Confianza.

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—Te ves algo incómoda, ¿qué sucede? —preguntó Félix.

Marinette abrió un poco su boca ante la sorpresa que esa simple oración le provocó. Es que... realmente se sentía incómoda, pero no por culpa de Félix. Simplemente se había dado cuenta de que muchas personas se quedaban mirándola fijamente y eso la hacía sentir incómoda, sentir que era el centro de atención.

—¿Cómo te diste cuenta? —se sintió algo apenada, pensaba que era buena ocultando sus emociones, era algo que hacía a menudo —, tú no me haces sentir incómoda —quiso aclarar.

—Soy muy perspicaz y me doy cuenta de las cosas. Tú mirada te delata, eso y que no has terminado tú sándwich. Dime, ¿qué te hizo sentir incómoda?

—Bueno...

Marinette sentía una gran confianza por Félix, por eso no tenía problema en contarle algunas cosas, solo que... lo que la incomodaba era un poco personal.

Félix pensó que tal vez Marinette se estaba sintiendo obligada, se iba a disculpar, pero...

—A veces siento que las personas me miran mucho —respondió de forma sencilla —. No es que sea egocéntrica y crea que soy el centro de atención, es solo que... no es muy común ver a alguien joven y con muleta, entonces... debería estar acostumbrada, pero no es tan fácil.

—Es probable que te miren por la muleta, tienes razón, es algo llamativo ver a una joven con una —Marinette asintió, lo sabía bien, sabía que era un poco rara gracias a su condición y también sabía que Félix era muy sincero —. Pero también puede que te miren porque eres bonita, Marinette. Tienes facciones muy bonitas y un rostro angelical —la azabache se sonrojó y sus ojos se iluminaron, sentía que en cualquier momento comenzaría a llorar —. No eres solo una muleta, no te etiquetes así.

—Gracias —respondió conmovida y secando sus lágrimas. Félix le pasó un pañuelo disimuladamente y ella comenzó a secar sus lágrimas —. Aunque también puede que me miren porque me junto contigo, tú eres guapo. ¡Cielos! Eso fue muy directo.

Félix río, Marinette quiso tapar su rostro o esconderse, pero no tenía dónde. Estaban en la cafetería, era la hora del almuerzo.

—Te sorprendería saber que pese a mi rostro amargado y a mis nulas habilidades sociales, soy uno de los chicos más populares, así que sí, tienes razón, me miran —respondió —. Adrien, Luka y yo somos bastante populares aquí, aunque a mí esas cosas no me interesan. Digamos que antes yo llamaba un poco más la atención, estuve en el equipo de fútbol.

—Estar en un equipo suena como algo emocionante, haces algo después de clases, corres y te diviertes. A mí me gustaría tener alguna actividad, aunque obviamente fútbol no, por obvias razones —sus ojos se dirigieron a su muleta —. ¿Por qué lo abandonaste?

Félix disfrutaba mucho jugar fútbol, sentía que era una forma de desquitar la rabia que llevaba dentro, por eso le gustaba patear la pelota, pero cuando juegas fútbol y eres bueno, algunas personas comienzan a acercarse a ti solo por interés y eso es algo detestable.

—Personas interesadas —respondió con algo de odio en su tono de voz —. Imagina que Chloé sea porrista y se quiera acercar a ti solo por ser la superestrella del fútbol. Odiaba eso. Intentaba abrazarme —hizo una mueca de asco.

—Esa chica... —Marinette negó con la cabeza, sabía lo odiosa que podía ser —, pero no creo que debas permitir que una chica arruine algo que te gusta, créeme que si vuelves a jugar fútbol, yo te apoyaría —la azabache sonrió.

—Mm... te propongo algo —Félix se acercó un poco más. Marinette no dijo nada —. Si tú encuentras un taller que te guste, yo considero volver a jugar fútbol.

—Pero...

—Buscaremos un taller que sea abajo, algo que te guste y que puedas hacer, algo debe existir.

Marinette suspiró y asintió.

—Trato —y se dieron la mano para sellar ese trato. Marinette se sentía muy nerviosa, no sabía qué esperar o qué pensar, dejaría que las cosas sucedieran y dejaría su mente en blanco, así no se decepcionaría o emocionaría antes de tiempo.

Otro día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora