CAPITULO 10

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"Muy buenas noches señores Armstrong, mi nombre es Christopher y les doy la bienvenida al restaurante Mil lunas y para mí será un placer atenderlos en esta velada, sus platos están siendo procesados  exclusivamente por el chef en este momento, mie...

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"Muy buenas noches señores Armstrong, mi nombre es Christopher y les doy la bienvenida al restaurante Mil lunas y para mí será un placer atenderlos en esta velada, sus platos están siendo procesados  exclusivamente por el chef en este momento, mientras tanto la casa les invita ante tan amena visita el licor de su preferencia, en el momento que ustedes deseen ordenar, si necesitan algo no duden en llamar, yo seré su servidor exclusivo por esta noche".  Casi se me escapan las palabras del mesero por lo concentrado que estoy en ver a mi temblorosa reina.

Con un pequeño asentimiento, dándole entender al mesero que lo escuché, este se aleja dándonos la privacidad que tanto queremos, han pasado 20 minutos desde que estamos aquí en los cuales mi reina se ha aportado muy bien.

Hemos pedido unos pequeños tentempiés de diversas frutas con una salsa especial hecha de canela y vainilla, haciendo que resalte el sabor sin estar lo suficientemente dulce como arruinar su paladar, tanto mi hermano como yo nos quitamos nuestros chalecos para poder alimentarla sin estar restringidos, no se ha quejado ni una sola vez desde que nos trajeron el platillo y ha obedecido cada una de nuestras instrucciones, haciendo que la erección que tengo desde que la vi, en este momento este rigiendo en medio de mis piernas y se endurezca cada vez más por su obediencia.

Esta mujer me está volviendo loco.

Si en el pasado alguien se hubiera acercado a mí y me hubiera dicho que estaría tan duro sólo por ver a una mujer abrir su boca y degustar fresas con mermelada, muy posiblemente le partiría la cara por tal falta de respeto, ya que, ¿Qué clase de hombre se calentaría sólo por unos labios rozando una fruta?.

Pero esos labios, esos labios tan rellenos que fantaseo verlos envueltos alrededor de mi miembro cada vez que abre su boca es algo que no puede ignorar.

En el poco tiempo que llevamos en el restaurante no le hemos quitado nuestra atención de encima, la hemos llenado de caricias sutiles que sabemos que están funcionando, puedo ver sus pezones erectos a través del vestido negro, desde que soy consciente y me sentí atraído por el género femenino, jamás se me hubiera ocurrido que vería tan hipnotizante, tan jodidamente ardiente y tan erótico el observar a una mujer comiendo unas simples frutas.

Pero el verla abrir la boca con sus gruesos labios, sacando sutilmente sus rosada lengua para aceptar la fruta que le damos y el como pasa su lengua arrastrando como una especie de tortura el dulce restante que queda sobre ellos, me hace querer levantarla del asiento ponerla sobre la mesa y hacer la jodidamente mía.

Pero estoy consciente que soy demasiado obsesivo en este momento como para dejar que unos ojos que no sean los míos o los de mi hermano la vean desnuda, estoy seguro de que le arrancaría los ojos con una cuchara de postre a cualquiera que note mirándola, con unas cuchillas sin filo arrancaría  las orejas a cualquiera que estuviese escuchando sus gemidos de placer, ese es un regalo que sólo nos pertenece a nosotros, sólo nosotros tenemos el privilegio de estar viéndola  llegar a la cumbre de su éxtasis.

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