Capítulo 24

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Alec

No tenía ni la menor idea de qué hora era, y estaba seguro de que no me hubiera despertado de no ser porque la cabeza no dejaba de pulsarme. Eso, y el que había lastimado una herida que no sabía tenía.

Al girarme hacia la ventana, me topé con una bebida y lo que suponía eran unas pastillas para el dolor de cabeza. Confundido, me senté sobre la cama con pesadez, y al ver el post-it pegado a la botella, maldecí por lo bajo.

No estaba seguro de qué había pasado anoche, mi memoria estaba borrosa, pero recordé que Addie estuvo conmigo en algún momento.

Ella debió de ser quien me vendó la mano, supuse.

Tomé las pastillas, y tallé mis ojos antes de obligarme a ponerme de pie para colocarme una playera y buscar a Addie, lo menos que le debía era una disculpa. Y aunque tenía toda la intención de hacerlo, me detuve antes de abrir la puerta dejando caer mi cabeza sobre esta.

Me avergonzaba salir y enfrentarme a ella.

Lyss, Pol, Leo, incluso mi padre, me habían visto en aquel estado, pero había tratado de que Addie no lo hiciera. Estaba seguro de que ya se daba una idea de lo que hacía fuera cada noche, pero si no me veía, creí que podría evitar que descubriera esa parte de mí.

Ahora temía lo que pensara de mí.

El resto suponía ya se había acostumbrado, hablaban conmigo e intentaban que dejara de beber, pero sentía que, de alguna forma, ya se habían dado por vencidos y me dejaban ser, aunque eso no quitara el que me vieran con lástima. Y si Addie comenzaba a mirarme de esa forma... No quería que lo hiciera. No ella.

Pero en algún momento tendría que verla, hablarle. Al final del día vivíamos en el mismo espacio, no podía encerrarme todo el día en la habitación... O quizá sí. Quizá podría asomarme y ver si estaba fuera de su habitación, y si no era así, tomaría algunas cosas de la cocina y podría... No.

Respiré hondo y abrí la puerta, aún con la esperanza de que no estuviera en casa.

Exhalé aliviado al ver que no se encontraba en la sala, pero pronto recordé que era a Addie a la que buscaba, así que lo más probable es que estuviera en su habitación o fuera en el balcón, y al notar la puerta abierta de este último, supuse que la encontraría leyendo.

Me asomé para verla inmersa en su libro. Ni siquiera notó que había salido. Mis ojos se centraron en ella, en las pequeñas expresiones que hacía al leer, mismas que ya había hecho de un juego el deducirlas.

Si mordía sus uñas, creía que era porque algo peligroso estaba por pasar, si fruncía el ceño, significaba que no estaba de acuerdo con las acciones del personaje, aunque si estaba leyendo un libro académico, lo más probable fuera porque no lograba comprender lo que leía. Luego estaba el mirar a la nada cuando no podía creer lo que acaba de pasar. Y mi favorita, era la que tenía durante la mayor parte del libro, cuando se encontraba totalmente perdida por la historia, cuando el resto del mundo desaparecía para ella.

Muchas veces me encontré deseando que me llevara con ella, que me permitiera perderme en sus historias.

Podría quedarme así el resto del día, con este juego para intentar adivinar lo que pasaba por su mente con ayuda de las expresiones que con palabras no solía decir. Pero estaba aquí por algo, y tenía que enfrentarme a ello de una vez por todas.

⸺Deja de fruncir el ceño, o te saldrán arrugas.

Saltó al escuchar mi voz, y esos segundos en los que su mirada se detuvo en mí, me parecieron eternos hasta verla sonreír.

⸺¿Ya te amaneció? Creí que no te vería hasta mañana.

La jovialidad en su voz me hizo relajarme al instante, incluso sonreí acercándome a ella para sentarme a su lado.

⸺Addie...⸺inhalé profundamente sin mirarla. ⸺Lo de anoche...

⸺No tenemos que hablar de ello si no quieres⸺ me aseguró.

Ladeé el rostro para encontrarme con su sinceridad. Y quizá aquello debió de darme la valentía que necesitaba para enfrentar lo que había sucedido, verlo como una oportunidad para hablar con alguien... pero una vez más decidí ser un cobarde.

⸺Solo quería disculparme si te hice pasar un mal momento.

⸺Para nada⸺ me aseguró. ⸺Solo me cercioré de que llegaras a tu habitación sin romper nada más.

Alcé mi mano vendada.

⸺Supongo que de ahí salió esto.

⸺Supones bien, ya que nos debes un vaso.

Le devolví la sonrisa, realmente tranquilo por ver que, hasta ahora, todo parecía normal.

⸺¿Puedo invitarte a desayunar? Como agradecimiento por la venda, las pastillas y, bueno, hacerme llegar a salvo a mi habitación.

⸺No tienes por qué hacerlo.

⸺Pero quiero hacerlo⸺ insistí. ⸺¿Entonces? Solo voy a cambiarme e iremos a donde tú elijas.

⸺Bien, pero tendrás que invitarme a comer, dudo que sigan sirviendo desayunos a las 4 de la tarde.

⸺¿Es tan tarde?

⸺Sí, amigo, lo es⸺ respondió divertida.

⸺Vale, entonces vayamos a comer. Aunque ahora que lo dices, sí que debería de existir un lugar que sirviera siempre desayunos. Así la gente no se sentiría mal por dormir hasta tarde.

⸺¿La gente como tú?

⸺La gente como tú⸺ corregí divertido al ver su expresión ofendida.

⸺¿Quién es el que acaba de despertar?

⸺¿Me dirás que llevas despierta desde temprano? Seguro que tu desayuno fue apenas hace un par de horas.

⸺Pues te equivocas. Me he despertado temprano, como cada fin de semana.

⸺Sí, claro.

⸺Oye, que no salga de mi habitación no significa que no esté despierta.

⸺Adeline, por favor. El sábado pasado que tuve turno en la cafetería fui a despedirme y seguías profundamente dormida.

⸺Pues tampoco voy a madrugar⸺ argumentó.

⸺Eran casi las 10⸺ reí un poco al notar que buscaba cómo defenderse de aquello. ⸺Y al llamarte a medio día, fue Lyss la que respondió diciendo que seguías dormida.

⸺Vale, fue una sola vez. Okay, puede que más de una vez⸺ agregó al darse cuenta de que estaba por recordarle otra ocasión en la que dejó que el desayuno que le había preparado se enfriara por dormir un poco más. ⸺Pero jamás me he quedado dormida hasta las 4 de la tarde.

Abrí la boca para contraargumentar... pero la verdad era que tenía un buen punto, y su sonrisa triunfante lo demostraba.

⸺Como sea, debería de haber algún lugar donde sirvieran desayuno a estas horas.

Volvió a reír, y aquello sí que terminó de aligerar mi cuerpo por completo. 

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora