Waffles.

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—Te dije que estás enamorada de Félix, Marinette. Las revistas no mienten —dijo Kagami sonriendo con orgullo.

—¡Yo sí creo que esa revista está mintiendo, Kagami! —exclamó Marinette —, solo somos amigos, muy buenos amigos.

—Las revistas no mienten, Marinette —repitió Kagami —. Prueba de ello son las películas y las series. Mi mamá no me deja verlas, dice que son tonterías, pero muestran situaciones de la vida real.

Marinette suspiró y negó con la cabeza. ¿Gustarle Félix? Eso era algo imposible, era algo que iba completamente contra sus propias reglas. Ella prometió no enamorarse, porque según su criterio, nadie querría salir con alguien como ella.

—Marinette, tú misma me dijiste que lo conoces muy bien. Sabes por ejemplo cuál es su desayuno favorito.

—Claro, a Félix le gustan los waffles —respondió enseguida —. A Félix no le gusta mucho comer dulces, pero dice que a veces es bueno comenzar el día con algo dulce, por eso le gustan los waffles.

—¿No crees que eso es demasiado específico? ¿No te das cuenta, Marinette? Yo creo que si lo extrañas, podrías ir a verlo y llevarle waffles.

—¿No crees que eso es demasiado?

—Yo creo que las personas pierden oportunidades por no ser directas. No dudes, Marinette.

—¿Si alguna vez te gusta alguien, se lo dirías de forma directa?

—Claro, yo no dudaría.

*

A la mañana siguiente, Marinette se despertó muy temprano y se dirigió a la Mansión Agreste. Apenas llegó, se ocultó detrás de un árbol y observó.

—¿Los humanos siempre espían a otros? —le preguntó Tikki a su portadora.

—No estamos espiando, Tikki, solo estamos esperando a que se vayan —respondió —. No me hagas preguntas, porque dudo y no quiero dudar —pidió casi como una súplica en su tono de voz.

Diez minutos después, Marinette vio como Amelie conducía el auto y llevaba a Adrien. Tal y como ella pensaba, Félix no iba.

Suspiró, tomó la caja que llevaba y la abrazó. Comenzó a caminar hasta la enorme reja, se sintió algo intimidada, todo era tan grande, ella jamás se había sentido tan pequeña. Entonces, sin dudar, tocó el timbre. Después de anunciar quién era, le abrieron.

Comenzó a caminar a paso lento, aún sintiéndose algo intimidada. Estaba caminando, cuando de pronto...

—Marinette —Félix se acercó a ella, tomándola del brazo —. En esta casa se debe caminar mucho, déjame ayudarte.

—Estás bien —dijo ella, tomando por sorpresa al rubio —. Comenzaste a faltar y me preocupaste mucho, ahora entiendo cómo te sentiste tú cuando yo falte, Félix.

Félix sonrió sin poder evitarlo, se sentía tan tonto al emocionarse porque Marinette había pensado en él, ella se preocupó lo suficiente como para ir a verlo, asegurarse de que estaba bien.

—¿Estás segura de que estoy bien? —preguntó repentinamente, le estaba jugando una broma —, quizás tengo una enfermedad contagiosa y tú no lo sabes y estás muy cerca de mí.

—Sé que estás bien porque te acercaste a mí —respondió de modo tranquilo y sin separarse de él —. Jamás harías algo para enfermarme.

—Es cierto, tú me preocupas.

—Y tú a mí —Marinette se sonrojó y recordó el motivo por el cual había ido en primer lugar —. Te traje esto —le mostró la caja a Félix, pero él no la recibió por sujetarla —. Es algo que te gusta mucho.

«Con tú presencia ya me siento más que feliz, Marinette», pensó el rubio.

—Gracias, pero entremos, no es muy cómodo hablar parados en el patio.

—Claro...

Marinette se sentía nerviosa, entraría a la famosísima Mansión Agreste. Tan grande y tan intimidante, un lugar donde muchos desearían poder entrar.

Félix también se sintió nervioso, ¿debería decirle la verdad a Marinette de una vez por todas? Una verdad que ni siquiera Adrien conocía y eso que a él también lo involucraba.

Félix ayudó a Marinette a entrar y ambos se dirigieron a la cocina. Félix aceptó la caja y apenas la abrió, vio una pila de deliciosos panqueques y sus ojos brillaron de inmediato, era un paraíso visual, diabetes asegurada.

—¡Muchas gracias!

Marinette sonrió, amaba ver a Félix tan emocionado, parecía un niño.

Los dos a solas en la Mansión, ya es hora de otra conversación sincera... o eso creo, jajaja. ¡Gracias por su apoyo! ♥️

Otro día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora