Capítulo 19: Los Turner.

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(Leo)

                  

El aire estaba cargado, podía decirlo por la forma en que la atmósfera se tornaba más asfixiante, por la manera en que la gente pululaba por el gran salón.

La casa de Charles Turner era especialmente conocida por la majestuosidad de su edificación y por la opulencia de sus fiestas. En aquella ocasión, eran más de quinientos invitados y la estancia permanecía con el espacio suficiente para ir y venir cómodamente. Aún así, no podía dejar de percibir esa sensación de estrechez, como si el gran salón no fuera más que una lata de sardinas.

Los hombres con los que charlaba me resultaban, a falta de un  mejor término para definirlos, aburridos. Ninguno de ellos, incluso llevando consigo la promesa de ganar una exuberante cantidad de dinero si sabías jugar su juego o la perspectiva de asociarte con bellas mujeres despertaban algún tipo de interés en mí.

Era un vacío de apatía, insensibilizado al rompedor de sueños que este lugar realmente era.

Vivía el sueño que la mayoría de las personas quería vivir y era el mismo infierno, sólo que con una pesadilla diferente.

Jade permanecía a mi lado, ataviada con un vestido tinto que no hacía más que resaltar sus fascinantes curvas, con una copa de champagne y tan desconcertantemente callada que ni siquiera yo podía creer lo que estaba contemplando. A estas alturas ella ya tendría que haber insultado a unos cuantos y dejar en ridículo con sus comentarios a otros tantos. Parecía distante, preocupada incluso y el sentimiento de que algo le sucedía a pesar de mantener esa capa de insolencia y suficiencia seguía latente.

—¿No cree eso factible, señor McCartney?—la voz de uno de los hombres me sacó de mi ensimismamiento y lo único que atiné a hacer fue asentir.

No estaba de humor para entablar una conversación fastidiosa que terminaba siempre en lo mismo: adquisiciones, dinero y poder; cosas que yo ya conocía bastante bien.  Lo único que deseaba era encontrar al decrépito de Turner, convencerlo con unas cuantas palabras, largarme al cuarto de hotel y poseer a Jade como si no hubiera un mañana.

Lamentablemente, mientras no fuera capaz de cumplir con los primeros puntos de mi lista, no podría cubrir los que me mantenían más ansioso.

Con hastío, paseé mi vista por la atestada estancia. Turner tenía que estar en algún lugar.  Lo ubiqué en una de las esquinas, con ese cuerpo enjuto; tenía el cabello tan blanco como el algodón y parecía apenas mantenerse en pie con esa postura encorvada y demacrada.

Supuse que si quería salir rápidamente de aquel problema tendría que actuar cuanto antes.

—No pierdas el tiempo con él, Leo—dijo alguien a mis espaldas, como si me leyera el pensamiento—. No es el hombre que buscas.

Me giré para ver a la persona que se había adelantado a mis movimientos y alcé una ceja a quien tenía frente a mí.

—Tampoco tú eres a quien busco, Bastian—las comisuras del aludido se alzaron en un rictus y yo lo miré con diversión.

—Claro que sí. ¿Acaso no vienes para el contrato de la construcción?—chasqueé la lengua y  él esbozó una sonrisa—. Como imaginé. Al menos deberías saludar, ha pasado mucho tiempo desde que te vi. La última vez...

Dirigió sus ojos grises a Sherlyn y pareció enteramente complacido.

—...Venías acompañado de alguien diferente. Es bueno contemplar a una mujer que sea tal festín para los ojos—se acercó a ella y  besó su mano. Jade sonrió débilmente y no pude evitar pensar que enserio había algo mal en ella si aceptaba tan dócilmente su cercanía y sus cumplidos—. Siempre has tenido esa habilidad, ¿no, McCartney? Atraes solamente a las personificaciones de Afrodita.  Incluso Agnes...

Jade [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora