24. Historias de terror

121 5 1
                                    

"Para quien tiene miedo, todo son ruidos."

-Sífocles


Llegamos a los vestuarios empapados y llenos de barro, después de correr y patear el balón bajo la lluvia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegamos a los vestuarios empapados y llenos de barro, después de correr y patear el balón bajo la lluvia. Aunque el tiempo no estaba de nuestro lado y el césped resbaladizo había provocado alguna que otra caía, estábamos contentos por la victoria que habíamos sumado a la temporada. Las duchas quedan abarrotadas de las risas y los cantos de mis compañeros, que celebran animadamente su esfuerzo y dedicación. Respiro hondo antes de quitarme la camiseta que tengo pegada al cuerpo, intentando hacer acopio de valentía, porque después de tantos años, es la primera vez que doy el paso de disfrutar del partido ganado entre las cuatro paredes que nunca me han visto reír con el resto del equipo mientras me ducho. 

Trago hondo antes de dejar correr el agua, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás. Dibujo una sonrisa en mi rostro cuando pienso en mi pequeña musa, aquella que siempre está en las gradas cuando juego, animándome y celebrando nuestros goles como si fuesen suyos. En la mirada tan pura y llena de brillo cuando me observa, como si fuese la cosa más bonita que han observado sus ojos grises, sin tener ni puta idea de que la que me convierte en arte es ella misma. Me cuesta respirar y me duele el pecho, pero intento disipar todo pensamiento malo y toda la inseguridad que siento ahora mismo, porque sé de sobra que muy probablemente nadie observe mi imperfección de la manera en la que yo la veo, porque aceptar la cicatriz es la única manera que tengo de hacer que deje de doler. Ya ha pasado bastante tiempo desde que curó y tengo que dejar el pasado atrás, tal y como hace Alyson cada día desde que volvió.

Media hora después de disfrutar y cavilar bajo el agua caliente que abre los poros de mi piel, apago el grifo, enrollando la toalla a mi cintura y peinando mi cabello hacia atrás, saliendo al vestuario donde el resto de chicos se cambian. La tripa se me revuelve cuando reparan en mi presencia, y aunque la mayoría de ojos se posan sobre mí, no veo ningún rastro de maldad en sus miradas, al contrario, parecen felices de que por fin sea capaz de darme una simple ducha con ellos, o quizá solo es mi puta cabeza y el nerviosismo que me invade por completo, porque si me siguen mirando un segundo más creo que voy a acabar vomitando.

—Capi —Susurra Zack aferrándose a mí.

Volteo la cabeza para observarle, abriendo la taquilla y sacando mi mochila de deporte de dentro.

Se muerde el labio, secándose el cabello con la toalla y chasquea la lengua antes de sonreír.

—Gracias por volver. —Me da una palmada en la espalda, a la altura de los hombros—. Nos vemos luego, ¿vale?

Asiento con la cabeza, vistiéndome lentamente mientras los vestuarios se van vaciando por completo. Cuando me ato el cordón de la zapatilla, ya me encuentro totalmente solo, por lo que me cuelgo la bolsa a la espalda y salgo, metiendo las manos en los bolsillos. Atravieso el campo a paso lento, poniéndome la capucha para que el agua no me cale completamente y una figura pequeña corre hacia mí. Río al ver a Alyson con un vestido gris y unas botas de agua amarillas a juego con un paraguas demasiado grande.

Antes de la Apuesta (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora