—¿Está bien así Amor?, ¿no es demasiado fuerte?— preguntó Luffy quién abrazaba de cucharita a su esposo, dejando sus grandes manos sobre el aún plano y marcado vientre del omega.
Desde que se enteró del embarazo de Zoro, trataba de ser más cuidadoso y delicado a la hora de tocarlo, por nada del mundo quería dañarlo.
—Está bien Lu, pero— adoraba dormir de esa manera, sintiendo la cálida y lenta respiración del alfa detrás de él, más hoy... hoy no tenía mucho sueño precisamente.
Retirando la manos de Luffy, se dio la vuelta para observar de frente a su esposo, posando una de sus manos en la mejilla de esté, acariciando la cicatriz bajo su ojo.
—Creo que me gustarían más unos besos tuyos— confesó con una sonrisa contagiando fácilmente al menor.
—¿Y quién soy yo para negarle algo a mi esposo?— copiando la acción de Zoro, llevó su mano derecha a la mejilla del mayor, fijando su vista en los carnosos y suaves labios de esté, preguntándose que tenían como para volverse adicto a ellos.
Unos cuantos segundos después comenzó a besarlos, eran pequeños besos cortos donde solo acariciaba los labios de Zoro con los suyos, transmitiendo en ellos cuanto le amaba.
Al peliverde se le derretía el corazón con esos dulces toques, pero vamos, no era una frágil y delicada muñeca de cristal, así que tomando por un momento el mando del beso, mordió con fuerza el labio inferior de Luffy, dándole acceso a su lengua para encontrarse con la de él, iniciando una danza algo brusca.
—Quería ser gentil contigo Zo, pero así no se puede shishishi— pronunció cuando se separaron un poco y obtener así algo de aire fresco.
—No te preocupes Lu, bésame como normalmente lo haces—
Siguiendo las indicaciones, el pelinegro tomó de la nuca a Zoro y lo empujó a sus labios. Con total libertad exploró cada rincón de la boca de éste, acariciando todo a su paso, abriendo paso a pequeños gemidos y suspiros.
El mundo se redujo solamente a ellos dos besándose con voracidad, sin restricciones, uniéndose una y otra vez con pasión.
—Uhg Zoro~— jadeo Luffy en medio del choque de labios, había saliva por doquiera y los sonidos no paraban de llenar la habitación.
—¿Si Amor?— preguntó inocentemente antes de volver a iniciar un profundo y ardiente beso, que les robara el aliento el uno del otro.
—T-tú mano— murmuró entrecortado antes de ser callado nuevamente.
Zoro sonreía en medio de los besos, su traviesa mano se había colado en los pantalones y bóxer de su esposo, acariciando con ímpetu su intimidad.
—Mira... ya está despierto— señaló con picardía cuando ambos tomaban aire.
—Demonios Zo... sabes que no vas lograr calmarme solo con tus manos— gruño Luffy mirando acusatoriamente al peliverde quien sonreía divertido.
—Y que prefiere mi Rey, ¿mi boca o mi culo?—
—Mgh~ ambas— murmulló sintiendo como pronto acabaría, los movimientos de Zoro no eran nada delicados, subía y bajaba sin parar su mano por el chorreante miembro, en algún momento comenzó a utilizar su otra mano para masajear los testículos del alfa.
—Aha~... ¡Zoro!— la liberación llego junto a un profundo y ronco gemido, haciendo calentar al mayor, no podía esperar para tener todo eso dentro suyo —¿Qué esperas? Limpia tu desastre— ordenó Luffy intentando regular su respiración, el peliverde asintió feliz.
