—Quizás deberíamos olvidar todo esto del taller —dijo la azabache mientras observaba los distintos panfletos que Félix le había entregado. Muchos de ellos le habían llamado la atención, pero al mismo tiempo la ponían nerviosa. El hecho de no saber si podría realizar alguno de esos talleres o no la hacía sentir bastante mal.
Félix la vio y notó como su rostro demostraba gran preocupación. Se sintió algo mal, quizás la estaba presionando demasiado y ella ya quería volver a su casa lo antes posible y él la mantenía ahí casi por obligación.
—¿No te gusta ningún taller? —preguntó con voz suave —, ¿o es que ya quieres volver a tu casa?
—Me da miedo no encontrar un taller abajo, no quiero hacerte perder el tiempo —respondió con sinceridad —. Tampoco me quiero ilusionar con algo y que no se pueda —admitió.
Félix asintió, para una persona común era sencillo inscribirse en un taller, porque podías ir al taller que quisieras sin tener problemas, podías subir escaleras, correr o cualquier cosa. Pero personas como Marinette no podían hacer esas cosas, no lo tenían tan sencillo.
—Podemos encontrar un taller que sea abajo —respondió Félix con tono de voz seguro —. Pero descansemos por hoy, puedes llevarte los panfletos y los revisas en tu casa.
—Gracias, me parece una buena idea —respondió la azabache. De ese modo ambos se levantaron de su asiento y se dirigieron a la salida juntos.
*
Marinette en casa comenzó a cocinar, porque estaba sola y quería ahorrar tiempo. Tikki la observaba y comenzó a comer galletitas, porque le encantaban.
—¿Puedes creerlo? ¡Félix esta dispuesto a ayudarme a encontrar un taller y no esta dispuesto a rendirse! —exclamó la azabache.
—Tienes una gran amigo, Marinette.
—Lo sé —la azabache no dejaba de sonreír, se sentía muy emocionada por todo lo que estaba pasando en su vida. Le encantaba tener un amigo.
*
Félix en casa estaba revisando los panfletos que él también se llevó a su casa. Los leería y buscaría algo que podría gustarle a Marinette, algo tenía que existir.
—¿No crees que te tomas muchas molestias solo por ella?
—Quiero ayudarla —respondió con seguridad —. A mí también me hubiera gustado que me ayudarán antes, es todo.
—Bueno, por lo menos no eres tan empalagoso y no me das ganas de vomitar —Félix rodó los ojos.
*
Él estaba dispuesto a ayudar a Marinette, pero esa noche... las cosas cambiaron un poco.
Soñó que regresaba al equipo de fútbol y que repentinamente se convertía en alguien muy popular, alguien a quien todos miraban y a quien le querían hablar. La gente lo miraba con admiración y querían hablar con él, era todo un cambio.
—¡Eres grandioso, Feli-buu! ¡Te admiro mucho!
Despertó de golpe, estaba sudando y se sentía acelerado, había sido una completa pesadilla. Pensaba que había olvidado todo eso, pero todo seguía en su subconsciente, eran recuerdos que nunca se irían.
《No quiero revivir todo eso...》, susurró. Aunque estaba dispuesto a ayudar a Marinette, ¿pero sería capaz de dejar sus miedos de lado solo por ayudar a una amiga? Tenía que intentarlo.
*
Entonces, durante el recreo ambos se juntaron en la banca ubicada en el patio y hablaron del tema, solo que Félix podía notar que Marinette se sentía un poco desanimada, estaba algo desmotivada.
—Siento que ninguno de estos talleres es para mí, creo que ese es el problema, Félix.
—Ahora que lo pienso, solo te he dado panfletos y ya, en ningún momento te pregunté por tus gustos, por eso no encuentras nada. ¿Hay algo que te guste?
—Oh, bueno... me gusta hornear...
Félix asintió, siendo hija de los mejores panaderos de París sería raro que no supiera hornear.
—Aunque también me gusta mucho dibujar, soy buena en eso, porque me gusta diseñar —contó —. Soy buena diseñando, mi mochila, bolso y mi ropa son diseños propios —confesó.
Félix la miró, analizando su ropa y su bolso. Marinette se dio cuenta de ello y se sintió levemente avergonzada.
—Eres muy talentosa, se nota que es algo que te gusta.
—Gracias.
—Solo digo la verdad, eres grandiosa.
—Gracias —repitió —. Hace mucho que no lo hago, es algo que deje en el olvido.
—Cuando algo te gusta mucho, intenta no dejarlo en el olvido, después te puedes arrepentir.
—¿Sientes eso por haber dejado el fútbol?
—Un poco, aunque si te soy sincero, estuve pensando en ello anoche y recordé que prefiero el esgrima.
—¡Esgrima! ¡Es genial!, nunca lo he practicado, pero lo he visto en televisión y me parece un deporte un poco enredado.
—Requiere estrategia, por eso me gusta.
—Quizás podrías inscribirte.
—Lo haría, pero estaría algo oxidado y no creo que eso le guste al equipo.
—Pero si es algo que te gusta a ti, mejorarás rápido, tú eres listo y muy hábil.
—Gracias... —ambos se sonrojaron levemente ante eso.
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Otro día.
FanfictionSerie de relatos protagonizados por Félix, utilizando las palabras del calendario Marichat.