El día comenzó y el ambiente del palacio seguía tenso, lleno de nerviosismo e incertidumbre, o, por lo menos, así lo veía la joven sirvienta que desde que le había mandado esa nota al bailarín no había recibido ninguna clase de respuesta o indicación sobre lo que haría con esa importante información que tenía en sus morenas manos, ¿tal vez la haya delatado o simplemente haya tirado su nota creyendo que no era nada importante?, rezaba porque no fuera así, porque aquel mensaje que escribió con tanto cuidado y lágrimas en sus ojos hubiera llegado a él y que todo eso que su cobardía impedía decirle a la cara lo hubiera leído en el viejo trozo de papel.
— ¡Arline!, ¿¡a qué estás esperando!?, ¡te pasas todo el día holgazaneando! -una de sus compañeras, bastante mayor y con un arrugado gesto de desagrado que le lanzaba siempre que estaban juntas, le gritó desde el exterior de su cuarto, obligándola a salir de inmediato, confusa, y esperándola impaciente de brazos cruzados hasta que la vio aparecer- ¿¡se puede saber qué hacías!?, ¡tenemos que ir a limpiar la zona de los despachos y tú, ahí, durmiendo tan tranquila!
— Pero pensé que aquella zona solo la limpiarían las mujeres de absoluta confianza hasta que se resolviera el problema de los robos.
— ¿¡Acaso vives en una piedra!?, ¿¡o es que ya te has quedado sorda!?, ¡todos los objetos ya han aparecido, todas esas cosas han sido devueltas a sus sitios!
— ¿Devueltas?
— ¡Sí, de forma anónima, como una especie de milagro! ¿¡pero qué importa eso!?, ¡no te entretengas más y acompáñame!
— ¡Ahora mismo, sí, solo espérame un segundo!
— ¡Oye!, ¡pero bueno!, ¿¡a dónde vas ahora!? -exclamó, presenciando atónita cómo esta salía corriendo, ignorando sus órdenes al completo, y desaparecía tras subir las escaleras que comunicaban el sótano de las sirvientas con el resto de la enorme casa.
No obstante, y en contradicción con su comportamiento decidido, ella no sabía a dónde ir, sus piernas se habían movido solas, por impulso, sin necesitar más que un "de forma anónima" para activarse, para buscarle con el corazón en un puño, sintiéndose desesperada por hallarle.
Corría por los pasillos, siendo acompañada por el vuelo que el aire le daba a su oscura falda y llamando la atención de todos aquellos con los que se encontraba, guardias, sirvientas, incluso una de las hijas del conde, pero no había ni rastro del bailarín, y, aunque fuera cierto que el palacio era gigantesco y que aún no recorría ni la mitad de las estancias, la ansiedad de pensar que, por reparar el error que ella misma había cometido, por resolver el problema que ella misma había causado, le podría haber pasado algo, era algo que jamás se perdonaría, pues ya le había traicionado y aún se seguía castigando por ello con amargas palabras y golpes, pero si ahora él había resultado herido de alguna forma, estaba segura de que su mente no la volvería a dejar descansar.
Los pensamientos seguían aumentando en dramatismo y tragedias mientras que su cuerpo seguía a gran velocidad, ignorando el cansancio y el dolor de sus pies por la falta de costumbre y el incómodo calzado, creyendo ya que no le encontraría, que aquella nota sería la última comunicación que tendría con él, creyendo que, una vez más, se había quedado sola por su culpa, que le había perdido para siempre, hasta que, al final de un gran corredor, en frente de una luminosa ventana, una melena oscura como la noche y un cuerpo al que se había aferrado con tanto cariño le devolvió la respiración, atreviéndose a acercarse a este, a un paso muchísimo más lento que el que había llevado hasta el momento y sin intención alguna de asustarle, hasta posicionarse a su lado.
— Hola, Diego... -dijo con su voz temblorosa y sin ser capaz de buscar el contacto visual, solo mirando en la misma dirección que él, al exterior, a aquel hermoso bosque que rodeaba la casa. El chico, notando su presencia pero manteniéndose inmóvil, hizo un leve sonido con su garganta para indicarle, sin mucho interés, que la estaba escuchando- me he enterado de que las cosas robadas han aparecido...
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Entre tu lugar y el mío
RomanceUn inocente bailarín de palacio conoce a una joven invitada en una de sus fiestas. ¿Qué hay más allá de las paredes del castillo?, ¿cómo de fácil es enamorarse siendo un esclavo?