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Vodka parte 2

— ¿Qué te hace creer que eso podría pasar? —me mira de reojo con una sonrisa socarrona.

— Estás aquí... semidesnuda —susurre en su oído—. Con la respiración muy agitada y... —acerque mis dedos a su intimidad—.  Apuesto a que, si sigo bajando un poco más, me encontraré con la respuesta que necesito... es más que obvio, ¿No lo crees, preciosa?

— Eso no significa nada —se levanta y se sienta en el otro extremo del sofá

— ¿Te harás la difícil ahora? —con una sonrisa divertida veo como sus pechos dan un pequeño rebote cuando cae sobre el mueble.

Me encanta verla sin duda, pero es una tortura no poder tocarla.

— Tal vez... tal vez quiero que me ruegues un poco, esto está siendo muy fácil para ti —me mira desafiante con una sonrisa macabra y ojos llenos de lujuria.

¿Crees que esto es fácil?

— Yo no ruego —intento conservar mi orgullo.

— Qué raro, según recuerdo eras tú el que me pedía que por favor se la chupara —su voz es lasciva, aunque mezclada con un poco de burla.

Hazlo de nuevo por favor

Mi erección palpita dentro de mi pantalón cuando la escucho hablar así, definitivamente sabe como provocarme y no contenta con eso, comienza a deslizar la yema de sus dedos por su garganta, bajando lentamente hasta el valle de sus senos mientras me mira directamente a los ojos.

— Es tu turno, Ran —mi nombre se escucha tan bien saliendo de su linda boca.

Le dediqué una última mirada antes de inclinarme a tomar una carta, una sonrisita malvada sale sin permiso.

— Quien levanto la carta debe elegir un jugador y pasarle un hielo por la zona del cuerpo que más quiera —no puedo evitar morderme el labio mientras repaso sus curvas.

— ¡No harás eso! Ya tengo suficiente frío estando desnuda —se cruza de brazos

— ¿Tienes frío? —me levanté del sofá y caminé hacia la tableta que está en la pared de la sala.

— ¿Tú no?

Ay presiosa, estoy tan caliente que podría prender fuego el puto edificio.

— Algo... —prendo la calefacción de la sala, Temari al darse cuenta me mira con la boca abierta y ojos entrecerrados.

— ¡Tuviste calefacción todo este tiempo!

— Claro que sí, ¿qué clase de cavernícola no tiene calefacción?

— ¡Me hiciste morir de frío aquí!

— Quería que durmieras conmigo —me encojo de hombros como si fuera más que obvio.

— Y Rindou fue tu cómplice

— Obvio, es mi hermano, siempre va a ser mi cómplice —ella me sostiene la mirada, muy seria para mi gusto—. ¿Estás enojada?

— Esta noche volveré al sofá

— No, esta noche dormirás conmigo o tiraré el sofá por el balcón —por más que trate de evitarlo una sonrisa escapa de sus labios.

Camine hacia donde está sentada y me acuclillé frente a ella para mirarla desde abajo.

— Ahora que el tema de la calefacción está arreglado —deslice mis manos por sus muslos y subí lentamente hasta su cintura—. Sigamos —me reincorpore para levantarla, ella por reflejo rodea mi torso desnudo con sus piernas y el contacto de nuestras pieles es éxtasis puro.

 𝑨𝒈𝒓𝒊𝒅𝒖𝒍𝒄𝒆; Ran Haitani [𝗧𝗿𝗶𝗹𝗼𝗴𝗶𝗮 #𝟭]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora