Capítulo 4: Recuerdos.

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Al paso de unas horas, JungKook se levantaba de mal humor al no dormir casi nada por culpa de un fantasma y sus ocurrencias, se dio una ducha y dirigió al circo, quería ver todo como si fuera la primera vez que estuvo.

En su trayectoria se chocó con un hombre de estatura baja y piel pálida.

—¡Oye! -Dijo el peli blanco. —Fíjate por donde... ¿JungKook?

—¿Quién eres?

—¿No me recuerda? Soy Agust D, el hombre de porcelana...

—No te recuerdo.

—Siempre supe que HaeJung era un monstruo, pero nunca imaginé que sería capaz de hacer eso.

—¿A que te refieres?

—Si no recuerdas, no pasó. -Se levantó no sin antes ayudar al contrario a levantarse. El peliblanco sentía mucho dolor en su cuerpo, pero decidió callar, la última vez hace 3 años había abierto demasiado el pico.

—¿Agust D, no?

—Si señor.

—¿Sabes de alguna adivina o algo sobre eso que ende por aquí cerca?

—No señor, en este circo no hay nada de eso. Ahora si me disculpa debo retirarme. -Dijo sin más, dejando al menor en la luna.

Exploró un poco más hasta encontrar al maestro de ceremonia que dirigió el espectáculo el día de ayer, se acercó para hablar con el pelinaranja.

—¿J-hope?

—El mismis... JungKook...

—Un gusto, verá quisiera felicitarle por lo de ayer, usted junto a Angel fueron increíbles.

—Oh, gracias. Todos trabajamos duramente para darle esta bienvenida, espere por más. - Sonrió de manera tétrica. —Nos vemos más tarde, tengo cosas que hacer. -Se retiró aún teniendo esa sonrisa.

—Qué extraño sujeto. - Suspiró. ¿Por qué todos se alejan de él?

Caminó hasta encontrarse con Angel, no tenía una mirada muy feliz que se dijera, más bien, como si quisiera matarlo.

—Angel, hola.

—No me busque, estoy ocupado y si me sigue hablando no dudaré en meter este cuchillo en su jodido corazón. -Lo empujó.

—¿Por qué es así? - Se dijo a si mismo.

—Traumas, Jefe, traumas. -Respondió un voz atrás de él. JungKook se dio la vuelta encontrándose con MoonDrop. —Si pudiera revivir al muerto, nada sería así. -Se dio la vuelta y siguió el camino del menor.

—¿Revivir al muerto? -Pensó.

El resto del día fue igual, todos los trabajadores lo ignoraban o a penas le dirigían la mirada, para ellos, él no existía. Estaban sumisos en sus propias cosas que ya les valía una mierda si JungKook acaba con sus vidas.

Estaban locos de remate.

Esa misma noche, JungKook se preparaba una vez más para estar presente en esos actos que más bien lo hacían sentir de menos.

La ahora abuela Jeon, se acercó a su nieto con una mirada irreconocible, colocó su vieja mano arrugada sobre el hombre del menor y habló.

—Sigue mis instrucciones, JungKook.

—¿A que te refieres?

—Mi voz te guiará en toda tu trayectoria siendo jefe de este lugar...

—Abuela, sabes que ya no eres tan joven y quizá un día...

Psycho Circus - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora