Capítulo 5: Sueños.

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(Alison)

— ¡Mamá!

El grito inunda el aire y el cuerpo cae pesadamente, inerte. Una marioneta desechada.

— ¡Te odio!

La furia es sobrecogedora, cegadora. Las palabras cargadas con una emoción que se había reprimido demasiado tiempo.

Un dolor punzante que se extiende por el costado, impidiendo el movimiento. La sombra imponente que se  alza justo enfrente, intimidante, aterradora, impenetrable. 

— ¡Maldita puta!

El fuerte agarre en el cabello, firme y contundente como el acero, levantando el cuerpo del suelo con desorbitante facilidad.

El olor a alcohol inundando sus fosas nasales. La furia, el miedo y la impotencia entremezclándose en un remolino arrebatador.

Piel contra piel. El sonido sordo de un golpe iracundo. El sabor metálico de la sangre esparciéndose, caliente y espesa.

— ¡Se lo dije! ¡Le dije a esa puta que no debíamos conservarte! ¡Mira a dónde la llevó su jodida moral! ¡No son más que muebles! ¡Miserables bestias!

Otra patada en el costado. Una risa seca. Otro golpe y un quejido apenas audible.

Manos callosas y ásperas contra la suave piel. Un dolor abrasador en la espalda tras chocar contra la fría pared.

— ¡Mírame! ¡Mírame mientras te hablo, zorra!

Los dedos rugosos apresando el mentón, haciendo daño. Una sonrisa torcida, macabra, cruel.

—Debí haberte follado cuando tuve la oportunidad. ¡Mira lo que le has hecho a tu preciosa cara!

Una bofetada. Corta y brutal. Los sentidos nublados por el dolor y una furia inconmensurable, casi salvaje.

El brillo animal en los ojos, determinados y letales de pronto.

El forcejeo.

El intento de liberación.

La lucha por sobrevivir.

Y enseguida, un sonido sesga el aire y desgarra el silencio.

Un sonido rápido, casi ensordecedor en ese pequeño lugar.

Un disparo.

Desperté agitada, con un grito atorado en mi garganta. Mi corazón latiendo desbocado y mi respiración acelerada. Sentía el sudor frío corriendo por mi pecho y mi frente, causa del miedo.

Las imágenes se repetían una y otra vez, como una mala película en una espiral sin fin y a medida que lo hacían, la opresión en el pecho crecía, haciéndome imposible el respirar. No tenía noción del tiempo y el lugar; palpé mi corazón y me mantuve estática.

No es real, no es real, no es real, no es real.

No era real. Eran pesadillas, pesadillas que me asediaban cada noche, a veces aquella misma, a veces algunas peores.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había tenido un sueño tan vívido? ¿Por qué volvían ahora esas pesadillas tan nítidas? Estaba acostumbrada a las pesadillas, pero no a este tipo. Éstas eran las peores, las que se supone que había superado tiempo atrás, porque ese tipo de sueños me aterraban sin medida y provocaban crisis, crisis como éstas.

No lloré. No podía llorar, no me permitía llorar. Era una acción que había quedado en el olvido hacía mucho tiempo.

Cuando pude recomponerme de ese siniestro episodio, miré alrededor y entonces caí en la cuenta: no estaba en mi departamento, sino en el del tipo del bar.

Jade [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora