Capítulo II. Realidad

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Los besos, las caricias, esas pequeñas risas que soltábamos al tener un contacto visual parecían sacadas de una película erótica.

Con un poco de fuerza me cargó para sentarme en su escritorio, quedando abierta de piernas y el en medio, pegando su cuerpo con el mío, sintiendo ese bulto en su pantalón pegarse en mi entrepierna, me daba escalofríos.
Sus labios bajaban hasta mis hombros dejando pequeños besos con dulzura y algunas mordidas que apenas podían notarse.
No podía evitar gemir en voz baja, sintiendo esa presión de que aún estábamos en su oficina,

Su rostro se posó en mi cuello para bajar en una especie de caricia con su nariz y acomodar su mejilla entre mis pechos, mirarlo desde ese ángulo me daba un poco de vergüenza pero a la vez lo veía como un pequeño Niño con hambre.

Sus manos se colocaron en el borde de mis bragas y comenzó a bajarlas poco a poco, dejando besos en mis pechos, mordisqueando mis pezones y chupándolos como un bebé.

Mis gemidos comenzaron a subir el volumen cuando sentí que ya nada me cubría, que estaba totalmente desnuda frente a él.

—Shhh... podrían escucharte... -Mencionó con una voz seductora y subió hasta mis labios para callarme en un beso

Su mano derecha me tocaba y acariciaba mi entrepierna, sintiendo como jugueteaba sus dedos para hacerme desearlo aún más.
Se separó del beso y me miró
Tenía el rostro colorado y estaba sudando.

Mire hacia abajo, Justo en la erección que estaba teniendo pero que su pantalón no dejaba ser libre.

—A..alguien debe calmarme ahí abajo..¿no?..-Lo mire un poco intranquila por la propuesta que me estaba dando.

—¿Se refiere a que debo...?- señale mi boca con mi dedo.

No estaba segura si quería tener ese tipo de contacto, no era mi primera vez pero tampoco deseaba meterlo en mi boca.
El me miró un poco preocupado.

—Lo siento, quizás fui un poco lejos...-me miró fijamente a los ojos y tomó mis manos—¿Quieres que nos detengamos?

—¡No!- di un salto y lo mire desconcertada.

El me sonrió y comenzó a besar mi mejilla derecha.

—¿Estas segura..?-me susurraba en el oído, lamiéndolo un poco, provocándome otro escalofrío que abarcaba toda mi espalda.

—Estoy segura...-lo separé un poco y le sonreí de manera dulce,  él me respondió con el mismo gesto —Solo te pido que seas un poco delicado, hace mucho no tengo este tipo de contacto —Me miró y se quedó callado por unos segundos

Preocupada por lo peor lo volví a mirar ahora asustada, pensando que quizás le molestaba que no fuera Virgen , pero comenzó a reír y volvió a besarme mientras sus manos se alejaban de mi cuerpo ;se podía escuchar como quitaba su cinturón y el cierre del pantalón, me sentía muy nerviosa, no lograba acostumbrarme a hacerlo con un maestro.
Sentí algo suave y duro comenzar a frotarse para luego introducirse dentro de mí ,mis manos subieron hasta sus brazos y se aferraron pues me dolía.

Evitaba quejarme pero no podía dejar de soltar gemidos en voz baja mientras mi expresión facial mostraba que estaba poniendo un poco de fuerza.
Mis piernas abrazaron su cadera cuando sentí que era totalmente penetrada, me escondí en su pecho y sin más tiempo que perder comenzó a moverse.

Me sentía tan dichosa de estar aquí con el, con ese maestro que había estado en mi mente desde primer año, sintiendo su aroma tan cerca de mi, su piel junto a mi piel y escucharlo jadear.

Los sonidos que hacíamos invadían cada rincón de su oficina llenando aromas raros combinados con su deliciosa loción que siempre llevaba

Se separó un poco de mí para acostarme en su escritorio, sentía sus ojos recorrer cada centímetro de mi cuerpo, y se inclinó lo suficientemente para quedar arriba de mi, colocando sus manos a los lados de mi cabeza y su mirada hacia que la vista fuese aún más perfecta.
Sus dedos se enredaban en el cabello que estaba cerca de estos.

Me dió un beso en la frente y comenzó a moverse ahora un poco más rápido, sentir eso me hizo llevar mis manos a la boca y cubrirla para evitar soltar algún sonido sospechoso y ser descubiertos.

Sentir como estaba siendo penetrada me gustaba, son esas sensaciones que la vida te regala para disfrutar o para formar una familia, pero en esta ocasión a Dios solo le tocaría ver como ejerzo un pecado.
Mis ojos se llenaron de lágrimas por el extasis del momento y mi cara reflejaba lo desgraciadamente bien que la estaba pasando.

Su cabello se había acomodado en su frente y cubría un poco sus ojos, eso lo hacía ver más sexy mientras que con su boca apretaba los dientes, no aguanté y me acerqué para nuevamente besarlo.

Comenzaba a ponerme muy sensible y como la chica precoz que era no pude aguantarme, terminando corriéndome ahí, mi cuerpo temblaba y mi parte íntima comenzaba apretarle , él también ya estaba en su punto más alto, pues los movimientos subieron a unos más bruscos y de un segundo para otro lo sacó para soltar su líquido fuera de mi.
Hasta ahora había olvidado el por qué no habíamos usado un preservativo.

Me sonrió y acomodo su rostro en mi vientre, dando caricias con sus dedos cerca de mi ombligo.
Hasta ahora no había entendido la gravedad del asunto cuando el termómetro de la fiebre bajó y me di cuenta que esto era totalmente real.

Pero mis pensamientos se callaron cuando me besó mi mejilla de manera cariñosa y se quitó de encima para tomar mi ropa y dejarla a mi lado , el se dio la vuelta y comenzó acomodarse la ropa que llevaba puesta y aprovechando que no me veía yo igual decidí vestirme.

Me quite del escritorio para acomodar mis calcetas y mis zapatos mientras notaba que se giraba para mirarme de reojo por algunos segundos, eso me hacía tener una pequeña presión en las mejillas, él en cambio decidió ordenar un poco el desastre que habíamos provocado y soltando un aromatizante de durazno, eliminando hasta del aire lo que había sucedido momentos antes.

Se escuchó el ruido del timbre que significaba el cambio de clases, no podía negar que ahora estando en mis 5 sentidos lograba sentirme un poco culpable.
Lo miré fijamente y tomé mis cosas.

—Lamento que esto haya sucedido- el se giró para mirarme—No había caído en cuenta que esto estaba sucediendo y me dejé llevar por mis sentimientos y el momento..

Sentía que en cualquier momento podría soltar una que otra lágrima, él se acercó a mi, acarició mi mejilla y se inclinó lo suficiente para estar a mi altura.

—No quiero que te alejes Morgan...

—No quiero que te alejes Morgan

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