28. Sin medias tintas

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"Siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, ya sea en medio del desierto o en medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia y solo existe aquel momento."

-Paulo Coelho

Veo a Alyson sentada en la mesa y no puedo evitar sonreír

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Veo a Alyson sentada en la mesa y no puedo evitar sonreír. Sus ojos grises, aunque bastante hinchados a causa de la conversación dolorosa de hace unas horas, andan inmersos en la lectura que la tiene atrapada, concentrada de una manera que la hace aún más bonita y no puedo evitar volver atrás en el tiempo, a los días en los que me imaginaba cómo sería besar sus labios gruesos que ahora tiene ligeramente mordidos, siempre torcidos en una sonrisa que opacaba todo el mal del mundo real. El cabello le cae sobre el rostro, desordenado, y de vez en cuando lo aparta de manera distraída, sin quitar la vista del libro que sostiene entre sus pequeñas manos.

Carcajeo para mis adentros cuando arruga su pequeña y delicada nariz, o cuando frunce el ceño, viviendo completamente todo lo que va leyendo y no puedo evitar sentir envidia por la capacidad que tiene de evadirse completamente de la realidad solo con la ayuda de un libro. La admiro mientras me sirvo el café, tan pequeña pero tan capaz de hacerte sentir grande y pleno...

Me inclino sobre la encimera, con la taza caliente entre las manos y la observo como solo sé hacerlo: con miedo. De romperla, de romperme, de rompernos. Pero verla enfundada en la lectura me calma como un trago de vodka, y me pregunto si alguna vez seré capaz de llegar a esa paz que ahora observo en ella, aunque el caos a mi alrededor me ahogue y me impida respirar.

Alyson levanta la vista del libro, lanzándome un beso al aire que atrapo de manera tierna, haciendo que ría, lo que me hace reír mientras me pregunto si en algún momento dejaremos de ser disfraces y sabremos lo que significa la verdadera felicidad.

Cierra el libro y lo deja sobre la mesa, para a continuación golpear con las uñas contra la madera.

—Matt. —Me llama en un tímido hilo de voz—. ¿Hoy tienes algo que hacer?

Niego con la cabeza, dando un sorbo al café ya frío.

—Era por si.... —Hace una pausa—. ¿Puedes quedar con Leia y preguntarla si está bien?

Agacha la cabeza, preocupada y con tristeza.

—Sí, claro —Respondo—. ¿Estás segura de que no quieres venir?

Ella me mira de vuelta, mordiéndose el labio con fuerza y negando lentamente.

—Creo que si voy no te va a contar la verdad —susurra—. No sé... Siento que hay algo que no quiere que sepa.

Me muerdo el labio. Seguramente no me cuente la verdad ni a mí. Después de tantos años empiezo a dudar de si realmente la conocemos. Aunque nunca conocemos a las personas por completo, solo a la parte que ellas quieren que veamos. Al final solo nos conocemos a nosotros mismos, y nunca lo llegamos a hacer en su plenitud. Acabamos cayendo en aquello que dijimos que nunca haríamos y traicionamos nuestros propios valores, los que nos forjan y nos hacen destacar ante los demás, siendo tan egoístas que solo miramos por nosotros mismos, aunque nunca seamos capaces de decirlo en voz alta o simplemente aceptarlo para nuestros adentros. Nos creemos únicos y especiales, diferentes al resto, y acabamos siendo la misma mierda repulsiva.

Antes de la Apuesta (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora