía el alma por ella y todas esas jóvenes mujeres.

Al principio no entendí por qué había decidido mantenerlo en secreto, pero luego de analizar todo el tiempo que pasamos juntos, lo supe. Ella no quería poner la culpa en los hombros de sus padres, no quería decepcionarlos, y con eso mismo es que había estado luchando todo este tiempo.

Por eso dije aquellas palabras en el mensaje de voz cuando me informaron que el teléfono había sido entregado con éxito. Me sorprendió un poco que hubiera estado ahí en al aeropuerto mirándome partir, pero también calentó todo en mi interior. Tal vez al principio, no me creería, pero le haría entender de que la quería y que nunca me haría sentir decepcionado.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora