—¿Qué demonios planeas decir? ¿Hola soy la dueña? ¿y pasearte a tus anchas molestando a los empleados? ¿Además que mierda hago yo aquí?—
Demasiadas preguntas, a las cuales Perona no respondió ni una sola, simplemente salió del auto y le abrió la puerta al peliverde.
—Baja de una vez— ordenó observando como el omega fruncia el ceño —¡No te traje casi a rastras para que te quedes en el auto! ¡Baja de una vez!—
Zoro no pronunció palabra alguna, en cambio se cruzo de brazos, seguía sin comprender que hacía él ahí, perdiendo su valioso tiempo en esas tonterías.
—De acuerdo, entonces le llamaré a Luffy y le diré donde estamos— amenazó la chica sacando el celular de su bolso, obteniendo la reacción de su primo que deseaba.
—Vamos de una maldita vez— aceptó bajándose y comenzando a caminar.
No les tomó mucho llegar, el lugar era fácil de reconocer a simple vista, pues ni siquiera habían entrado aún y ya podían divisar muchísimas flores por el gran ventanal.
Al adentrarse, fueron recibidos por el aroma floral. Observando como todo ahí era verdaderamente hermoso.
—Bienvenidos, estamos encantadas de tenerlos aquí, siéntanse libres de elegir todas las flores que deseen, nosotros podemos prepararles lo ramos y arreglos que gusten sin problemas— exclamó una de las floristas, haciendo una leve reverencia junto a otras dos trabajadoras más.
—Muchas gracias, estaremos observando sin interponernos en su trabajo— avisó la pelirosa inclinándose un poco, Zoro también lo hizo sin decir nada.
Las chicas asintieron y se retiraron a sus puestos.
—Es aburrido ver flores- se quejó Zoro mientras observaba de cerca unos girasoles.
—Para mí, es relajante— afirmó ella tomando unas cuantas fotos.
—Hay demasiados tipos, ni siquiera conozco todas, además ya tengo hambre, así que apúrate a ver todo lo quieras y vayamos a almorzar— exclamó el peliverde, dejando los girasoles y observando lo demás, el lugar era increíblemente grande, así que quería terminar ya.
—¿Por qué eres tan impaciente? Espero que tu hijo no salga igual o te volverá loco—
—Calla y date prisa—
—Si no querías acompañarme, debiste quedarte en casa— soltó ella con una risita, dejando atrás a Zoro para disfrutar a gusto del lugar...
—¿No se llevarán nada?—
—Por él momento no, muchas gracias— respondió Perona con amabilidad.
—Muy bien, esperamos su visita nuevamente— exclamó una de las señoritas.
La pelirosa y el peliverde asintieron, listos para retirarse, más una de las otras floristas se acercó a ellos.
—Es para usted, el joven de esta mañana tenía prisa y olvidó llevarse el jarrón, la gente normalmente lo regala junto al ramo de rosas, especialmente por que nadie tiene uno de ese tamaño—
Zoro se quedó extrañado al ver que la empleada se dirigía a él en vez de a Perona, por eso decidió hablar.
—Gracias, pero, las flores se las regalaron a ella— informó señalando a la chica junto a él.
Las tres señoritas se observaron confundidas, entonces la encargada aclaró la situación.
—El joven que adquirió la florería nos mostró una foto de usted, dijo que Monkey D. Zoro es el nuevo propietario, y que posiblemente acudiría acompañado de una chica—