14. Verdades a medias

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"La gente que está llena de odio, no sabe cómo manejar el amor."

-P.C. Cast



Un nudo se forma en mi estómago al recordar la conversación con Alyson, así como el secreto que me carcome por dentro, ahogándome cada día un poquito más

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Un nudo se forma en mi estómago al recordar la conversación con Alyson, así como el secreto que me carcome por dentro, ahogándome cada día un poquito más. Golpeo la puerta de la casa de Leia con decisión, tratando de no dejar que los nervios se apoderen de mí. Cuando Leia abre la puerta pequeños rastros de rímel corrido tiñen sus mejillas empapadas, observándome con un rostro lleno de tristeza y desconsuelo. No es la misma persona llena de energía y vitalidad que solía ser. Sus ojos verdes, generalmente brillantes, ahora están nublados por el dolor.

—Matthew —susurra con una voz apenas es audible—. Gracias por venir.

Entro en su casa, sintiendo la tensión en el aire mientras Leia me lleva a la sala de estar. Cuando llegamos me abraza, hundiendo su cabeza en mi pecho e intentando que la devuelva el gesto, cosa que no me sale. Se separa de mí, con el ceño fruncido y la mirada llena de preocupación. La expresión en su rostro me hace sentir incómodo, como si realmente estuviéramos haciendo algo mal.

—¿Qué pasa, Leia? —pregunto con seriedad.

Leia rompe en llanto, incapaz de contener sus lágrimas por más tiempo y tapa su cara con las manos.

—Paul... Paul no quiere saber nada de mí —dice entre sollozos—. He intentado hablar con él, pero me ha bloqueado en todas partes.

Siento un pellizco en el corazón al ver el dolor en los ojos de Leia. Quiero consolarla, estar aquí para ella, pero algo muy dentro me lo impide, llenándome de confusión y desconfianza.

—Necesito un amigo —dice, tratando de justificar mi presencia allí en vez de la de Alyson.

Asiento con resignación, aunque mi expresión sigue siendo dura mientras la escruto con la mirada. Su pelo largo y negro está sutilmente más apagado. Sus ojos hinchados y rojos y las mejillas sonrojadas. Su pijama blanco con melocotones cae sin gracia sobre su cuerpo cansado y cuando me devuelve la mirada tiro de ella hacia mí para abrazarla. Un pequeño suspiro sale de mi boca:

—Está bien —digo cuando se deshace en mis brazos.

"Secretos compartidos".

Las palabras en bucle en mi cabeza cortan como un cuchillo, dejándome con un sentimiento de culpa y angustia. No sé cómo manejar la situación, cómo equilibrar mi amistad hacia Leia con los sentimientos que sé que ella tiene hacia mí sin perjudicar a nadie. Pero sí estoy seguro de  una cosa: no puedo dejar sola a Leia cuando me necesita. No cuando hace un par de años ella tiró de mí. Su fragilidad me estremece, pero también me recuerda un pasado que preferiría dejar en el olvido. Sin embargo, aquí estoy, dejando que mi novia siga enfadada conmigo mientras un montón de preguntas vuelven a surcar su mente.

Antes de la Apuesta (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora