—Tal vez solo deberíamos enfrentar esos fantasmas que aún nos persiguen... —comentó Félix. Un extraño silencio se había formado entre ellos, uno que ninguno se atrevía a romper, porque estaban sumidos en sus pensamientos.
—¿Nuestros fantasmas? —preguntó la azabache frunciendo un poco su ceño —, ¿a qué te refieres con fantasmas?
—Cuando una persona deja de hacer algo que le gusta mucho, puede ser porque le trae malos recuerdos —respondió con seguridad —. Todos tenemos recuerdos que preferiríamos reprimir y por mucho que algo nos guste, si nos trae un mal recuerdo... dejará de gustarnos.
—Jamás lo pensé de ese modo, es muy profundo —Félix asintió y Marinette meditó todo eso, no podía llegar a ninguna conclusión, a ningún recuerdo que quisiera olvidar, aunque quizás... ya lo había olvidado —. No puedo pensar en nada que me haga querer olvidar tejer.
—Tú mente lo tiene que haber bloqueado —Marinette asintió, era lo más seguro —. En mi caso, una de las razones por las que no me gusta el esgrima, es porque siempre me comparaban con Adrien y siempre existió cierta competitividad entre nosotros gracias a eso. Aunque nos parezcamos, somos dos personas diferentes.
—Claro que lo son. Tienen personalidades distintas. Tú tienes mucho para decir y eso es algo genial. A veces te muestras frío, pero por dentro no lo eres —Marinette se sonrojó al darse cuenta de que estaba halagando tanto al rubio. Félix solo sonrió conmovido, le gustaba conocer la opinión de Marinette sobre él —. Por eso eres mi amigo.
—Gracias, Marinette —ella le sonrió —. Espero que puedas volver a encantarte por el tejido como antes.
—Apenas descubra porque me dejo de gustar, créeme que serás el primero en saberlo —respondió la azabache con seguridad —. Creo que ya hablamos suficiente, deberíamos volver a casa ya, antes de que sea más tarde —la azabache tomó su muleta y se levantó de la silla lentamente. Félix la observaba de cerca, por si necesitaba ayuda o se tropezaba, porque eso le podía suceder a cualquiera.
—¿Puedes volver a casa sola o prefieres que te acompañe?
—Puedo volver sola, gracias, me gusta caminar —Félix asintió, la entendía, a él también le gustaba caminar —. Muchos piensan que me gusta estar sentada solo porque uso una muleta, pero la verdad es que estar sentada me aburre mucho, me gusta caminar y dar paseos.
—Lo tendré en cuenta, si alguna vez estás muy aburrida y quieres caminar, te invito a mi casa y caminamos juntos.
—Gracias, Félix. Nos vemos, cuídate.
Félix notó de inmediato que Marinette no lo invitaba a su casa, había algo con la casa de esa azabache que ella no le decía a nadie, parecía ser que algo no le gustaba de su casa o... ¿sentía vergüenza por ella? ¿acaso eso tendría sentido? Porque era una casa normal, como cualquier otra, no tenía nada de malo.
*
Esa noche, Ladybug y Chat Noir tuvieron que batallar, cuando terminaron, alimentaron a sus Kwamis y se volvieron a transformar. Querían conversar.
—Aún no tenemos una pista, pero creo que... ¿me estás escuchando?,
—Me perdí —Chat Noir la observó con una mirada llena de incredulidad y enojo, ¿cómo que se perdió? Él le estaba hablando sobre un tema importante y ella ni siquiera le estaba prestando atención —. Estaba observando la vista que tenemos, es la primera vez que estoy en la Torre Eiffel de noche y la vista me parece maravillosa —admitió. Chat asintió, era una vista hermosa —. Creo que es mejor que en las películas, porque esto es real, incluso podría decir que estoy viviendo una noche de película... todo esto es mágico.
Ladybug sonreía y cuando el felino vio su sonrisa, de pronto todo el enojo que sentía se esfumó mágicamente. Había algo en la sonrisa de esa chica que te tranquilizaba, que borraba el enojo. Él no lo entendía.
—Lo lamento, me dejé llevar...
—No te preocupes, supongo que no todos vemos las mismas cosas siempre, es todo —respondió el felino —. Tú disfruta y cuando termines, te sigo contando.
—Gracias —y sin darse cuenta, Chat estaba pendiente de la mirada de Ladybug mientras observaba la vista que tenían desde lo más alto de la Torre Eiffel, ella estaba maravillada y sus ojos brillaban, de pronto no era tan desagradable como antes, ni siquiera él lo entendía, incluso se veía un poco tierna.
《¿Desde cuándo Ladybug me parece tierna? ¿Me he vuelto loco?》, se cuestionaba.
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Otro día.
FanficSerie de relatos protagonizados por Félix, utilizando las palabras del calendario Marichat.