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¡Luffyy! ¡¡Solo voy a repetirlo una vez más!! ¡¡¡ABRE LA MALDITA PUERTA AHORA!!!

Para de gritar Ace, así menos lo va a hacer— sugirió Sabo quien permanecía junto al pecoso frente a esa puerta.

Llevamos más de dos horas aquí y no nos abre, las llaves tampoco están, y yo ya me cansé de pedírselo por las buenas

Sabo suspiro rendido al ver como Ace volvía a tocar la puerta como un loco, a este paso no tardarían mucho para entrar.

¡¡Voy a romper la puerta!! ¡¡¿escuchaste Luffy?!!

Más del otro lado, un pelinegro apenas y abría los ojos. Observando su habitación en penumbras, pintada con tonos grises y algunas sombras, dejando un depresivo ambiente solitario.

¡¡CARAJO LUFFY SAL DE AHÍ!!

¿Hace cuanto que llevaba escuchando gritos? Era realmente desgastante el ignorarlos, él solamente quería permanecer ahí, sin ser molestado, sin escuchar ni ver a nadie, ya que si no es Zoro, los demás salen sobrando.

¿Que debería hacer? se paso un buen rato mirando al techo, tratando de encontrar una respuesta, la cual fue la misma que en días anteriores.

"Lo principal es encontrarte, quiero verte"

La idea de quedarse en la cama era buena, pero sabía que tenía demasiadas cosas que hacer.

Lastimosamente no tenía ni una chispa de energía para salir del colchón, pero de pronto, una pequeña esperanza apareció cuando su celular recibió una nueva notificación, sin dudar lo alcanzó para revisarlo al instante.

Había cientos de mensajes y llamadas, todos provenientes de sus amigos y familia, pero en ese momento no le parecían de gran importancia.

Solo abrió algunos de los más recientes aquellos de números desconocidos, donde era informando sobre el avance en la investigación para encontrar a su esposo, sin embargo, después de leer unos minutos, ningún mensaje le daba noticias alentadoras, por lo qué no tenía caso responder.

Sin saber que más hacer, abrió la app de galería, cristalizando sus ojos apagados, los cuales por un momento reflejaron un poco de brillo en cuanto la primer foto invadió la pantalla.

Era Zoro, sonriéndole, una inmensa sonrisa que solo se la mostraba a él... conforme deslizaba, más lagrimas rodaban por sus mejillas, aquellas imágenes eran lo único que le quedaban, ellas tenían el poder de hacer latir a su corazón, pero consigo, traían mucho dolor a su vez.

Soy un idiota...— se lo repitió una vez más, como las miles de veces que lo hacia todos los días, pero eso no cambiaba nada, él ya no estaba a su lado.

Su suegro sabía en el lugar donde Zoro se encontraba, pero, por más que se arrodillaba frente a él y se lo imploraba, Mihawk simplemente no le decía nada.

Estaba desesperado, la pregunta de si Zoro y su hijo estaban bien, no le dejaba dormir por las noches, tenía miedo, ¿que tal si Zoro no estaba comiendo bien?, ¿que tal si tenía frío? o quizás le duela la espalda y necesita un masaje... él no estaba ahí para ayudarlo, aunque ya no está seguro si alguna vez ha hecho eso —Solo le cause dolor... lo lastimé cuando, cuando yo prometí nunca hacerlo...

Soy un mal esposo, un mal padre— Quedaba poco menos de un mes para el nacimiento de su hijo y ese hecho le destrozaba al saber que no estaría ahí para apoyar a su esposo al momento de recibir a su bebé...

LUFFY EN SERIO DEJAS TODAS LAS PUERTAS ABIERTAS, ¡¿PERO LA DE TU HABITACIÓN NO?!— Gritó Ace en cuanto por fin logro entrar.

El azabache ni siquiera se molesto en responderle, solo continuó sumido en su teléfono.

𝑀𝑖 𝐷𝑢𝑙𝑐𝑒 𝐸𝑠𝑝𝑜𝑠𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora