Capítulo 26: Tentación.

111K 10.4K 12.5K
                                    




(Alison)

Era cálido. Fuerte. Cómodo. ¿Cuánto tiempo más podría seguir fingiendo que dormía para no tener que dejar de abrazarlo?

Me gustaba su aroma, siempre lo había hecho: colonia, menta y protección. Trabajando como prostituta había aprendido que confiar en un hombre era un acto arriesgado y absurdo; había caído en la cuenta que era como tirarse al vacío y esperar que milagrosamente hubiese un colchón abajo, y el 99% de las ocasiones, no sucedía.

Para Leo no era más que su fuente de diversión. Me había conocido como una prostituta y me había tratado como tal. Jamás me dijo que podía confiar en él ni me dio motivos para hacerlo, ¿entonces por qué no me sentía en el vacío? Más bien sentía como si estuviera sentada en el colchón: firme, seguro y agradable.

Confiaba en él porque estaba total e inminentemente enamorada. De sus momentos malos y de los buenos, de sus exigencias y sus risas, de sus ocurrencias y nuestras peleas.

Pero estaba mal, jodidamente mal.

Él se removió entre sueños y me estrechó más contra sí. Me gustaba esta sensación de pertenencia, de seguridad y de cariño aunque no fueran más que espejismos en un desierto austero de conveniencia.

—Alison—susurró él con voz soñolienta—. Tenemos que empezar a movernos, llegarán por nosotros en cualquier momento.

¿Era estrictamente necesario moverse? ¿No podíamos simplemente permanecer un poco más de tiempo así, por favor?

Él pareció entenderme puesto que no volvió a repetírmelo y simplemente se dedicó a acariciar mi espalda de manera distraída. Podía estar así todo el día.

‹‹ Me gusta tu actitud y Víctor tiene razón, podemos ser...ya sabes, una especie de camaradas. Considera el pago de tu carrera un regalo de un amigo.››

Era absurdo. Después de todo lo que habíamos pasado, lo que habíamos hecho, ¿me decía que podíamos ser 'sólo amigos'? Era como alimentar a un león con carne para que de un día a otro, reemplazaras su alimento favorito con migajas de pan.

Yo no podía estar cerca de él de esa manera. La tensión sexual que había entre nosotros era apabullante, por no mencionar la química que prácticamente hacía saltar como chispas a todas mis hormonas.

Era por ello que había decidido alejarme. Sabía que, si permanecía cerca de él terminaría cediendo y ceder no era algo que estuviera en mis planes. Si Tamara se enteraba de que seguía viéndolo, muy posiblemente me daría el sermón de mi vida. Así que lo mejor era mantener el secreto, al menos hasta que mi cabeza explotara por tanta tensión.

Comencé a moverme ignorando los alegatos de mi cuerpo por permanecer acurrucada junto a él.

— ¿Qué hora es?—pregunté incorporándome un poco sobre mi codo.

Leo miró el reloj en su muñeca.

—Seis veintitrés.

Asentí y justo cuando iba a sentarme, volvió a atraerme hacia sí.

—No te muevas. Tengo frío—demandó lacónico y qué diablos, ¿quién era yo para quejarme?

—Este no es otro plan tuyo para que termines entre mis piernas, ¿verdad?

—¿Los amigos hacen eso?—preguntó con un toque de inocencia burlona, que le quedaba fatal.

—No, pero tal ve...

Un ruido seco me distrajo de mis pensamientos. Alcé el rostro para ver al tránsito golpeando el cristal y me incorporé como un resorte para salir al exterior.

Jade [+18] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora