—Yo nunca pensé que llegaría una persona discapacitada a nuestro curso —comentó Adrien a su primo —. Me sorprendió mucho ver llegar a esa chica con una muleta.
—Creo que eso explicaría bien porque nos cambiaron de salón, es evidente que ella no puede subir escaleras. Es una lástima, porque en el otro salón estábamos más cerca de la biblioteca.
—Mm... —Adrien seguía pensando en Marinette y en su situación —, ahora que conozco a una persona como ella, me doy cuenta de que nunca antes había pensado en lo distinto que puede ser el mundo para personas así. Tú y yo estamos acostumbrados a poder caminar bien, a subir escaleras, a poder correr, vivimos una vida normal, pero chicas como ella no pueden hacer cosas tan simples. Creo que somos privilegiados y ni siquiera lo sabíamos —comentó mientras negaba con la cabeza.
—Cada quien vive distintas realidades, Adrien... después te veré —Félix se alejó. Adrien se mantuvo pensativo, aún seguía viendo el mundo desde otra perspectiva, pensando en Marinette.
En cuanto Félix quiso ir a la biblioteca, sus ojos se dirigieron de manera inesperada a Marinette. Pudo ver como intentaba conversar con las chicas del curso, pero como era costumbre: la ignoraron. Félix había notado como muchas veces Marinette intentaba hablar con ellas, pero simplemente la ignoraban, era como si ella no existiera, como si fuera invisible; también en ocasiones saludaba a algunos chicos, pero sucedía lo mismo: la ignoraban. Entonces, vio como la azabache soltaba un suspiro y de ese modo, subía los pequeños escalones con ayuda de su muleta.
Algo que no podía entender Félix era porqué a veces no podía dejar de mirarla. Era como si algo en ella fuera muy llamativo, como si esa chica fuera un imán. La primera vez que la vio, sucedió lo mismo, algo era llamativo en ella: verla con su muleta, ver sus ojos llenos de tristeza y ver como siempre estaba callada. Había algo en ella que resultaba llamativo, intrigante. A Adrien le sucedía lo mismo, aunque su primo sí hablaba con ella. Félix también quería hacerlo, pero debido a su reputación de chico malo, prefería mantenerse alejado, siempre repetía la frase: "otro día lo haré" y ese día nunca llegaba. Prefería observarla desde lejos.
*
—Nada de esto tiene sentido... —Marinette ya había tomado una decisión, ya se había rendido y había decidido que vivir no tenía sentido. ¿De qué servía seguir viva? Ella era diferente, estudiar con otras personas solo le hacían darse cuenta de las claras diferencias existentes: todos los demás podían hacer cosas que ella no. Correr, caminar rápido, bailar, divertirse... ella tenía que limitarse a vivir una vida aburrida, una vida común y corriente y se sentía harta de todo eso.
Ponerle fin a su vida era la mejor alternativa de todas, vivir ya no tenía sentido, ya se rindió. Todo lo que hacia era en vano, ¿para qué seguir intentándolo? Jamás lograría nada, seguir luchando no tenía sentido. No era alguien bonita, no era alguien inteligente y vivir solo la llenaba de inseguridades a diario.
Solo era cosa de dar un paso y listo, su vida terminaría de una vez por todas.
Solo que...
Eso no sucedió. En su lugar, sucedió algo increíble, algo asombroso y realmente... un milagro.
*
—¿Por qué te comportas como una tonta? —preguntó el felino.
Ladybug se detuvo y le dedicó una mirada llena de enojo. Era la primera vez que veía a ese chico gato y ya se daba cuenta de que tenía su carácter, parecía estar enojado todo el tiempo.
—Es porque estoy disfrutando de esto —respondió simplemente.
Al principio se había asustado mucho al ver a ese bicho rojo volador, pero cuando pudo transformarse en una superheroína, todo cambió drásticamente: ya no necesitaba de una muleta para poder caminar, ahora tenía habilidades especiales: podía correr, saltar y mantenerse de pie. Era su sueño hecho realidad.
En cambio, cierto chico se sentía enojado. Plagg le había contado que para poder dejar de ser un superhéroe, necesitaba enamorar a la chica del Miraculous, porque ella era la única que podía finalizar esa maldición, porque así había ocurrido durante siglos. Entonces, dejar de ser un superhéroe y poder quitarse el anillo dependía de esa chica que actuaba como una tonta. Realmente le caía muy mal.
—¡Tengo una idea! —Ladybug tenía miles de ideas y estaba aprovechando la ocasión para poder saltar, usar sus piernas como si siempre fuera alguien normal.
Al verla en acción, Chat Noir no pudo evitar darse cuenta de que esa chica sí era inteligente y bastante astuta, solo le faltaba algo de confianza en sí misma.
—Retiro lo dicho, no eres una tonta.
—Y tú no eres tan malo como pareces, ¡ya quiero que nos veamos de nuevo! —parecía emocionada. Esa fue su despedida.
—Puede que no sea tonta, pero sí que es rara, ¿por qué querría volver a transformarse? —negó con la cabeza, eso significaba volver a pelear contra villanos y él no quería eso, mientras menos mejor.
*
Cuando regresó al colegio (porque aún tenía clases), vio como Marinette intentaba subir la pequeña escalera que la dirigía a clases. Suspiró y decidió acercarse a ella, ese era el día.
—Vamos... —la tomó por el brazo y la ayudó, ella lo miró sorprendida y susurró un apenas audible "gracias" —, ¿estás bien? Hubo villanos, ¿pudiste esconderte? Lo digo porque vi que todos corrían y podían empujarte.
La había observado durante tanto tiempo que ahora se sentía un tonto al no poder hablar con ella, es que no la conocía y sentía que tenía que tener cuidado con sus palabras, no quería que se sintiera mal. ¿Por qué quería hablar con ella? ¿Por qué de la nada tenía la necesidad de saber que ella estaba bien?
—Me pude esconder en el salón de los casilleros, por suerte esta abajo —respondió la azabache, no se veía enojada, aunque parecía algo decepcionada. ¿Le molestaba que le estuviera hablando? —. ¿Tú pudiste esconderte?
—Sí, en la biblioteca —mintió.
—¿Es muy grande? —preguntó la azabache repentinamente.
—Es bastante grande, tiene dos pisos.
—¡Eso suena genial! Pensaba que sería pequeña, pero he escuchado a alumnos hablar sobre ella y decir lo grande que es —respondió la azabache —, me gustaría poder verla, aunque solo podré imaginarla.
La campana sonó. Marinette le dedicó una sonrisa a Félix y se dirigió al salón. Félix se quedó quieto, pensativo. Adrien tenía mucha razón respecto a sus palabras, ellos eran privilegiados. Mientras él podía ir todos los días a la biblioteca, sentarse y leer los libros que quisiera, Marinette solo podía imaginar cómo era ese lugar. Pobre chica.
—Veo que te gusta una chi...
—¡Silencio! —Félix se molestó, además, Plagg debía ser un secreto.
—Al fin alguien me habló, Tikki, no soy invisible... —susurró la azabache mientras no podía dejar de sonreír. Resultaba sorprendente que Félix le haya hablado, porque siempre se ve tan serio, aunque bueno, es el primo de Adrien, debe tener algo de su bondad o quizás Adrien le pidió que sea amable con ella, había muchas opciones...
—¿Todo bien, primo? —Adrien se acercó a su primo casi corriendo —, ¡¿Viste eso?! ¡había villanos!
—¡Y superhéroes! —exclamó Alya acercándose —, ¡Ladybug & Chat Noir! ¡Ellos son asombrosos! ¡Definitivamente París será mucho más interesante a partir de ahora! —Alya no dejaba de sonreír, amaba todo lo que había sucedido.
Félix suspiró. Esa chica no estaría tan feliz si supiera que él era Chat Noir, porque ambos se odiaban.
Tenía muchísimas ganas de escribir algo Felinette y por eso nació está idea. Sé que la trama empieza algo fuerte, pero solo fue una idea que tuve y quise escribir, jeje...
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Otro día.
FanfictionSerie de relatos protagonizados por Félix, utilizando las palabras del calendario Marichat.