Cap 13: Abandonada

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Caminaba por las calles mientras sentía como la suave brisa choca con mi rostro, debido a la hora hay unos pocos lugares abiertos pero eso no es problema, después de todo... no tengo dinero.

Bueno, sí tengo, aunque es muy poco, yo diría que con mucha suerte me alcanzaría para una taza de té.

Miré con lástima mi bolsita de tela, ni siquiera cuando vivía sola tenía tan poco dinero. Si bien había veces en las que comía únicamente frutas y nueces del bosque, era porque ahorraba para el mantenimiento de mi canoa o para comprarme una.

Supongo que me acostumbré a las comodidades que implicaba ser parte de la tripulación de Zuko, en realidad no recibo un pago como tal, el dinero que tengo es de cuando vivía sola, pero sí tengo muchas otras cosas.

Lo principal es la comida y el hospedaje, sin embargo, hay algunas cosas más, por ejemplo; junto a mi tío solemos visitar varios locales y no solo para mirar, también he recibido uno que otro regalo por su parte también.
La verdad creo que me consiente mucho.

Es por eso que no suelo preocuparme por los gastos como lo hacía antes, debido a eso me tomé la libertad de gastar mi dinero en algunas cosas que tengo escondidas.
Mi ropa y mascaras no se dan mantenimiento solas, esas prendas me sirven para cosas como lo sucedido en la isla Kyoshi.

Me resigné rápidamente y seguí viendo el lugar, en eso escuché las quejas de una anciana, en medio de la calle se encontraba ella rodeada de varias frutas mientras intentaba recogerlas con una canasta en la mano.

Me acerqué a ella para ayudarla, así después de un rato, con la última fruta en la canasta, dimos por terminada la situación.

—Gracias, señorita.

—No se preocupe, los accidentes a veces pasan.

La mayor me sonrió dulcemente, luego me miró más detenidamente, ante su atenta mirada no me atreví a mover ni un músculo, aunque sonreí muy confundida.

—¡Eres tú! ¡Eres la muchacha de la que me habló el adivino!.

Me veía con tal emoción que por un momento pensé que me conocía de algún lado, pero resultó ser por obra de un adivino, aunque seguro dió una descripción general y por mera coincidencia concuerdo con ella.

No creo mucho en eso, solo un poco en los presentimientos, pues los míos me ayudaron a salvarme de muchos problemas.

—Creo que me está confundiendo con alguien más.

—¡No! ¡Estoy segura! Eres tal y como me dijo, incluso llevas ese collar y aretes que me mencionó.

—Muchas jóvenes llevan accesorios.

—Si, pero él describió estos, además se supone que aretes como los tuyos son únicos.

Me congelé por un segundo.
¿Cómo puede saber eso? No hay forma, los únicos que saben de eso además de mí son mis padres y ese chico, pero él nunca diría nada, no lo digo porque creo en él, si no porque no le importa, seguro ya hasta lo olvidó.

A no ser que esté usando otro de sus trucos baratos.

—Disculpe, ¿dónde puedo encontrar al adivino?.

Tengo que corroborar algunas cosas y espero que no se trate de ese estúpido con alguna clase de estafa hacia los pobladores.

(...)

Al llegar al lugar la señora se fue deseándome suerte, tal parece que este sitio es de un adivino que llegó hace un año al pueblo, poco a poco ha ganado influencia, quizá no de todos pero si de muchas personas.

La misión secreta-ZukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora