—¿Faltaste por qué te sentías mal? —preguntó la azabache.
—Hablando de faltar —Félix cambió de tema y observó el reloj que se encontraba en la pared de la cocina, vio que era bastante temprano —. ¿Tú no deberías estar en clases? —le preguntó.
—Yo pregunté primero —se defendió la azabache —. No puedes cambiar de tema así como así, es algo importante.
Félix sonrió. Esa chica era tan tierna. Recordaba lo tímida que era cuando la conoció, el tiempo había pasado y había comenzado a vencer esa timidez, era tierna, aunque seguía siendo muy miedosa y muy insegura.
Decidió acariciar su espalda.
—¿Qué te parece si te acompaño al colegio?
—Félix, yo no faltó tan seguido, una inasistencia no me hará nada —respondió la azabache. Aunque se dio cuenta de algo importante —. ¿Quieres volver a clases hoy? —preguntó —, ¿Sugieres que vayamos juntos?
—No —respondió enseguida —. Es viernes, yo puedo volver el lunes, pero si tú no has faltado durante toda la semana, ¿por qué faltar hoy?
—Porque quería estar contigo, quería asegurarme de que estabas bien —Marinette comenzaba a sentirse un poco ofendida, rápidamente notó que algo había molestado a Félix —. Félix, ¿te molesta que haya venido? —el rostro del rubio demostró sorpresa. ¿Molestarle? Para nada, había sido una completa sorpresa, algo muy lindo —, si quieres puedo irme, sabes que no me gusta molestar.
—¡No! —Félix sujetó su mano rápidamente, evitando que se fuera —, es solo que no quiero que aparezca mi mamá, después te explicó bien —sería difícil explicar que Marinette estaba ahí y que no salían juntos y que no le había dicho la verdad, Amelie podría decir algo indebido —. ¿Qué te parece si salimos y hablamos del tema en la calle?
Félix guardó los waffles dentro del refrigerador, no quería que les pasara algo. Después de eso, ayudó a Marinette a salir de la Mansión, se alejaron lo suficiente y retomaron su conversación.
—Solo falté porque me sentí un poco mal —confesó Félix —. Simplemente no tenía ganas de ir, a veces estudiar también me estresa y creo necesitar un descanso. Sabes que me gusta estudiar, no es algo que odie, pero... necesitaba un respiro.
—Te entiendo, como yo tengo depresión, en ocasiones me pasa lo mismo —respondió la azabache —. Hay días en los que ni siquiera me quiero bañar. Ups, lo siento, quizás dije demasiado.
—Si te soy sincero, yo ni siquiera quería levantarme de la cama, por lo que tampoco tenía ganas de bañarme —respondió Félix —. Mi mamá no me obligaba a bañarme o vestirme, estuve en pijama, pero bañado.
—¿Sucedió algo que te hizo perder las ganas de levantarte, Félix?
—Pensaba en muchas cosas, cosas que...
—¡Yo soy André, el heladero! —ambos escucharon esa canción y se callaron. Observaron, estaban cerca de la Torre Eiffel y había un heladero que no dejaba de cantar. Ambos lo vieron, muchas personas se acercaban, los helados se veían realmente deliciosos.
—¿Qué dices? ¿Te gustaría un helado, Marinette?
—Me encanta el helado, pero...
—Me quedo con lo primero —Félix la tomó del brazo y la ayudó a acercarse al heladero, no la dejo decir nada más, él la invitaría.
Apenas se acercaron, el heladero sonrió.
—¡Qué pareja más linda! —ambos se sonrojaron, aunque Félix no la soltó —, esta chica tiene ojos de ternura, es muy linda y este chico no se separa de ella, ¡se nota que se quieren mucho! ¡Helado gratis para está feliz pareja! Toma, con los colores de tu amado —Marinette recibió su helado y agradeció de modo bajito, dulce —. Y aquí un helado con los colores de tu amada —Félix también lo recibió —. ¡Disfruten! ¡Espero verlos de nuevo!
Ambos se acercaron a una banca y se sentaron juntos.
—¿No te pareció incómodo que dijera que somos novios? —preguntó la azabache.
Félix también quería preguntar, pero quería sacar el tema de modo sutil, Marinette no fue nada sutil.
—Si me hubiera molestado, hubiera dicho algo, Marinette —la azabache volvió a sonrojarse —. ¿A ti no te molestó?
—Me sorprendió, pero no me molestó —respondió con sinceridad —. La verdad es que pensé que a ti te molestaría —admitió.
—¿Molestarme? ¿Por qué? —preguntó Félix.
—Tú sabes porqué... —la azabache tomó su muleta y la apretó fuertemente, esa era la principal diferencia entre ella y el resto de las personas: la muleta —, sabes que soy...
En ese momento, Marinette se calló. En todo el lugar se escuchó una melodía suave, que después se volvió más fuerte y después aumentó aún más, era una melodía muy agradable, a la cual después se unió una voz muy melodiosa. Marinette sonrió, moviendo la cabeza.
Félix le iba a decir lo especial que ella era, pero al ver esa reacción, decidió que era buena idea buscar de dónde provenía esa música.
Ayudó a Marinette a levantarse y no tardaron en encontrar al chico que cantaba. En ese momento, Félix notó como la azabache lo miraba y no dejaba de sonreír, parecía ser que la música le encantaba, ¿o lo que le había gustado era ese chico? Porque era bastante atractivo. ¡Demonios! ¿Acaso se estaba sintiendo celoso? Comenzaba a arrepentirse de no haber declarado sus sentimientos cuando tuvo la oportunidad...
—Es muy bueno —dijo la azabache mientras aplaudía.
—Sí, lo es... —respondió algo malhumorado.
*
—Una niña vino a ver a Félix y le trajo waffles —informó Nathalie.
—Con razón mi hijo se fue —Amelie sonrió —. ¡Es tan vergonzoso y tan tierno! —Nathalie sonrió, por poco soltaba una risa —, ya quiero que llegue Adrien para contarle esto, ¡se sentirá encantado!
Por poco y había confesión en este capítulo, pero no, una escena de celos ganó, jajaja. XD
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Otro día.
FanfictionSerie de relatos protagonizados por Félix, utilizando las palabras del calendario Marichat.