Adrien se sentó al lado de su tía. Félix dejo que Marinette subiera primero, viendo como subía de modo lento y se acomodaba y movía para que él también pudiera subir, una vez que ella estuvo lista, él subió.
—Hola, mis niños —saludó Amelie. Apenas vio a Marinette, una tierna sonrisa se apoderó de sus labios —. Hola, soy Amelie, madre de Félix. Es un gusto tenerte aquí.
—Mucho gusto, yo soy Marinette... —respondió de modo tímido. Amelie no dejo de sonreír en ningún momento.
—Es un nombre muy bonito, como tú —Adrien alzó una de sus cejas, su tía siempre era muy amable con todo el mundo, pero ¿la estaba tratando así por su condición o porque era una chica en el auto? Quizás... no... las madres no piensan en parejas para su hijo enseguida, ¿cierto? De pronto se sintió incómodo —. Dime, ¿dónde vives?
Marinette dijo a regañadientes su dirección. La verdad, vivía en una casa algo simple, el problema era que sus padres trabajaban y ella estaba sola todo el día, gracias a su condición ella no podía subir escaleras y la Panadería de sus padres no tenía ascensores, por eso debía quedarse en casa sola todo el día. A veces se sentía triste por eso, pero lo disimulaba, debía acostumbrarse.
—¿Y quiénes son tus padres, linda? —preguntó la rubia después de un rato —, soy nueva en este curso y me gustaría conocer más.
Félix notó como la azabache jugaba con sus manos, estaba visiblemente incómoda. Eso llamó automáticamente su atención, ¿por qué la ponía nerviosa hablar sobre sus padres? ¿Marinette tenía malos padres?
—Mis padres son Tom y Sabine —respondió la azabache. Justo en ese momento llegaron, Marinette agradeció y se bajó del auto. Amelie se sorprendió, por lo que ella acababa de contar, sus padres son los mejores Panaderos de todo París, es sorprendente.
Félix se despidió y bajó del auto, siguiendo a Marinette.
—Últimamente ellos hablan bastante —informó Adrien a su tía.
—Eso me parece bien —Amelie sonrió. Parecía ser que su hijo sentía algo por esa chica, porque él nunca se interesaba en nadie, trataba de estar siempre solo y aislado.
—¿Estás bien? —le preguntó mientras se acercaba a ella —, te vi algo incómoda. Lo siento, mi mamá en ocasiones habla más de lo necesario.
—Todas las madres hacen eso, la mía es igual —respondió la azabache —. Estoy bien. De hecho... quería agradecerles por traerme hasta aquí, me gusta caminar, pero me siento algo cansada.
Félix la miró fijamente y se dio cuenta de que se veía algo pálida y sus ojos se veían pequeños, él sabía un poco de medicina porque había visto a personas enfermas a lo largo de su vida, Marinette daba la sensación de estar enferma, en ese momento parecía que estaba a punto de desmayarse o que quería dormir urgentemente.
—¿Puedes entrar sola? Te ves cansada.
Félix no esperó una respuesta y apenas Marinette abrió la puerta de su casa, él la ayudó a entrar. La sujetó por la espalda, usando sus dos manos y la ayudó a caminar. Gracias a esa cercanía, se dio cuenta de lo delgada que era, si tocabas su espalda podías sentir sus huesos, era llamativo.
Una vez dentro, la sentó en el sillón más cercano, ella se recostó, había una manta cerca, con ella la tapó.
—Félix, en la cocina hay galletas, lleva algunas para ti y tú familia, por favor.
—Gracias.
Félix tomó algunas galletas que guardó en un pote, mañana se lo devolvería a Marinette en el colegio. Una vez listo, fue con Marinette, solo que ella ya se había quedado dormida.
—Cuídate, Marinette... —acarició su cabello.
—El amo...
—¡Sh! Podrías despetarla —regañó a Plagg, quien simplemente rodó sus ojos enojado.
«Nunca había sentido la necesidad de proteger a alguien, pero ella me causa tanta ternura que no puedo evitarlo. ¿Qué me pasa?»
*
—Siempre nos dejan tanta tarea, a veces quisiera dejar de estudiar tanto —se quejó Nino.
Félix rodó los ojos, Nino siempre decía tonterías. Adrien rió, lo cual hizo que Nino se sonrojara levemente (a veces Adrien lo hacía sentir un poco tonto).
Marinette se encontraba en su puesto, sentada. Félix podía ver como miraba distintos puntos, su vista se dirigía a la puerta, a la pizarra y a otros puntos, no miraba nada en específico.
Ella siempre parecía perdida en sus pensamientos.
*
—Es solo que creo que no deberías juntarte con Félix —Alya estaba aconsejando a Marinette —. Si te juntas con él, los demás podrían alejarse aún más de ti, porque es un chico al que todos evitan, él es serio y no es amable.
Félix quería hablar con Marinette, quería agradecerle por esas deliciosas galletas, pero Alya se acercó antes y él se ocultó para poder escuchar. Las palabras de Alya lo sorprendieron, sabía que le caía mal a los demás, pero no pensaba que eso alejaba a los demás de Marinette. Mentiría si dijera que eso no le afectó.
—Félix es un chico amable —su corazón se aceleró al escuchar eso —. Él se acercó a mí y conversó conmigo sin ninguna razón, pese a mi condición. Es agradable conversar con él, porque escucha y tiene distintas opiniones, es alguien interesante. No deberían juzgarlo solo porque su mirada no siempre es agradable.
Escuchó resonar la muleta de Marinette y comenzó a correr para alejarse, no quería que supiera que escuchó todo eso. Se sorprendió, era la primera vez que alguien lo defendía.
—Marinette protectora de Félix... jamás pensé que una chica así de tímida podría hablarme de ese modo, yo solo quería ayudarla... —se quejaba Alya.
Alya se fue. Félix decidió que pasaría casualmente por el salón de los casilleros y se toparía con Marinette, así podía darle las gracias.
Solo que no esperaba verla llorando.
—¿Qué pasó?
—Félix... —ella secó sus lágrimas rápidamente —, solo me sentí un poco mal, ya sabes, a veces estudiar cansa mucho, más cuando usas esto y rodilleras... —la azabache seguía llorando un poco, pero se controló respirando.
Félix sentía que esa era una respuesta que utilizaba seguido, porque no tartamudeo ni demostró nervios. Eso significaba que mentía a diario.
—¿Quieres agua?
—No gracias.
—¿Quieres ir al salón? Quizás te ayudaría estar sentada.
Marinette movió sus ojos, viendo la banca que había en ese lugar. Félix asintió y la tomó del hombro, ayudándola a sentarse.
—Gracias por ayudarme, Félix.
—No me tienes que agradecer, lo hago porque quiero, créeme, no soy de ayudar a los demás.
—Gracias...
Félix sonrió y rodó los ojos.
—De verdad no me agradezcas, lo hago porque quiero —porque me importas, quiso decir, pero prefirió no hacerlo.
—Intentaré recordar no agradecerte —Félix río y Marinette se unió a sus risas.
Ambos se sentían bien estando con el otro, era una sensación agradable. Félix sentía que Marinette era una chica tierna, pero no aburrida. Ella inspiraba ternura y como se veía algo débil, daban ganas de protegerla, él nunca había sentido algo así por nadie. Y Marinette pensaba que Félix era un buen chico, solo que era selectivo y por eso no hablaba con todos, no podía evitar sentirse algo especial por estar cerca de él, sentía que al fin tenía un amigo sincero, era algo muy lindo.
Definitivamente escribir este fanfic es algo muy tierno. 🥺♥️
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Otro día.
FanfictionSerie de relatos protagonizados por Félix, utilizando las palabras del calendario Marichat.