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Poco más de tres semanas que no podía ni un solo pie ahí, extrañaba el lugar, su oficina, pasar tiempo con su esposo.

-Hijo, ¿quieres que te acompañe?- preguntó Mihawk quien no estaba del todo convencido ante la idea de Zoro de salir de casa, el preferiría que éste se quedase descansando.

-Papá, te preocupas demasiado, ya estoy bien, lo único que podría hacerme daño sería el aburrimiento- además de que esta visita era necesaria para dejar de pensar y suponer ciertas cosas, más eso no se lo podía contar.

-De acuerdo- dijo Mihawk recordando que su hijo ya no era un niño -¿Te espero?-

-No te preocupes, regresaré a casa con Luffy- "Oh tal vez vayamos a cenar" pensó para si mismo al recordar que hacía tiempo que no salían en una cita.

-Bien, no olvides llamarme más tarde, y cuídate hijo.... también a mi nieto-

-Gracias, nos vemos luego- se despidió bajando del auto para caminar rumbo a la entrada del edificio. No sin antes responder a la llamada de su amiga.

-Ya estoy aquí- informó pasando juntó a los guardias quienes le saludaron amablemente y Zoro devolvió el gesto.

-No puedo creer que hayas ido hasta allá para espiar a Luffy, ese no eres tú Zoro-

-No lo voy a espiar, es una simple visita a mi esposo ¿okey?-

-Y pensar que te estarías evitando todas estas angustias y suposiciones si solo se lo preguntaras directamente- expresó Nami en un suspiro.

-Ajá, en serio tu crees que si se lo preguntara directamente, ¿me diría la verdad? nadie que este poniendo los cuernos haría eso bruja- recalcó en una voz un poco más baja, no quería que alguien llegase a enterarse de eso, y se difundieran rumores -Escucha, si veo que todo esta normal, aquí acaban mis dudas, y después de ello iré a cenar con Luffy, pero.... si llegó a ver algo entre esos dos, voy a matarlos-

-No digas eso a la ligera Zoro, no quiero que el bebé vaya a salir violento- Unos segundos en silencio pasaron antes de lque la voz de Zoro resonara.

-Oi Nami... tu crees que harte a Luffy, a tal punto que, ¿dejó de amarme?- aquella pregunta desconcertó a la pelinaranja, Zoro se oía triste -Con su comportamiento me confunde demasiado, me trata con mucho cariño, pero a la vez, coloca un barrera para estar lo más lejos de mí, yo... no se que pensar-

-Zoro, se que Luffy es un tonto y a veces llega a ser un reverendo estúpido e idiota, pero, si de algo estoy segura, es que jamás hará algo que llegué a perjudicar su matrimonio, a perderte, porque eres lo que más ama en este mundo, no podría lastimarte de ninguna forma-

El peliverde suspiró, Nami tenía mucha razón, y si se ponía a pensar, él había tenido muchos cambios en el embarazo, quizás Luffy también estaba presentando algo así o...

-Voy a hablar con él, gracias- la chica se puso contenta al escuchar esas palabras, y justo cuando iba a decirle algo más, la llamada se corto.

¿Qué eran esas? Risas claramente, y algunos murmullos, todo proveniente de esa puerta por la que solía entrar a diario.

Miró detrás de si, Reiju no estaba en el lugar que le correspondía. Trato de tomar aire y expulsarlo lentamente, toda su sangre estaba hirviendo. No espero ni un solo segundo más, abrió la puerta con fuerza, provocando que ésta se golpeará con la pared y produjera un gran estruendo.

Estruendo que llamó la atención del par de personas que reía anteriormente.

-¿Zoro?- preguntó Luffy al ver a su esposo a unos metros de él -¿Qué haces aquí?-

𝑀𝑖 𝐷𝑢𝑙𝑐𝑒 𝐸𝑠𝑝𝑜𝑠𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora