Capítulo 29. Eres y no

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Elizabeth

Aún no podía dejar de pensar en aquella mujer que me había mostrado desde una fotografía en su celular. Sentía reconocerla de algún lugar, estoy segura que no estaría lejos de mi, ni tampoco a kilómetros de mi.

Caminaba por el pasillo que daba en dirección al baño. Dando vueltas de aquí para allá, tratando de mantener las ideas y recuerdos en orden.
Mi madre se detuvo en cuanto me vio.

—¿Eli?—hablo la mujer con algunas toallas dobladas en sus brazos—¿Estás bien?

La miré un poco tensa, desubicada.

—Si ma, solo tratando de recordar unas cosas sin importancia—dije en voz despreocupada aunque por dentro sintiera una piedra incrustada en el cerebro pues ese rostro, esos ojos y ese cabello me parecían de alguien.

—Hay cariño, suerte en tu búsqueda de recuerdos—hizo una pausa—Quizás deberías tomar un poco de agua, eso podría ayudarte.

Yo asentí y sonreí apesar que sabía que un vaso con agua fría no era la solución.
Suspiré un poco y volví a caminar esta vez hacia mi habitación. Donde quizás me ayudaría a recordar.

Comencé a mirar todos mis dibujos tratando de encontrar alguna pista pero cuando estaba cerca de dejar el tema y mejor ponerme a repasar mis temas, una hoja con un boceto de una mujer de cabello oscuro y grandes ojos se robó mi atención.

Me acerqué hacia el dibujo que yo misma había creado sin ninguna intención, ni con un buen resultado y como si hubiera sido lodo salir de una tubería, el agua corrió y fluyó.
A mi mente llego la estúpida cara de la amante de mi padre, esa asquerosa mujer llena de interés que podría vomitar centavos en lugar de líquido estomacal.

—Pero no puede ser la misma..
Pensé

La mujer que me había mostrado, aunque fuesen completamente iguales o al menos muy parecidas no eran las mismas, la amante de mi padre era más grande y la mujer de la fotografía tenía una sonrisa viviente en su rostro.
Por segunda vez comenzaba a experimentar nuevamente esas espinas que se incrustan en tu espalda hasta tus pies. Celos.

—¿Cómo puede ser que la historia quiera volverse a repetir una vez más..?—me dije a mi misma tratando de poner en orden mis ideas, tranquilizarme, pues el trauma de papá ya era suficiente.

No estaba segura de lo que estaba sintiendo con Arturo, pero deseaba sentirme protegida por el. Quizás amada, no lo sé.

Sentí una ligera presión en las mejillas en tan solo pensar en que él quisiera besarme.

—No.. esto no está bien..—me toque el rostro tratando de relajarme y respirar profundamente, aunque el corazón parecía tener un colapso por dolor y un sentimiento extraño.

Sentía celos por ese cabello oscuro, esos ojos avellana que solo podrían quitarle el sueño a cualquier hombre por ser tan intensa. Recordaba el vestido tan infantil que la chica llevaba. Era horrible, la hacía ver como una niña malcriada y eso deseaba que fuera.

Acerqué mis manos al dibujo de la pared y con rabia y sin corazón lo arranqué sintiendo como si estuviera acabando con mis problemas.
Primero la zorra de mi padre y ahora una niñata con el hombre que pareciera gustarme.

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