Él estaba ahí abajo, esperándolo.
Se había mentalizado toda la noche anterior y toda la mañana.
Pero, ¿Por que sentía que no podía verlo?... No, no era eso, era lo contrario. Moría de ganas por estar con él. Lo necesitaba. Y eso era lo que realmente le aterraba.
¿De verdad era fuerte? ¿Lo era como para no sentir absolutamente nada en cuanto lo viese?¿A caso eso era posible?
—No lo es...— se respondió a sí mismo, tomando los documentos del escritorio. —Pero, aún así, tengo que hacerlo...—
Respiró hondo y abrió la puerta de su habitación. Seguir retrasando esto no le servía de nada. Tenía que acabar con el problema de una vez.
Pero, a cada paso que daba, el anhelo por ir a su lado crecía.—"Tranquilízate carajo"— se reprendió al ver que sus manos temblaban.
—"No importa lo que diga, con palabras no puede cambiar nada"—
Y... ¿Con una sonrisa?
Con esa hermosa sonrisa, la cual solía alegrar sus días y hacerle enamorarse de él cada vez más... ¿Eso podía cambiar algo?
Maldecía a su corazón, maldecía a sus ojos, por latir tan rápido y por no poder apartar la mirada. Pero... lucía tan resplandeciente, irradiando esa aura de alegría contagiosa y su fragancia a mar y menta... lo había extrañado todo, lo extrañaba a él.
—Hijo, los dejo solos—
¿Había otra persona ahí? si, su padre, quien se retiró para salir de la casa luego de ver como por varios minutos, su hijo y su casi ex-yerno solo se veían fijamente, embobados sin pronunciar ni una sola palabra.
—Zoro...— murmuró Luffy para romper el silencio.
El peliverde desvió la mirada y Luffy se puso de pie para acercarse.
—Zoro- repitió con una enorme sonrisa y unas increíbles ganas por besar ahí mismo al amor de su vida, más sabía, que si lo hacia, perdería toda oportunidad de hablar con él. Por ello se abstuvo.
—Que raro, estaba seguro de que te rompí algunos dientes aquella vez— comentó el omega con indiferencia, pasando de largo al azabache y tomando asiento en uno de los sofás.
—"Tu también estas feliz ¿Zoro?"— pensó Luffy, percibiendo las feromonas del peliverde -Lo hiciste shishishi, pero mis hermanos me llevaron a rastras a un dentista- confesó, sentándose frente al contrario, concentrando su mirada solo en él. —Por cierto, ¿te gustaron las flores? y-yo, olvide poner que eran de mi parte shishi—
—Las tiré— respondió Zoro sin más.
—Y-ya veo, debí haberte regalado algo diferente— pronunció Luffy mientras comenzaba a ponerse nervioso, por alguna razón, tenía un muy mal presentimiento de la carpeta que el omega sostenía. —Y t-tú, ¿ya cenaste? po-por que podemos ir a—
—Toma— interrumpió Zoro, ofreciéndole a Luffy lo que menos quería ver. —Deja de decir estupideces y tómalo de una vez—
Luffy recibió los documentos con una mezcla de ansiedad y temor. Sabía de qué se trataba, y su sospecha se confirmó al leer las primeras líneas.
—E-es una demanda de divorcio...— logró decir con dificultad, sintiendo cómo sus ojos se humedecían al enfrentar la solicitud para disolver su matrimonio.
—Como puedes leerlo, yo, no te pido nada, no quiero nada tuyo, no lo necesito— expresó Zoro con frialdad.
Luffy no podía creerlo, simplemente no podía procesarlo. Le tomo varios minutos, hasta que con la voz temblorosa, dejó escapar un sollozo -No... no puedo... no quiero divorciarme, Zoro. No los quiero perder...-