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<El pasado te persigue…>

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<El pasado te persigue…>

《Connor》

[…]

Una mujer de cabello rojo y sedoso, con esos hermosos ojos avellanas se encuentra sentada en el sillón junto a la chimenea en vísperas de Navidad leyendo un cuento sobre el ‘País de Nunca jamás

— ¡Connor, vamos a jugar en el columpio! —Un niño de ojos azules vistiendo una pijama de 'Spider-Man' uno de sus superhéroes favoritos. — ¡Vamos! Será muy divertido. 

— Mi pequeño príncipe, hace mucho frío afuera y no quiero que se enfermen. — La mujer pelirroja nos habló con una voz suave y dulce. 

— Pero Mamá, quiero ir a jugar con Connor. Mi padre dijo que si no me ve haciendo algo productivo me llevará a dormir. —El pequeño hizo un leve puchero cruzando sus brazos en su pecho e inclinando su cabeza hacia abajo. 

— ¿Y si jugamos a los piratas? —Hablé con entusiasmo ya que es uno de mis juegos y travesuras favoritas. 

— No, no quiero. Siempre me ganas y consigues el tesoro primero que yo. Es muy injusto, a ti todo te sale bien, siempre te compran helado. A mí no me compran nada. —El pequeño de ojos azules hizo un berrinche totalmente enojado.

La mujer pelirroja se puso de pie y se acercó al niño que se encuentra sollozando y cubriendo sus ojos con uno de sus antebrazos. 

— Pequeño, no te sientas mal. Eres mi rayito de luz y no me gusta verte llorar. Te prometo que iremos a comprarte un helado junto con Connor. Pero tienes que prometer que dejarás de llorar, pequeño travieso. -Habló, con una sonrisa genuina.

La señora logró calmar al pequeño, ella se agachó para quedar a la misma altura que él y acarició su cabello sedoso. El infante la abrazó y se acurrucó en su pecho. 

La señora sonrió levemente y le susurró una canción de cuna que ella misma compuso. Esa canción de Cuna siempre la cantaba para nosotros. 

“La cantaba.

— Niño, ven acá inmediatamente. —Una voz varonil bastante gélida llamó al niño que se encuentró abrazando a la señora de mediana edad. — Ya deja de mimarlo, Mujer. Lo pondrás demasiado blandito. Ese niño tiene que ser un hombre maduro y derecho. No quiero que sea un niño llorón, eso no está en mi linaje. 

El hombre regañó a la mujer y tomó del brazo al niño. Se lo llevó fuera de la sala, se escucharon los gritos del niño pidiendo que no lo dejen a solas con ese hombre. 

La mujer inmediatamente se puso de pie y se dirigió por donde el hombre se fue para poder convencer a ese señor sumamente desagradable. 

Como se escucharon los gritos y los golpes. Mi sangre hirvió de la ira, pero apretar mis puños no sirvieron en nada. Mis ojos se posaron en la chimenea viendo como el fuego consume la leña. 

Solo Quiero Que Me Ames. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora