-Zo ¿que opinas de esté? apuesto a que te veras muy lindo, ¿quieres probártelo?- preguntó Luffy con emoción mientras sostenía un vestido rosa palo de maternidad, más el peliverde no estaba para nada de acuerdo con él en aquel comentario.
-Vuelves a decir una estupidez como esa y no comes en una semana ¿entendido?- soltó con disgusto, en este momento su humor no estaba para las bromitas de su esposo.
-¿Pero venimos a comprar ropa de maternidad no?- Ya llevaban cuatro tiendas recorridas y a Zoro no le gustaba nada, comenzaba a desesperarse, claro que no se lo diría al omega.
-Te recuerdo que no soy una mujer...- aclaró Zoro revisando las prendas, tratando de buscar algo ideal, pues no iba a mentirse, se sentía algo inseguro con su cuerpo.
Con un embarazo de seis meses, su pancita había crecido lo suficiente para que su ropa habitual dejara de quedarle, ya no podía usar sus trajes, camisas o playeras, ahora vivía de ropa deportiva, sudaderas y cualquier prenda holgada que estuviese en su armario, algo incómodo de usar en el trabajo.
Arreglarse como antes ya no estaba incluido en su día a día, por ello, la posibilidad de encontrar ropa más presentable en la sección de maternidad le había hecho un poco de ilusión, ilusión que se desborono al ver que la mayoría de esas telas eran afeminadas, principalmente en los colores y diseños.
-Perooo Amor, te verías muy bonito con uno, a parte de que no tiene nada de malo que uses un vestido, ¿no sería más cómodo para ti?- sugirió con inocencia, a sus ojos, Zoro era el ser más hermoso que jamás conoció, y con pancita, era aún más bello, no tenía idea de las recientes inseguridades que habían surgido en su esposo.
Ignorando por completo las palabras de Luffy, le tomó de la mano y lo guío junto a él, tuvieron que dar aproximadamente seis vueltas dentro de la misma tienda, pero por fin llegaron al área deseada.
La sección de hombres.
Donde no tuvo más opciones que elegir unas cuantas playeras en tonos neutros con talla XXL, pantalones sueltos y algo de ropa interior...
Llegaron a casa algo temprano, uno con hambre y el otro un poco triste por no haber logrado su objetivo. A pesar de lo ocupados que eran sus trabajos, ambos trataban de tener uno o dos días libres a la semana, principalmente el que proponía esto, siempre era Luffy, quién se preocupaba de la salud de su esposo e hijo.
-Mierda... me están matando los pies- murmuró el peliverde tumbándose en el sofá, se sentía cansado y algo decaído, sus pies hinchados no le ayudaban para nada.
-Toma Amor- dijo el monito entregándole una ensalada que habían comprado antes de regresar a casa -¿Qué tal si te doy un masaje en tus piecitos?- propuso, a lo que el mayor asintió mientras comenzaba a comer.
Tomando asiento junto a su pareja, Luffy coloco los pies del omega sobre su regazo, y vertiendo algo de aceite comenzó con suaves masajes, la verdad es que quería hablar con él, pero prefería hacerlo cuando éste estuviera relajado. Así que después de unos minutos, pronunció algunas palabras sin dejar su labor.
-Zo, ¿hay algo que me quieras contar?- recibiendo una negativa por parte de esté -Amor, se que algo te pasa, últimamente te notó un poco pensativo, sabes que si algo te molesta, puedes hablarlo conmigo-
Tener una inseguridad no era algo propio de él, pero tal vez Luffy tenía razón. Y si le platicaba quizá se sentiría mejor, por lo que terminando de comer, se prestó para expresar un poco de lo que sentía.
-No me malinterpretes Lu, amo con toda mi alma al bebé que esta aquí, creciendo en mi interior- dijo con cariño, llevando ambas manos a su vientre, sonriéndole como si el bebé pudiese verlo-Pero... mi cuerpo, está cambiando, sabía que esto iba a pasar, pero, ya no... me siento...yo-
