Feliz.
Sí, lo estaba. Y mucho. El simple hecho de estar ahí, a su lado, era como si su vida recobrara todo sentido. La amargura y el peso que cargaba en su corazón se esfumaron, aunque solo fuera por un instante.
Sabía que esa alegría se desvanecería pronto, que el arrepentimiento y la culpa volverían a invadirlo. Pero por ahora, su sonrisa no desaparecía.
No mentiría, quería acercarse, eliminar toda distancia alguna entre ellos, abrazarlo fuertemente, sentir su calor y besar sus labios... más por ahora se conformaba con acariciar su pelo, por retirarle algunos finos cabellos que le cubrían la frente. Deseando quedarse junto a él por siempre.
—Te amo Zoro...— murmuró lo más suave y bajo posible sin dejar de acariciarle, siendo el único contacto que podía tener con su esposo —Siento que pasaron años desde que te lo dije... pero, no fue hace mucho que lo escuchaste, tan solo fueron unas semanas, muy poco a comparación del tiempo que hemos estado juntos—
—Ojalá despertaras— susurró, con la voz ahogada por la tristeza. Pero siendo realistas, Luffy sabía que lo primero que haría Zoro sería echarlo, sin dejarle pronunciar ni una sola palabra, sin querer escuchar su explicación.
¿Se lo merecía? Absolutamente, por tonto, ingenuo, idiota... eso lo reconocía.
—Pero... duele no estar con ustedes— sollozó está vez acariciando el vientre del omega.
Se secó las lágrimas con el antebrazo, recuperando su sonrisa, en ese momento era feliz, y solo ese sentimiento debía tener presente.
—Amor, debes tener más cuidado, cierra las ventanas antes de dormir, no quiero que te resfríes— pidió en un tono dulce, acunando una de las mejillas del peliverde —Solía entrar por ahí e invadir tu habitación cuando éramos novios, ¿lo recuerdas? Lo hacía para sorprenderte shishishi—
No obtuvo respuesta alguna, pero su corazón se acelero cuando el mayor se movió un poco, buscando más del contacto que su cálida mano le brindaba.
Sabía que no debía hacerlo, aún así se arriesgo. De manera lenta, se acercó a los labios que tanto anhelaba, y por unos cuantos segundos, los junto con los suyos. Quizás solo fue un rose, pero para él significó mucho más.
Reuniendo toda su fuerza de voluntad, se apartó, le dedico una última sonrisa y se marchó tras dejar un "Los amo".
...
—¿Las diez?— se sorprendió Zoro al despertar. No es como que tuviera que hacer algo en particular, encima de que era domingo, pero, había dormido demasiado.
—"¿Habré tenido un buen sueño? No lo recuerdo"—pensó al sentirse ¿Contento? Quizás más animado.
Le resto importancia, hasta que observó la ventana, notando que el seguro no estaba puesto —Por suerte no entró ningún insecto, seria difícil tener que buscarlo— murmuró al bajar la vista y observar su vientre, le sonrió y camino hacia la ventana para cerrarla, no habían entrado insectos pero si hojas secas.
Con eso resuelto, buscó en su maleta algo de ropa y se adentro en el baño...
—Buenos días papá— saludó al encontrar al hombre en la sala, él le devolvió el saludo, indicándole que su desayuno estaba en la cocina.
—¿Sigues aquí? Creí que ya te habías ido— pronunció al ver a Perona cortando unas manzanas, dándole la forma de unos supuestos conejos —Deja eso para los niños... anciana— murmuró en un tono algo burlón.