"Un libro es un regalo estupendo, porque muchas personas sólo leen para no tener que pensar".
-André Maurois.
Llego al instituto con el corazón acelerado y la respiración entrecortada después de pasar por casa para cambiarme la ropa y coger la mochila, corriendo como si de una maratón se tratase para llegar a tiempo de la primera clase. Diviso a lo lejos a Alyson, que, apoyando la espalda en su casillero, lee el libro que sujeta entre sus pequeñas manos como si no pasase nadie a su al rededor. Agarro el asa de mi mochila con fuerza, acercándome a ella a paso lento, alegre y confuso a partes iguales. Me encanta la idea de que Alys persiga sus sueños y que haya decidido intentarlo en Londres, pero está muy lejos la posibilidad de poder compartir ese sueño conmigo y de donde voy a poder llegar después de desperdiciar medio curso, pero quizá en alguna universidad, aunque no sea Oxford me puedan aceptar, alguna que esté a unas pocas horas de viaje en coche de Oxfordshire. Aún queda bastante curso por delante, y no es seguro que se vaya a ir, mucho menos lo que me depara mi futuro que ahora mismo parece un pozo negro sin fondo, pero no puedo evitar sentirme nervioso ante la idea de perderla nuevamente. Cuando estoy llegando a su altura levanta la vista del libro, topándose con mis ojos y sonríe plenamente, dando pequeños saltos en el sitio.
—Buenos días princesa —Sonrío también, besando la comisura de sus labios.
Caminamos agarrados de las manos por el pasillo, charlando sobre cosas triviales hasta que nos encontramos de frente con el equipo de las animadoras. Alyson aprieta mi mano con fuerza, observando a Leia como si fuese un extraterrestre y no su mejor amiga.
—Hola, Leia—saludo evitando la incomodidad que se ha formado de repente.
La chica posa sus ojos en mí, desviando la mirada del rostro inexpresivo de Alys.
—Hola, chicos —responde Leia rápidamente, forzando una sonrisa. —¿Listos para el examen de historia?
—Tan listos como siempre —bromea Alyson, rodando los ojos.
Suelto una leve carcajada, acariciando sus nudillos en un intento de relajarla, por lo que me siento más calmado cuando deja de apretar mi mano.
—Ese es el espíritu —ríe—. Oye, Matt, después de clases, ¿podemos hablar un momento? Es sobre la planificación del próximo evento benéfico.
—Claro —respondo en un carraspeo, notando la mirada curiosa de mi novia. —Nos vemos luego.
La primera parte del día transcurre rápidamente. Las clases han sido in coñazo, como de costumbre y el examen... Bueno, el examen podría haberme salido mucho mejor, pero es que no me podía concentrar en nada y todo lo que había estudiado parecía no existir en mi mente, solo le daba vueltas una y otra vez al hecho de que Alyson, probablemente se fuera para el próximo año, que yo me quedaría aquí y que la distancia supondría el fin de nuestra relación. Y aunque me digo a mí mismo que soy un exagerado, y que seguramente nada de lo que piense ocurra de verdad, ya he pasado demasiados años lejos de ella para volver a pasar por eso. Doy un trago del zumo y miro a Alyson. Está sentada a mi lado en la cafetería, prestando atención a todo lo que hablan Ian y Zack. La conversación gira en torno a los próximos exámenes y el partido de fútbol del viernes. Intento reírme y mostrar interés, pero no puedo sentirme pleno del todo. No cuando hay un asiento vacío en la mesa. Ese que debería ocupar Paul, con sus chistes malos y su humor negro y que probablemente ya me habría sacado los pensamientos intrusivos de la cabeza. Echaba de menos las charlas que teníamos mientras compartíamos una pizza y acabábamos borrachos, cantando y tocando la guitarra hasta que llegaba mi madre y amablemente nos pedía que bajáramos la voz. Paul había sido mi soporte cuando Andrew lo jodió todo, y siempre había estado ahí, sin tener en cuenta mis cagadas y que siempre me acabara apartando. Nunca me había dicho una palabra más alta que otra, ni me había reprochado nada. Más que un amigo, era mi hermano. Era la persona en la que quería que se convirtiera Andrew, tan sabio y lleno de vida, capaz de contagiarte la risa y borrar cualquier signo de preocupación. Paul me demostraba siempre lo orgulloso que estaba de mí, por mucho que yo nunca valorara del todo que siempre estuviera dispuesto a ayudarme o aconsejarme, y ahora que no está, no puedo sentirme peor. Soy un amigo horrible y seguramente, la amistad que habíamos consolidado desde la guardería se había acabado para siempre.
—¡Matt, no olvides nuestra reunión! —grita Leia acercándose a la mesa, captando la atención de todos.
—No lo haré —respondo antes de dar un bocado grande a mi palmera de chocolate, volviendo a la realidad que tanto me pesa.
Alyson me mira con una sonrisa, buscando mi mano por debajo de la mesa.
—¡Qué ganas de ver lo que se os ha ocurrido para este año! Creo que es una de las cosas que más echaba de menos durante el tiempo que estuve fuera
Suelto un pequeño suspiro antes de besar su mejilla.
—Va a ser perfecto, ya verás —le guiño un ojo a Zack e Ian, que responden de la misma manera.
Cuando por fin terminan las clases, me despido de Alyson, la cual va a esperarme en el banco que hay fuera del instituto, leyendo y comiéndose su paquete de galletas, restregándome que se lo va a comer ella sola y no me va a dejar ni una sola para que las pruebe. Después de fingir molestia y llenar su cara de besos me dirijo al gimnasio de forma apresurada, donde Leia ya me espera, sola, revisando algunas notas en su tablet. Levanta la vista cuando nota mi presencia y me sonríe alegremente.
—Gracias por venir.
—De nada. ¿Qué necesitas? —pregunto, sentándome a su lado.
Tamborilea con el lápiz táctil encima de la tablet, mordiendo su labio.
—Solo quería discutir algunas ideas para el evento. Quiero que este año sea especial, inolvidable—. dice, acercándose un poco más—. Ahora que está Alys aquí tiene que ser algo... Mágico.
—¿No te convence la idea del balón de oro?
Leia niega con la cabeza, riendo.
—No, no es para nada eso, pero necesito tu ayuda para asegurarme de que todos estén motivados. Y, bueno, también quería asegurarme de que tú estés bien y de que Alyson tambiñén lo esté.
Me revuelvo en el asiento. ¿Por qué todo el jodido mundo me pregunta una y otra vez lo mismo?
—Estoy bien, y Alyson... Bueno, ella lo lleva como puede —Aprieto mis labios en una fina línea—. Poco a poco vamos hablando ella y yo sobre eso, y ayuda bastante.
Leia sonríe, pero hay algo en sus ojos que hace que me sienta inquieto, como si ese brillo esperanzador verde se hubiera transformado en una sombra oscura carente de sentimientos.
—Eso es bueno, realmente bueno. —Se pasa la lengua por los labios—. Espero que pronto decida dejar de estar enfadada conmigo y volvamos a ser como antes...
—Solo necesita tiempo. —Peino mi cabello hacia atrás—. Todos lo necesitamos.
Después de media hora tediosa, en la que no puedo dejar de mirar como avanzan las manecillas del reloj, imaginándome a Alyson sola, sentada en el banco y leyendo, la "reunión" finaliza. Me encantaría decir que he escuchado las propuestas brillantes que siempre tiene Leia, pero mentiría. Solo llegaba a mis oídos un murmuro, acompañado de alguna que otra carcajada, y yo solo asentía, soltando un gruñido de afirmación de vez en cuando. Por muchos años consecutivos de preparativos para eventos benéficos y deportivos, en los que a penas me puedo concentrar en las ideas que tiene el resto y que me consultan como si fuese la persona más adecuada para tomar esas decisiones, parece más una tradición que una reunión. Cada puto año igual.
Corro hasta la salida y me acerco a Alyson, que está tan ensimismada en su lectura que no parece reparar en mi presencia. Doy un pequeño grito, lo que hace que se sobresalte y se resbale el libro de sus manos, dándome un manotazo cuando empiezo a reírme a carcajada limpia.
Guarda las cosas en su mochila y sujeta mi mano, tirando de mí de camino a su casa. Me habla de personajes ficticios, de sus miedos, de sus sueños y esperanzas. Me cuenta lo bien hilada que está la historia, y lo real que se siente ese mundo ficticio, como si leyendo se pudiera transportar a ese sitio. Yo la escucho embelesado, enviando su capacidad para escapar del mundo cruel y echando de menos esos días en los que le compraba un libro para que se lo enviara Leia y yo me compraba exactamente el mismo porque era la única manera de poder sentirla cerca. Esos días en los que dejé de salir por estar leyendo y me aficioné a los libros.
Cuando llegamos a la puerta de su casa me besa, tan profundamente y con hambre que parece que no nos vamos a ver más. Agarra ela tela de mi camiseta, intentando abrir la puerta de su casa y una vez dentro me tira en el sofá, poniéndose a horcajadas sobre mí.
—Vamos a estar bien, ¿verdad? —pregunta lamiendo mi labio con lentitud.
—Sí, vamos a estar bien —respondo mordiendo su labio y abrazándola fuertemente cuando mi cuerpo y el suyo se fusionan en uno solo.
Lo estaremos, pequeña estrella, voy a asegurarme de ello.
ESTÁS LEYENDO
Antes de la Apuesta (2)
RomanceSEGUNDA PARTE DE APUESTA ¿CONSEGUIDA? Matt siempre creyó que el destino estaba escrito en las estrellas, pero nunca imaginó que el suyo estaría tan entrelazado con el de Alyson. Desde el primer momento en el que la vió, supo que ella era diferente...