LA CAÍDA DE UNA REBELDE
El sol se ocultó de forma tímida entre las lejanas montañas del oeste, escondiéndose y dejando un cielo lleno de oscuridad a su paso reinado por la luna que, en su fase de plenitud, alumbraba con su tenue luz y vigilaba a todo el que estaba a sus pies, a todo ser que osaba deambular a esas altas horas de la noche, incluida esa mujer procedente directamente de los infiernos que, dejando las últimas joyas aperladas que rodeaban su esbelto cuello en una caja de madera, se preparaba para el encuentro al que se le había citado hacía apenas unos días.
Su traje, oscuro y aterciopelado, similar a los que llevan las viudas en el entierro de sus esposos, barría el suelo del burdel según avanzaba en dirección a la salida con una expresión monótona de tranquilidad que reflejaba todo el veneno que corría por su interior, que la hacía envejecer poco a poco y que torturaba a sus siervas al expulsarle mediante vejaciones o golpes, unos golpes que hacían arder su corazón como si fuera lo más satisfactorio del amplio mundo, más allá del dinero, más allá de la reputación e incluso de su ego, su verdadera adicción sin duda era el sufrimiento ajeno.
A tan solo unos metros del establecimiento, los árboles comenzaron a multiplicarse y a hacerse bastante más robustos y frondosos, dándole la entrada a un bosque inundado de penumbra, soledad y un silencio que de vez en cuando se veía opacado por los molestos sonidos de la naturaleza, silbidos de pájaros, pitidos de grillos y el ulular de los búhos que se habían desvelado esa noche primaveral solo para martirizar sus oídos y aumentar el perpetuo dolor de cabeza que sufría desde su infancia.
— Sir. Eudo -su voz, firme y rasgada, rebotó por cada rincón del verde bosque sin necesidad de alzarla demasiado, haciendo eco en cada tronco y ramita y permitiendo que se supiera de su presencia en un radio bastante amplio a su alrededor, pero aún así, nadie contestó a su llamado- Sir. Eudo -repitió, incrementando un poco más el volumen esta vez y recibiendo otro silencio frustrante y ensordecedor como respuesta- ¡Sir. Eudo! -dijo una vez más, ya con clara molestia en su timbre cuando su extremadamente corta e inestable paciencia se agotó y empezó a cansarse de estar de pie en aquel sucio lugar lleno de ratas, esperando por un presuntuoso y mujeriego noble que le estaba deshonrando con su tardanza y le mostraba una enorme falta de respeto hacia su persona ante su retiro repentino del plan que de forma tan detallada explicaba en la carta.
Sus nervios estaban a flor de piel, pero no por el miedo a los hambrientos animales que allí pudieran localizarla o a los nocturnos cazadores que pudieran confundirla con otro ser y dispararla, o simplemente aprovechar su aparente vulnerabilidad para abusar de ella, sus nervios estaban a flor de piel porque supo que había llegado el momento de enfrentar la verdad y acabar con todo cuando unos pasos entaconados resonaron en la húmeda tierra justo detrás suya.
— Hola, Victoria -habló una potente voz femenina, a una distancia media, que lo detonó todo, todo lo que ya no podía revertirse pasara lo que pasara, y que obligó a que la mayor se girara sobre sus pies para encarar y descubrir sin sorpresa a aquella que había llegado a considerar su mayor enemiga y amenaza tras muchos años en su reinado del terror.
— Hola, Lilian -contestó con un tono absolutamente calmado mientras la miraba de arriba a abajo, su rostro lleno de rabia y decisión, sus ropajes de cama y la falta de maquillaje con la que mostraba una parte mucho más real, e incluso salvaje, de ella misma, y su postura, defensiva pero temblorosa, con la que sostenía la pulida y gran ballesta apuntando sin dudar en su dirección y estando cargada con tan solo una flecha, una flecha que sería decisiva no solo para ella o para su familia, sino para todas las mujeres que viven y vivirán en el burdel en contra de su voluntad, una flecha que podría llegar a cambiar el rumbo de la historia sin necesidad de tener más al alcance, una única flecha que devolvería al diablo a su trono en el inframundo- vaya... parece que me has pillado, ¿qué vas a hacer ahora...?
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Entre tu lugar y el mío
RomanceUn inocente bailarín de palacio conoce a una joven invitada en una de sus fiestas. ¿Qué hay más allá de las paredes del castillo?, ¿cómo de fácil es enamorarse siendo un esclavo?