Balcón.

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—Sí, bueno, antes cuando era modelo solía ir seguido a distintos lugares, solía frecuentar mucho la Torre Eiffel —le contaba Adrien a Nino.

—Ser modelo debió ser algo grandioso, ¿no te aburre vivir una vida normal ahora? —le preguntó Nino.

—La verdad es que no —respondió el rubio sin dar demasiados detalles, no le gustaba hablar sobre su antigua vida porque nadie entendía su decisión de dejar de ser modelo, todos pensaban que ser un modelo adolescente era genial, nadie entendía lo demandante y aburrido que era todo eso.

Félix estaba concentrado en su libro mientras escuchaba a los demás hablar, nunca opinaba sobre lo que los demás conversaban, él prefería vivir en su mundo y concentrarse en sus cosas, siempre era así. Bueno, antes era así. Nuevamente su mirada decidió abandonar su lectura y enfocarse en la azabache. Ella se sentaba al final del salón, porque de ese modo quedaba cerca de la puerta, parecía ser que ese lugar le gustaba. Él se sentaba cerca de ella, solo que en la fila del otro lado. En eso, vio que ella estaba dibujando, estaba concentrada en su dibujo, ajena al mundo, como si estuviera sola y no en un salón de clases.

En cuanto el recreo llegó, el salón comenzó a vaciarse con gran rapidez. Todos se levantaban y estaban listos para correr en dirección al patio, parecía ser que no querían perder ni un solo segundo de recreo. Incluso Adrien salía rápido, acompañado de Nino. Félix observó como todos salían del salón, excepto Marinette. Ella guardaba sus cosas de modo lento y observaba como todos se iban. Félix ya había guardado sus pertenencias con antelación, siempre hacía lo mismo, era parte de su rutina. En un momento, sus miradas se cruzaron, fue algo de segundos.

—¿Siempre esperas a que todos salgan para salir del salón? —le preguntó él.

Marinette levantó su mirada. Hasta ese momento no lo había observado. Félix pudo ver como su rostro se mostraba algo avergonzado y por alguna razón... ¿incómodo?

—Cuando nos tenemos que ir, sí —respondió Marinette.

—Entiendo... —ella estaba hablando de la hora de la salida. Pero por alguna razón, en ese momento no daba señales de querer levantarse, ¿acaso ocurría algo malo con ella? ¿por qué se quedaba sentada en su puesto si estaban en recreo? Estaba perdiendo tiempo para estar en el patio, tomar agua o incluso ir al baño.

—Yo no salgo en el recreo, me quedo aquí —la azabache se sintió un poco presionada a hablar, porque Félix no se iba y seguía mirándola, era un poco incómodo.

—¿No te gusta salir al patio? —preguntó sin poder esconder la sorpresa que eso le causaba.

—No —respondió apartando su mirada —. Es solo que... todos tienen su grupo de amigos y tienen con quien estar o pueden caminar y hacer cosas... ya sabes. Por eso prefiero quedarme aquí, tranquila —explicó.

—Ya veo... 

Félix pensó en lo que Adrien había comentado ayer, en como ellos tenían una vida que veían como normal y quizás en ocasiones algo monótona, porque estaban acostumbrados a vivir bien. Adrien tenía razón al decir que de cierto modo, eran privilegiados, porque podían vivir normal, hacer cosas "aburridas" que otros deseaban poder hacer, como Marinette.

Dirigió su mirada al dibujo de la azabache, ella se dio cuenta e intentó apartarlo, pero ya era tarde.

—Es un lindo dibujo, ¿habías visto ese balcón antes?

Marinette dibujaba un balcón, en el cual había una silla, una mesa y algunas flores. Era un balcón como cualquier otro, Félix no entendía porqué dibujaría eso, pero intuía que era algo importante para ella.

Otro día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora