30. ¡Feliz cumpleaños!

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"Para mi cumpleaños me compras el verano. Una suscripción a los rayos. Una colección de olas que hagan ruido cuando no puedo dormir."

-NinaEin

Entre partidos de fútbol, entrenamientos, nieve, lluvia, y canciones de madrugada en compañía de Alyson, llega febrero, y con él, uno de los días más importantes en la vida de cualquier persona, pero que a mí me hace sentir inmensamente infeliz

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Entre partidos de fútbol, entrenamientos, nieve, lluvia, y canciones de madrugada en compañía de Alyson, llega febrero, y con él, uno de los días más importantes en la vida de cualquier persona, pero que a mí me hace sentir inmensamente infeliz.

Mi cumpleaños numero diecinueve.

A veces no puedo evitar sentir envidia cuando observo cómo otras personas celebran con alegría otro año más de vida, pero para mí es una fecha que pesa, tan próxima a la muerte de Andrew que no puedo disfrutarla. Me recuerda que el tiempo sigue avanzando, y que me siento tan jodidamente estancado como al principio. Andrew murió hace dos años, y desde entonces, los días como hoy no tienen sentido. Siempre me decía que cumplir años era como sumar goles en un partido de fútbol: cada uno te acercaba más a la victoria, o al menos a lo que sea que viniera después. Pero ahora, sin él aquí, la metáfora se desmorona, y todo lo que veo es una derrota sin fin, como un partido que ya perdí antes de que comenzara.

Alyson lo sabe, incluso ha estado más atenta de lo normal, y en cualquier otro momento su energía y entusiasmo hubieran sido contagiosos, pero desde hace unas semanas, no. Supongo que he acabado contagiándola mi humor, o quizá solo son las fechas, pero ya no lo intenta. Tampoco dice mucho, pero me lleva a los entrenamientos, me pone canciones para distraerme, me saca de casa a regañadientes cuando solo quiero tumbarme en mi cama y mirar el techo, sin hacer mucho más, a parte de dejarme aplastar por los recuerdos. Sin embargo, esta vez parece más difícil, pues ninguno de los dos somos capaces de hablar o demostrarnos cariño. Nos pasamos las horas muertas en silencio, dejando que el tocadiscos hable por nosotros, observando un punto fijo del salón de Alyson, o contando las baldosas del suelo de mi cocina. 

Atrapados en el mismo bucle interminable, incapaces de salir de él. Juntos pero a kilómetros de distancia, kilómetros que cada día que pasa, Andrew los hace más imposibles de atravesar.

Cuando pienso en él, lo veo por lo que realmente era: manipulador, controlador, un agujero negro que absorbía todo lo que le rodeaba. Me costó tanto darme cuenta de ello, y aún más aceptar que no lo odiaba del todo. Porque, aunque era un imbécil, era mi hermano. Y a pesar de todo el daño que hizo, su ausencia todavía me molesta. ¿Cómo puedes sentir dolor por alguien que te hacía daño? Esa es la pregunta que no logro responder.

Al final, todo se resume en rabia, pero sobretodo culpa. No solo porque ya no está, sino porque me dejó con todas estas emociones enredadas, sintiendo las manos manchadas con su sangre.

El instituto no ayuda. Entrar por las puertas, que me feliciten y tener que responder en una sonrisa fingida, como si todo estuviese de puta madre. Recuerdo mi primer año en el Kickstar. Entré un año después de lo debido, y no pude evitar sentirme fuera de lugar. Siempre se me había dado mal socializar, y tener que integrarme con el resto de estudiantes me parecía tarea imposible. Pero todo eso cambió cuando conocí a Paul, tan carismático y extravagante como siempre, quien se convirtió en mi mejor amigo, ayudándome a superar mis dificultades sociales y obligándome a dar el paso siempre. 

Antes de la Apuesta (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora