Cap34.

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Más cerca de la muerte

Nunca pensé tener que crear una estúpida reunión para esto, pero es la primera vez que todo mi ser depende de otra persona. Carrie se apoderó de todo mi cuerpo.

--Vamos!!, los necesito listos, quiero que todos escuchen bien lo que voy a explicar, esto es demasiado importante.

Todos mis hombres asienten con semblantes serios, han sido entrenados justo para eso, para no sentir compasión ni lástima por nadie. Yo era igual, pero creo que al final siempre hay un ángel que puede ganar a un demonio.

--Señor, hemos recibido noticias. --uno de los guardias entra con un sobre en la mano.

--Démelo.

El guardia se acerca y en cuanto siento el sobre rozar mis manos, lo abro rápidamente, sé que son noticias sobre ella, y así es. Dentro del sobre hay fotos de Carrie, se encuentra sentada en una silla, atada de manos y pies, con una cinta cubriendo sus finos labios. Su cabello blanco se encuentra apagado, ya no brilla. Sus ojos cerrados me hace saber que está inconsciente. Me duele verla así. Tomo cada foto y la destrozo. Se acabó!!. Voy por ella de una puta vez y no importa si en el intento salgo yo de la partida con tal de tenerla a ella con todas las vidas aseguradas.


CARRIE

Mi corazón late desesperadamente, mis ojos se abren como platos, el sudor recorre mi frente. Fue un sueño, un puto sueño.

--Pareces bastante agitada, regina. ¿Con qué soñabas?

Mi cuerpo ya esperaba encontrarlo cerca de algún modo, últimamente pasa más tiempo vigilandome que en sus cosas.

--No te importa.

--Tienes razón, no me importa, pero si que me interesa saber quién es capaz de hacerte sudar así en sueños.

--Déjame en paz.

--Bien.

Aún no he podido observar del todo su rostro, sé que tiene una mandíbula firme y ojos cargados de un fuego que podría atravesar a cualquiera.

--Te dejaré aquí por unos minutos, algo me dice que la visita llegará muy pronto.

--¿Visita?

Ríe con su habitual tono ronco.

--Sí, una visita bastante esperada, cierto ¿dulcecillo?.

--¿Han?

Asiente mientras se levanta de dónde se encontraba sentado y comienza a arremangar las mangas de su camisa.

--No le hagas nada.

--Te equivocas cariño, yo no le haré nada --se acerca a mí, pegando su boca a mi oído --  serás tú quien lo termine de matar. --termina la frase, pasando su lengua por el lóbulo de mi oído hasta llegar a mi clavícula.

Me alejo todo lo que puedo de él y veo como toma unas cuerdas y la misma cinta con la que me había atado días atrás.

--¿Qué vas a hacer?

--Prepararte adecuadamente para nuestro huésped.

--Suéltame, Han no va a caer tan fácil.

--Pero tenemos a su carnada preferida.

Yo. Joder, no Han, no vengas por favor.

Lágrimas bajan por mí mejilla, dejando todo mi cuerpo sin apenas fuerza. Lo que el aprovecha para atarme a la silla y colocarme la cinta sobre mis labios, evitando que el suspiro que llevo dentro salga.

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