Aniversario.

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—Te veo muy pensativa hoy, Marinette —mencionó Félix observando a la azabache que parecía estar algo inquieta —. ¿Te pasa algo?

—Siempre me pasa algo —respondió de modo algo rápido. Félix alzó una ceja, esa respuesta definitivamente lo sorprendió un poco —. Solo estoy pensando en regalos, es que mañana es el aniversario de mis padres —le explicó.

A la hora de recreo, ambos se sentaron juntos en la banca que se encontraba en el patio. De ese modo, continuaron hablando un poco sobre el tema del aniversario.

—¿Les das un regalo por su aniversario? —preguntó Félix.

Evidentemente, sus padres no celebraban aniversario. Además, Amelie tampoco quería a ese hombre, por eso no hablaban del tema, ni siquiera su aniversario de muerte, era algo así como un tema prohibido. 

—El año pasado organicé una comida para ellos, este año no puedo hacerlo.

—¿No puedes porque no te gusta repetir su regalo? —preguntó con curiosidad.

—Mi papá me contó que llevara a mamá a cenar a su restaurante favorito —respondió la azabache —. ¿No te parece romántico? Los dos juntos, cenando, compartiendo un momento agradable... —los ojos de Marinette brillaron ante la emoción, le gustaba imaginar lo felices que serían sus padres en esa cita, ellos se amaban, serían felices haciendo cualquier cosa juntos.

—Se ve que te ilusiona mucho la idea.

—Claro, sé que serán felices haciendo lo que sea —Félix asintió, en definitiva de ese modo funcionaba el amor: estar junto a la persona que amas, hacer cosas juntos, es así de sencillo —. Solo que me gustaría obsequiarles algo, pero no sé qué...

—Bueno, ¿qué te parece si te ayudo con eso? —preguntó el rubio —, podríamos salir después de clases y caminar un poco. Espera, ¿no te cansas mucho? —preguntó preocupado.

Félix recordó cuando le compró algunos obsequios a Marinette, aún los tenía guardados. Después de todo lo que había sucedido, no se sentía capaz de entregárselos, no quería que se sintiera mal, que sintiera que se los estaba dando porque sabía de su depresión. Los tenía guardados y siempre repetía: "otro día". No era tan valiente.

—Hace mucho que no salgo —admitió la azabache —. Normalmente voy del colegio a mi casa y viceversa, eso sin contar los doctores. Creo que olvidé las buenas tiendas —lucía pensativa.

—Tienes suerte de ser mi amiga, yo conozco buenas tiendas.

—¿En serio? ¿Te gusta salir? —preguntó la azabache curiosa.

—Vivo con mi madre, ella ama ir de compras, antes íbamos seguido en Londres —explicó. Marinette notó que sus ojos mantenían un brillo nostálgico, seguramente extrañaba ir de compras con ella —. Cuando llegamos a París, mi mamá tuvo que conocer un poco por su cuenta... fue algo nuevo.

—¿Adrien no les mostró sus lugares favoritos?

—No —el tono de Félix cambió, fue serio —. Nosotros vinimos a París para vivir y cuidar de Adrien, porque cuando sus padres murieron él también tuvo depre... —eso último lo dijo en un susurro, recordaba bien que era un secreto —, nosotros lo acompañamos en su proceso y lo ayudamos a salir de eso.

—Nunca me detuve a pensar en eso... en perder a tus padres... —Marinette pensaba en lo horrible que debe ser perder a tus padres, ella amaba a sus padres, no soportaría vivir sin ellos, los extrañaría muchísimo, ellos son su vida —, me sorprende saber que él también tuvo azul y ahora está tan bien, tiene amigos...

Otro día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora