25. Monstruos

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"Soy mitad agonía, mitad esperanza."

-Jane Austen

Juego con las mangas de mi sudadera, nervioso, viendo como los minutos, que me parecen una eternidad, pasan lentamente

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Juego con las mangas de mi sudadera, nervioso, viendo como los minutos, que me parecen una eternidad, pasan lentamente. Hace rato que el ambiente vuelve a ser calmado, la gente ha seguido con las historias de terror como si nada hubiese pasado, aunque Zack se ha negado a terminar la suya, lo que no me sorprende. Miro la dirección en la que se fue Alyson, con el botellín en los labios pero sin dar ni un sorbo, esperando que aparezca en cualquier momento. Escucho las risas y las conversaciones que me rodean como si estuviese a kilómetros de distancia y no aquí, pero el que está lejos soy yo. mi mente está con Alys, y con el dolor que debe sentir después de que una historia le haya recordado la clase de monstruo con quien compartió parte de su vida.

El mismo monstruo que nos visita a menudo por las noches, sin tener ni puta idea de si en algún momento se irá o es el castigo que nos merecemos por haber permitido que acabase así. Trago con fuerza, esta vez sí, acabándome la mitad de mi cerveza y cierro los ojos. El mundo me empieza a dar vueltas y un nudo gigantesco se me empieza a formar en el abdomen, acompañando la sensación de malestar con el quemazón de la cicatriz que hace tiempo atrás debería haberme dejado de doler, pero que sigue supurando como el primer día.

Me inclino hacia delante, apoyando los codos en mis muslos y sujetando mi cabeza con las manos. Mi mente viaja de mi madre a mi padre y de Andrew a Alyson. Pienso en todos y en el esfuerzo tremendo que están haciendo para llevar una vida medianamente normal y poder dejar el pasado atrás. Entonces el pensamiento fugaz de que ojalá Amdrew no hubiese existido me traspasa y me deja mal. Cierro los ojos con fuerza. ¿Cuándo cambió Andrew?

Hace 3 años

La puerta de la habitación de mi hermano estaba ligeramente entreabierta, y yo, tan curioso como siempre, me acerqué con cuidado de no hacer crujir ningún tablón de madera y poder mirar a través de la rendija. Andrew se encontraba de espaldas, encorvado en la mesa del escritorio, cuando escuché como inspiraba profundamente por la nariz. Se quedó varios minutos en esa posición, apoyando las manos en el borde de la mesa y echando la cabeza hacia atrás. Después se incorporó lentamente, observando un punto fijo en la habitación y soltó un gruñido de rabia,  dando un manotazo a todo lo que había encima del escritorio y tirándolo al suelo. Aún de espaldas a mí, apretó los puños a ambos lados de su cuerpo, por lo que me eché hacia atrás,  asustado, con tan mala suerte que pisé ese tablón que crujía y que todos en la casa conocíamos tan bien. Giró la cabeza rápidamente hacia la puerta,  donde me encontraba, clavando sus penetrantes ojos negros en mí y una media sonrisa retorcida se dibujó en su rostro.  Caminó hacia mí y abrió la puerta con un movimiento rápido.

Mirándolo tan de cerca, pude observar como sus pupilas dilatadas estaban impregnadas en odio, observándome como si fuese una mierdecilla mientras se recostaba en el marco de la puerta. Tragué hondo y cerré los ojos, atemorizado.

Antes de la Apuesta (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora