Capitulo IX. Fugaz

466 32 2
                                    

Estaba seguro de que no era mío, hace mucho que no la tocaba. ¿Por qué quiere perjudicarme con un hijo que no podré reconocer porque no soy el padre?

—¿Cuántos meses tienes? —Le di un trago al té imaginándome que era alcohol para sentirme más ligero.

—No estoy segura, pero tengo una cita en un par de semanas...—Se acercó lo suficiente a mí para acariciar mi mejilla— Así que estuve pensando que tal vez podrías acompañarme... ya sabes, al médico.

Tomé con delicadeza su mano y con mucho cuidado la quité de mi rostro. Quería tomar esto de la mejor manera, pero ¿por qué de este modo?.

—Supongo que se parecerá mucho a mí... si es una linda chica—Me miraba llena de ilusión, quizás esperaba que yo reaccionara de esa manera, pero mi rostro no expresaba ninguna emoción.

—Claro, y si es un lindo niño, tendrá los ojos verdes de su papá-dije tajantemente.

Estoy seguro de que con ese comentario la terminé matando internamente al mencionar el color de ojos de su amante. Su mirada dejó de expresar felicidad, sus labios comenzaron a temblar y desear formular alguna palabra , pero supongo que sus pensamientos la detenían.

—No necesitas decir nada, desde hace mucho lo sé, Así que ve a buscar al verdadero padre.

Me levanté del sofá y me dirigí a la puerta. Giré un poco mi mirada hacia la de ella. Se veía completamente destrozada y con lágrimas en los ojos.

~Ahora sientes lo que yo sentí~
Tenía ganas de regresar y decirle que todo iba a estar bien, pero ese hombre ya no existe para ella. Me limité a decir algo y solo salí de su casa. Sentí cómo dejaba algo pesado en esa puerta que escucharla siendo cerrada por mi parte ,marcaba el final de un sentimiento que vivía ya apagado desde hace mucho. Que por algún motivo, no podía dejarlo ir, supongo que el destino ya me quería hacer entender que ya no había nada ahí, o más bien... una chica de 1,60 me hizo ver que no debía depender de una mujer que no me amaba.

Saqué mi celular para revisar si tenía algún mensaje de ella.

*Quizás amigos...*

Ese mensaje llevaba horas ahí. Me sentí lo peor del mundo al no responderle cuando pude. Así que me puse a pensar y llegué a la conclusión de que los mensajes que creía eran de Verónica terminaron siendo de Morgan. Caminé hacia adelante mientras aún miraba su mensaje. Sé que no ocultaba nada en especial, y también sé que quizás debería estar triste por una respuesta así, pero sé que en ese "amigos", ambos sentíamos más que solo eso. Y si a mí me lo hubiera preguntado, quizás también le respondería lo mismo por miedo. No tenía nada de diferente su mensaje, pero tenía esa chispa que no podía dejar de sonreír.

¿Cómo responder a eso?

M.A: Eso no me impedirá desearte cada vez que quiera.

Apagué mi teléfono por los nervios y me acerqué a la avenida aún con el corazón latiendo con fuerza por mi mensaje tan atrevido. El tren ya no pasaba a esta hora, así que mi única opción era llamar a un taxi. Pero de un momento sentí arrepentimiento. Quizás era muy directo con eso.
~¿Y si la hago sentir incómoda?~
Volví a sacar mi teléfono para borrar ese mensaje, pero un auto color amarillo se detuvo justo frente a mí. Era un taxi. No dudé en subirme y dejar mi celular. Abrí la puerta y me senté en el asiento de atrás. Dentro no hacía tanto frío como en el exterior.

—¿Destino, señor?—Era un hombre con abundante barba y mirada seria.

—A... ah... Reine, por favor—Me acomodaba mi abrigo mientras volvía a tomar mi celular. El tipo solo hizo un gesto con la cabeza y comenzó a conducir. Miré mi conversación con Morgan. Me tomó por sorpresa que ella ya me había respondido. Casi di un brinco al leer lo que escribió. Sentí la cara roja y tenía ganas de patear el asiento como un niño pequeño por la emoción. Eso pareció notarlo el conductor que me miró por el retrovisor. Comprendí que tenía que calmarme, sino quizás me bajaría.

Hemmelig love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora